Capitulo 32

6 1 24
                                    

Habíamos armado una improvisada cama en el suelo con frazadas y cojines que habíamos cogido de mi casa, la chimenea estaba encendida y el amor inundaba completamente la habitación y me arriesgaría a decir que al mundo entero. Era la noche perfecta. John estaba preparando café en la cocina y yo estaba de pie junto a la chimenea mirándolo, tiritando.

- ¿Pasa algo?- Pregunto al notar mi extrañeza. Se acerco preocupado y se detuvo en seco dejando distancia entre los dos. 

 - John.- Dije en un susurro y sin pensarlo más me lance a sus brazos.

Lo bese apasionadamente tirando del cuello de su playera, el reacciono de inmediato levantándome en su cintura y besándome dolorosamente. Tire de su playera hasta que logre quitársela y lanzarla lejos. Despegue mis labios de los suyos y pose mi mano en su caliente y acelerado pecho que subía y bajaba con fuerza. Mi respiración era completamente descoordinada pero no importaba ya que John no hacía más que besarme y tocarme por todo el cuerpo. 

Me bajo de su cintura para sentarnos en la cama de frazadas y me quite la playera entre besos. Con dificultad logre desabrochar los pantalones de John y bajarlos por sus piernas. Quede de rodillas frente a su gran bulto por unos segundos hasta que se dejo caer de rodillas frente a mí y me siguió besando con pasión, desabrochando mis pantalones. Una vez que estos estuvieron fuera, me quito el sujetador y se acomodo entre mis piernas, haciendo que su bulto chocara con mi feminidad.

- Rachelle si no estás lista me detengo en este instante, no tengas miedo de decírmelo.- Dijo con la voz aun más grave de lo normal y los ojos cerrados. 

 - Quiero hacerlo John, quiero que sea contigo.- Dije con la voz entrecortada. El asintió sonriendo. 

 - Rachelle no te mentiré, dolerá y mucho, pero puedo hacer algo para que no sientas tanto dolor.- Me miraba a los ojos, y sus ojos eran tan oscuros como la noche. 

 - Hazlo.- Dije con el pecho subiendo y bajando.

Sus manos afirmaron los bordes de mis bragas y sin pensarlo me las quito. Recorrieron mis piernas y luego cayeron en algún lugar de la habitación. John se quedo mirándome de arriba abajo embobado, haciéndome sentir incomoda.

- Eres hermosa.- Dijo negando con los ojos bien abiertos.

Se acomodo entre mis piernas dejando su cabeza frente a mi monte de venus, me miro a los ojos y lo beso haciendo que yo los cerrara. Siguió besando por alrededor de mi entrada y luego beso mi clítoris haciendo que cerrara las manos y apretara con fuerza. Lo beso, lo acaricio suavemente con la lengua y lo mordió haciéndome gemir suavemente. Su lengua se introdujo dentro de mí haciéndome sentir en el espacio, era una de las mejores sensaciones que podía haber sentido en toda mi vida. Su lengua estaba cada vez más adentro y cuando estuve suficientemente dilatada introdujo uno de sus dedos y lo movió ágilmente, luego introdujo otro y a este se incorporo su lengua.

- Creo que estas lista.- Se detuvo y se quito los bóxers negros dejando a la vista su magnífico miembro. Lo mire aterrada por el tamaño de este y sonrió ladeado. - Aun puedes arrepentirte.- Susurro acomodando su miembro en mi entrada, haciéndome temblar. 

 - Te amo.- Susurre mirándolo a los ojos. 

 - Te amo.- Me dio un último beso y con un movimiento de cadera estuvo dentro de mí.

El dolor hizo que me retorciera, era casi insoportable. Se quedo quieto dentro de mí al ver mi expresión y beso mi cuello en silencio.

- ¿Estás bien?- Susurro en mi oído, asentí con los ojos cerrados. 

 - Continua.- Abrí los ojos.

Continuo con movimientos suaves y cuidadosos, siguiendo el ritmo de adentro hacia fuera en reiteradas ocasiones. Después de un rato el dolor seso y el placer se hizo presente, John comenzó a envestirme con más rapidez y fuerza, ambos gemíamos completamente excitados hasta que finalmente lo sentí. El orgasmo fue mutuo y al mismo tiempo, nos miramos a los ojos y explotamos sintiendo verdadero placer por primera vez.

John cayo a mi lado jadeando y sudando como nunca lo había visto, acaricio mi mejilla y beso mis labios, luego nos abrazamos desnudos y jadeantes junto a la chimenea.

Cuando ambos logramos estabilizar nuestra respiración nos quedamos un buen rato en silencio mirando el techo, jugando con nuestras manos entrelazadas. Me miro a los ojos y sonrió de lado.

- ¿Estás bien, dolió mucho?- Pregunto mirándome fijamente.

 - Estoy bien, fue soportable supongo.- Respondí sonrojándome y haciéndolo sonreír. 

 - Me alegra mucho ser el primero, saber que soy yo el dueño de tu virginidad y nadie más.- Beso mi mano. 

 - Me alegra que tu lo seas.- Le sonreí. 

 - Ray tengo una sorpresa para ti, tenía pensado hacerlo la próxima noche pero creo que es un buen momento.- Me beso la mejilla.

 - ¿Una sorpresa?- Pregunte inocentemente. 

 - Necesito un par de minutos.- Dijo sentándose para ponerse los bóxers y sus pantalones.- ¿Podrías guardar el café caliente en el termo por favor?

 - Claro.- Respondí extrañada poniéndome la playera de John, que me cubría completamente desde los hombros hasta los muslos. Me beso suavemente alcanzo una frazada y una gran almohada y salió por la puerta principal.

Hice lo que me pidió y me senté en el sofá a esperarlo. Arriba de la chimenea de piedra había un espejo grande y ovalado, algo sucio y empañado, pero hermoso al fin y al cabo. En él podía ver mi figura difusa reflejarse, mi cabello despeinado, mis ojos oscuros y la playera blanca de John ocultando mi cuerpo, me sentía como una mujer, una mujer fuerte y atrevida, una mujer que no le temía a la muerte ni al amor, había hecho el amor con John, no había tenido sexo con él, habíamos hecho el amor, cosa que era muy diferente. Me había vuelto finalmente una mujer.

- ¿Lista?- John pregunto al abrir la puerta. 

 - Si.- Asentí y me puse de pie. 

 - Muy bien ¿Confías en mi?- Asentí sonriendo. - Entonces cierra los ojos.- Dijo elevando una ceja. Cerré los ojos.- Dame un segundo, no los abras.- Escuche ruidos en la cocina y luego pasos acercarse.- Te guiare.

Una de sus manos cubrió mis ojos y la otra me rodeo el brazo, caminamos fuera de casa, por el bosque y finalmente por el pequeño muelle hasta que nos detuvimos. El aire que corría era frio y el suelo se sentía suave bajo mis pies descalzos.

- No abras los ojos aun, yo te lo indicare.- Asentí en silencio.

Escuche como acomodaba algunas cosas hasta que finalmente volvió a mi lado y entrelazo su mano con la mía.

- Puedes abrirlos.- Los abrí y pestañee reiteradas veces.

Amarrado al puente se encontraba mi bote, el bote que me habían regalado mis padres, John le había quitado las tablas para sentarse y en vez de estas en el suelo descansaba una frazada acogedora, en la esquina delantera del bote había dos tazas con café y un frasco con agua y flores.      

InnocenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora