Capitulo 23

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Estuvimos varias horas hablando, mirándonos, tocándonos y observando las estrellas sin darnos cuenta de todo el tiempo que había pasado. Amber y Anton no habían dado señales de vida en todo ese tiempo y ya empezaba a preocuparme.

- Me estoy congelando y los chicos me empiezan a preocupar, creo que deberíamos ir por ellos.- Me senté junto a él y el hizo lo mismo. 

 - Vamos por ellos.- Se quito el mismo hoodie que me había prestado el otro día y lo paso atreves de mi cabeza y luego mis brazos. Sonreí dulcemente. 

 - Gracias.- Sonrió y emprendió el camino por la playa.

Caminamos un buen rato por la orilla de los árboles y rocas hasta que un sonido, poco común para mis oídos, hizo que me detuviera en seco. Gemidos. John me empujo contra un árbol y se detuvo frente a mí.

- Shh.- Susurro con un dedo frente a sus labios y con el mismo indico un punto detrás de mí, que, me atreví a observar.

La imagen era realmente impactante para mí, tal vez porque era virgen, o tal vez solo era impactante. Amber y Anton, completamente desnudos, ella sobre él, moviéndose de arriba abajo con rapidez y esfuerzo. Anton embistiéndola con fuerza desde abajo y sujetando sus caderas mientras ambos gemían. John me miraba fijamente con la sonrisa ladeada, un brazo sobre mi cabeza apoyado en el árbol y el otro en su bolsillo.

- Cuando estés lista, te lo hare mucho mejor que eso.- Era inevitable no temblar imaginándome con John en esa situación. Sabía que él era el indicado, solo faltaba encontrar el momento.

Después de unos minutos observándolos y escuchándolos excitados, y soportando la vista de John fija en mi, riendo de mi expresión de horror y excitación, nos alejamos por el borde de la playa hasta que volvimos a la fogata, donde nos acurrucamos en la arena junto al fuego y nos dormimos abrazados.

Desperté en el fuerte pecho de John sintiendo sus calmados latidos, aun estaba dormido. El fuego se había apagado y parecía que había amanecido hace poco por el color del cielo. Amber y Anton dormían al otro lado de la fogata. John parecía tan tranquilo e inocente estando dormido, su belleza era realmente genuina. Me separe de su abrazo con cuidado de no despertarlo y camine directamente al mar, me quite el hoodie de mi novio y el resto de mi ropa para lanzarla en la arena y meterme en el mar. Debía admitir que prefería mi lago antes que el gigantesco y perturbador mar, el lago era mucho más tranquilo y a diferencia del mar, no amenazaba con matarme.

Nade bajo del mar durante un buen rato, solo saliendo a la superficie para respirar y luego volver a hundirme en las profundidades. El mar era aterrador, intentaba llevarte lentamente más y más adentro para que en un descuido te atacara y matara, al igual que el asesino que me perseguía. Al notar lo alejada que estaba de la orilla decidí volver antes de que el mar me arrastrara más adentro y no fuera capaz de salir. Al llegar a la fogata, note que todos ya estaban despiertos y ordenando el lugar.

- Buenos días Ray.- Saludo un somnoliento Anton mientras guardaba las bolsas de malvaviscos que habían sobrado.

 - Buenos días.- Salude dándole un abrazo por la espalda. 

 - ¡Rachelle estas mojada!- Reclamo haciéndome reír. 

 - ¿Dónde estabas?- John se acerco para besar mi mejilla. 

 - Nadando.- Dije tambaleándome en mis pies.- ¿Vamos a casa? 

 - A casa.- Amber paso su brazo sobre mis hombros y nos sonreímos mientras caminábamos.

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