Capítulo 7-Bebé

2K 120 11
                                    

Lucy

Me miré por decima vez al espejo, hoy oficialmente inicio mi labor como doctora, eso quiere decir que debo de ser alguien responsable de sus actos. Debo de admitir que me siento un poco nerviosa porque es algo nuevo en mi vida y supongo que las cosas nuevas en nuestras vidas nos ponen nerviosas.

Salgo de mi habitación y camino por el pasillo pasando por la habitación de mis padres, bajo las escaleras y cuando llego a la sala de estar pude fijarme que Benjamín está dormido en el sofá, jamás en mi vida he tenido a un empleado tan perezoso.

—Oye, fumador, es hora de irnos—le doy un puñetazo en el estomago haciendo que se despierte de inmediato.

—Serás idiota—murmura—Con diamantes, te vez como una niña juntando a ser doctora.

—No me vengas con tus comentarios estúpidos y llévame al hospital.

—¿Y si no quiero? —se cruza de brazos.

—Te despido por hacer que llegue tarde a mi primer día de trabajo, no seas fastidioso y llévame, Fumador—le digo por su nuevo apodo.

Él se levanta con pesadez y camina hacia la puerta principal, lo sigo con paso rápido pues quiero llegar a tiempo. Entro al auto de inmediato mientras Benjamín encendía el auto. Él no era de esos hombres musculosos, supongamos que era normal, tampoco le interesaba llevar su pelo liso ya que lo tenía despeinado y un poco rizado, en pocas palabras era un poco descuidado con su aspecto físico. Su mirada es de alguien que pasa su vida en aburrimiento total, rara vez lo veía un otra expresión en su rostros, era algo que me daba curiosidad, me gustaría saber porque él era así.

—¿Y tienes familia en la ciudad? —pregunto para sacarle algún tipo de información.

—En mi contrato me dice que no tengo permitido hablar de mi vida personal contigo, Con diamantes—dice calmadamente.

—Oh vamos, me dices por mi apodo familiar, comes de mi refrigerador, me hablas como se te pega la gana y me tratas como si no fuera tu jefa y ahora me vienes con eso de que no puedes darme información de tu vida—digo cruzando mis brazos.

—Entiende que para mí, tú no eres nada más que una niña mimada, no me interesa compartir recuerdos de mi vida contigo.

Abrí la boca para decirle lo cuanto que lo odio, pero me reservo aquel numerito, si algún día quiere de mi ayuda no la tendrá.

Al llegar al hospital, entré decidida a hacer mi labor, estaba emocionada. Cuando por fin me encontré con la Dr. Méndez pensé que nos íbamos a llevar bien...pero las cosas no era como me las imaginaba en casa.

—Tú, novata, vete a limpiar la sala de cirugías, allá está todo asqueroso—dice mirándome con superioridad—¿Qué estás esperando?

—Sí, señora.

Algo me dice que hoy será un día pesado.

Benjamín

Estaba en el auto mientras limpiaba mis manos, no había nada más increíble que darse una jalada por la mañana, lo mejor es que cuando Lucy se entere de esto será todo un espectáculo.

Me subo los pantalones y entro las servilletas sucias en una bolsa de yo no sé qué, saco un cigarrillo y lo enciendo. Ser chofer de aquella chica me da mis beneficios.

—No hay nada como hacer nada—digo dándole un gran sorbo a mi cigarrillo. En ese momento mi celular suena y eso quiere decir que tengo que trabajar, perfecto. Suelto el humo de mi boca y tomo la llamada.

Benjamín, necesito un gran favor ¿Estás disponible? —pregunta Jake. Sea un favor o no como quiera tengo que decir que sí.

—Claro, señor Robertson, ¿En qué puedo ayudarlo?

Aceptando el amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora