Capitulo 12

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 - Quiero ser tu todo, quiero ser tuya.- Respondí mirándolo a los ojos, esos ojos que serian míos y que solo me miraban a mí. Sonrió y me beso dulcemente. Luego me bajo de su cintura.- Espera.- Me mira confuso y me acerco a la cama para coger la cámara.- Ahora bésame.- Le digo mientras él se acerca con una sonrisa en el rostro. 

Sonreímos entre besos y tomo la fotografía, nuestro primer recuerdo. Espero a que aparezca la imagen en el papel y se la entrego a John.

- Gracias.- Es todo lo que puedo decir por la cámara, por ser el, por estar conmigo, por todo. 

 - Nuestro primer recuerdo.- Sus ojos brillan.

Minutos más tarde bajamos a almorzar de la mano, todos se fijaron en este detalle pero nadie dijo nada. Durante el almuerzo hablamos, jugamos, nos miramos, pero sobre todo nos reímos. Todos en aquella habitación notan mi felicidad y parecen alegres de verme así. 

 - Oh no, se hace tarde para mi vuelo.- El padre de Amber se pone de pie.

 - Tienes razón. Te voy a dejar.- Dice su madre quien últimamente se lleva anormalmente bien con su ex esposo. 

 - Bueno chicos como siempre me lo he pasado de maravilla. Espero que estén bien y recuerden siempre que son bienvenidos en mi casa para cuando sea que quieran ir. Así que ya saben, si las cosas se ponen feas otra vez solo deben tomar el primer vuelo a Los Angeles y ahí los estaré esperando, incluido tu John.- Le guiña un ojo.- Espero verlos pronto y feliz cumpleaños Rachelle.- Se despide con un abrazo de cada uno. Lo echaríamos de menos, siempre lo hacíamos.

 Pasamos el resto de la tarde jugando twister y just dance, reímos como locos hasta el anochecer, cuando mis padres me pidieron que los acompañara a las afueras de la ciudad, decían que tenían una sorpresa para mí y eso me hacia estar realmente ansiosa.

 Llegamos al bosque y caminamos dentro de este hasta el lugar que nadie más, aparte de mis amigos y yo habíamos pisado. Ahí había un pequeño y hermoso bote con mi nombre. Mire a mis padres desconcertada. 

 - Es tuyo.- Dijo Mamá. No era el regalo más común del mundo pero era hermoso y me encantaba. Me recordaba cuando era niña y salía de pesca con mi padre y lo único que lográbamos pescar era un resfriado. 

 - Gracias, me encanta.- Los abrace lo más fuerte que pude.- ¿Podemos dar una vuelta?- Pregunte sonriendo como niña. 

 - Me temo que no cariño. No queremos que Amber nos mate.- Mi padre rio y mi madre lo abrazo dulcemente.                 

 - ¿De que hablan?- Pregunte confundida. 

 - Pronto lo sabrás.- Mamá sonrió con los ojos. 

 Al llegar a casa note a mi madre y padre muy expectantes. Escondían algo con emoción. Baje del auto y entonces note que ellos no lo hacían. 

 - ¿No vienen?- Pregunte neviosa. 

 - No, estaremos en casa de Anton.- Mi rostro era un poema.

- Disfruta la noche, Feliz cumpleaños.- Sin poder decir una palabra mi padre acelero por la calle. Camine hasta la puerta, no se escuchaba nada y estaba oscuro. Abrí la puerta y encendí la luz. 

 - ¡Sorpresa!- Grito un montón de gente que me rodeaba con gorritos de colores y pompones esponjosos. 

Todos aplaudían y cantaban la canción del cumpleaños. Desde la cocina apareció un alegre y hermoso John sosteniendo una torta de chocolate gigantesca. Amber y Anton aparecieron uno a cada lado sonriendo y cantando lo más fuerte que podían. Todos lucían tan alegres. 

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