Capítulo 6-Fumar

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Lucy

Todo se sentía tan bien, la comodidad de mi cama no tenía nombre, hoy era de esos días que el frío llenaba de satisfacción a todo mi cuerpo y mi cama estaba tan cómoda, el silencio era hermoso y todo relajante.

—¡Lucy! —grita Kate. Sabía que tanta tranquilidad iba a ser interrumpida por alguien. Abrí mis ojos con esperanza de que mis amigas no se encontraran aquí, pero eso no sucedió, las chicas estaban sentadas en la cama. ¿Cuándo entraron sin yo darme cuenta?

—Duermes tan profundo que no te das cuenta de lo que pasa a tu alrededor, amiga—dice Amy con una sonrisa—Tenía mucho tiempo sin ver tu feo rostro después de despertar.

—Que graciosa—me siento en la cama y miro a mis tres amigas con ropa abrigada—No me digan que está nevando.

—Así es, una tormenta de nieve ha sorprendido la ciudad en la madrugada, así que afuera está totalmente repleto de nieve—Jane se acomoda su cabello.

—Ya entiendo porque dormir tanto—me levanto de la cama y me dirijo al baño—¿Vamos a desayunar aquí, verdad?

—Claro, hace mucho frio como para salir—Kate y las chicas salen de la habitación.

Hice mi rutina diaria de todas las mañanas, estas consistían en estirarme, hacer unas cuantas sentadillas, lavarme los dientes y ducharme. Me gustaba hacer un poco de ejercicio para iniciar mi día con energía o al menos eso hacia Jake antes de que se pusiera gordo, Sam insiste en que mi hermano mayor debería ir al gimnasio, pero Jake ya no tiene tiempo para eso.

La verdad me he mantenido en forma durante mi vida, como saludable, hago un poco de ejercicio y he mantenido mi dieta de acuerdo con mi salud, no me quejo. Entré a la cocina y allí vi como Jane se movía con facilidad haciendo el desayuno mientras Amy leía un libro y Kate usaba su celular.

—Me pregunto donde están mis padres—digo sentándome al lado de Kate.

—No estaban aquí cuando llegamos, la casa está más solitaria que nunca—Amy me mira—¿Cuándo piensas vivir sola?

—Cuando tenga un mes en el hospital, eso acordamos mi padre y yo.

—¿Cómo te fue con Erick? —Jane pone una jarra de jugo de naranja delante de nosotras.

Les conté todo lo que había pasado, desde su llegada a la casa, su comportamiento con Benjamín y como le habló a mi padre, luego como se comportó en el restaurante. Las chicas se quedaron meditando un poco lo que había dicho y la primera en hablar fue Amy.

—Entonces... ¿Estás soltera? —pregunta sonrientemente.

—No, Amy, no estoy soltera. Solo no quise reconciliarme con él ayer en la noche—me cruzo de brazos.

—Sería divertido que fueras soltera, así nosotras saliéramos a fiestas locas, además, pudieras acostarte con cualquiera—Amy miraba su mano haciéndose un sueño con cada palabra que decía. Iba a decir algo pero en ese momento entra Benjamín y nos mira con indiferencia.

—Buenos días—saluda para luego abrir mi refrigerador, saca el cartón de jugo de naranja y lo abre.

—No te atrevas—me levanto para acercarme a él, pero creo que mi advertencia le dio más ganas de hacerlo, lo que provocó que pegara sus asquerosos labios en el cartón de jugo—Pero serás idiota, te dije que no.

—Tenía mucha sed, Con diamantes—sonríe—¿Quieres? —me pone el cartón casi en mi boca.

—No, ese jugo ya tiene todos tus gérmenes—digo molesta.

Aceptando el amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora