Capítulo 20-Perdóname

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Benjamín

Entré a la sala de estar de la casa de Con diamantes, que me llamara Jake era algo inusual, digo, no me ha llamado desde hace mucho tiempo para pedirme algo de trabajo. Cuando llegué a la sala de estar, allí se encontraban los hermanos de Lucy con sus respectivas parejas, más los padres de ella. El primero en acercarse a mí fue Jake, quien me dio un puñetazo en la cara dejándome completamente desconcertado.

—¿Dónde diablos está Lucy? ¿Crees que no nos íbamos a enterar que Lucy pasó la noche contigo? Maldito infeliz, te aprovechaste del asunto—dice Jake con mucha furia.

—Jake, cálmate, no es lo que parece—digo rápidamente ya que pensaban otra cosa—Si, ella si pasó la noche en mi casa, pero no hemos hecho nada, solo bebimos unas cuantas copas y nos dormimos, ella en el sofá y yo en mi habitación, te lo juro.

—¿Y dónde diablos está ahora? —ahora es el señor Robertson quien habla. ¿Qué rayos está pasando?

—Se supone que está con Jane.

—Pues no, fíjate que no. Encontraron el celular de mi hija tirado en el estacionamiento de un hospital en las afueras de la ciudad, ¿Sabes de eso, Benjamín? —esto no es nada bueno, es mi palabra contra lo que ellos piensan.

—Lucy y yo desayunamos juntos, luego ella me pidió que la llevara a comprar ropa, lo hice, pasamos casi toda la tarde en el centro comercial, luego de eso ella recibió un mensaje de Jane pidiéndole que vaya a aquel hospital, no me dio más explicaciones, se los juro. —espero que me crean porque la verdad sus rostros me dicen otra cosa.

El señor Robertson miró el celular de Lucy, creo que intentaba ver el mensaje, Bob me miró con una sonrisa y sonrió con tanta hipocresía, ¿Cómo alguien como él está con una Robertson? ¿No que las Robertson eran inteligentes? Ah sí, se me olvidó, el amor las vuelven idiotas.

—¿Dónde está mi hija? —pregunta el señor Robertson la voz quebrada—Aquí dice que Jane la invitó, pero hablamos con Jane hace un rato y ella no ha hablado con Lucy.

Mi corazón latió más fuerte, Lucy no estaba, ella no se juntó con Jane. Mierda.

—Ben, si quieres dinero no lo hagas de la manera sucia—dice Bob con voz burlona—Secuestrar a alguien no es lo mejor.

—Infeliz—digo tomándolo por el cuello—Déjame en paz, idiota, no tienes el mínimo respeto a esta situación, ¿No ves lo grave que es esta mierda?

—Bob, por favor, lárgate de mi casa—dice Jacob mirando a su cuñado—He tenido suficiente contigo, no quiero escuchar más tus malditos comentarios.

Todos nos quedamos callados, solté al idiota y me calmé, piensa Ben, donde puede estar Con diamantes. Mi pecho me dolía, sentía un nudo en la garganta, sentía tanta impotencia porque no podía hacer nada.

De un momento a otro alguien entró a la sala de estar, cuando miré hacia la entrada una Lucy golpeada aparece, sentí como si mi alma se rompiera en mil pedazos. Mierda, ¿Qué ha pasado?

Todos corrieron hacia ella, yo me quedé inmóvil, sin poder creer lo que estoy viendo. Ella estaba inmóvil, sin decir ni una palabra, su madre rompió en llanto, pero Lucy se demostró sin ninguna expresión en su rostro, era como si ya no fuera ella. La sentaron en el sofá, su madre estaba a su lado y Samantha también.

—¿Quién diablos te hizo esto? —pregunta el señor Robertson desesperado.

—Cariño, Lucy no se encuentra bien. Amor, ¿Dónde te lastimaron? —pregunta la señora Robertson con suavidad. Pero Lucy no decía nada, ella miraba un solo punto fijo, no le hacía caso a nadie.

Pude fijarme que el celular de Lucy se encontraba en el estante, lo tomé y busqué en contactos algunos número de teléfono, miré entonces el de la casa de Erick, él jamás me ha llamado, luego miré a Lucy, quien está siguiendo mirando a la nada. No puede ser verdad, Erick no pudo ser capaz de semejante cosa. Respiré hondo y me acerqué a Lucy, lentamente, Jake me agarró por el brazo y me miró con un rostro de advertencia, pero no me importó, me zafé de su agarre y me puse frente a ella, me agaché para quedar a su misma altura y ambos nos mirábamos, sus ojos me decían un Te necesité.

—¿Fue él? ¿Él te hizo eso? —pregunté en un hilo de voz, ella me miró con los ojos cristalizados, maldito infeliz—Oh Con diamantes—la abracé escondiendo su rostro en mi hombro, el nudo en mi garganta aumentó, las lágrimas recorrieron  mi toda mejilla, ella se unió a mí y lloró también, era uno de esos llantos que suenan tan dolorosos, como si todo nuestro mundo fuera una mierda.

—Te llamé, te llamé y no pudiste hablar conmigo—dice entre lloriqueos. Siento un gran dolor dentro de mi pecho.

—Lo siento tanto, lo siento, pensé que era él, jamás me imaginé que fuera capaz de hacerte daño. Lo siento mucho, Con diamantes—la abracé más fuerte, eres un idiota Green, un completo idiota—Perdóname, por favor, perdóname.

—Te odio, Fumador—dice mientras siento como me abraza con fuerza—Te odio tanto.

Nos olvidamos de todo, de quienes estaban en la sala de estar, del tiempo, del mundo, solo estábamos los dos, abrazados y sintiéndonos como idiotas por aquello. Sentía un gran dolor dentro de mí, quería protegerla, no quería que nadie le hiciera daño, pero no fue así, no pude ser capaz de protegerla, no debí dejarla sola.

—¿De quién hablan? ¿Quién le hizo eso a mi hija? —pregunta el señor Robertson con una furia interior, sabía que toda esa furia iba a explotar en cualquier momento.

—Fue Erick—digo separándome un poco de Lucy—Fue él.

Él señor Robertson se quedó callado, luego miró a Lucy y me miró a mí. Su mirada daba miedo, realmente daba miedo.

—Jake, llama al noviecito ese de Jane. Voy hacer que Erick le vaya muy mal, lo voy a hundir.

Lucy

Me miré al espejo, verme de esa manera me daba mucha molestia, las lágrimas recorrieron mis mejillas, me sentía como una fracasada, como una tonta. Vi a Ben detrás de mí, eran las 2 de la madrugada ¿Qué hacía aquí?

—Erick está en prisión, tienes que dar tu declaración mañana—dice mirando sus manos—Si no quieres que sea tu chofer lo entiendo, lo merezco, a lo mejor será mejor que te busques a otra persona más responsable y que realmente te pueda proteger—él no me miraba a los ojos, ¿Dónde quedó el Benjamín fuerte y seguro de sí mismo?

Me acerqué a él y le di un abrazo, cerré mis ojos y dejé reposar mi cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón, estaba nervioso, podía escucharlo.

—No quiero a otra persona que no seas tú.

—Pero yo te fallé—dice en un hilo de voz.

—No fue tu culpa, claro que no fue tu culpa, así que no tengo por qué despedirte, Fumador—él separó para mirarme a los ojos y luego sonrió un poco.

Desde ese momento los dos supimos que las cosas iban a cambiar después de todo lo que ha pasado.

Aceptando el amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora