Benjamín
Miré a Lucy desde el espejo retrovisor, su mirada me demuestra que no está nada bien, digo, ¿Quién estaría bien después de aquella situación? Intenté darle apoyo, pero soy la persona menos indicada para aquello. Seamos sinceros, Lucy se dejó abrazar de mí por la única razón de desesperación, no pensó en nada en aquel momento.
Me estacioné frente aquella casa de los Robertson, me preguntaría quien se quedará con esta monstruosidad si mueren los padres de Lucy, sería interesante saberlo.
—Con diamantes, sé que te encuentras indispuesta en estos momentos, cosa que se me hace muy difícil ya que no suelo verte así de triste, así que me preguntaba ¿Quién se quedaría con la casa si tus padres mueren? No es que quiera que se mueran, es solo una pregunta hipotética. —Lucy me miró incrédula para luego estallar de risa. Así me gusta verla.
—¿Es enserio? Entre todas las cosas que podías preguntar, esta fue la más increíble—dice secándose las lágrimas de su antiguo llanto—Pues supongo que se divide entren nosotros, ya sabes, Jake, Jenny y yo. Aunque si no me equivoco la última vez que vi un contrato relacionado con eso yo me quedaría con la casa ya que Jake y Jenny tienen la empresa.
—Cásate conmigo y matemos a tus padres—digo mirándola.
—Una propuesta muy interesante, así podré tener la habitación mayor y holgazanear en casa todo el tiempo—dice siguiéndome la corriente mientras sonríe un poco.
—Y yo podré estar dentro de la cocina todo el tiempo. Con diamantes ¿Sabes cuáles son los grandes placeres de la vida?
—¿Cuáles? —me giro para que pueda verme, ella se encontraba mirándome con curiosidad y con una inocencia increíblemente fabulosa.
—Pues, cagar, dormir, sexo y sobre todo comer—digo haciéndola reír a carcajadas—Me alegra mucho saber que ya te encuentras mejor.
—Me gustaría creerte—dice dejando de reír—Gracias por hacerme sentir mejor.
—Para eso están los choferes—digo guiñando mi ojo derecho—Aunque me gustaría dejar de ser tu chofer. Tómalo como una propuesta de que ambos podemos hacer las paces y ser amigos.
—Realmente quieres la casa—dice con una sonrisa.
—Diste justo en el mandito clavo—digo chasqueando la lengua.
Ambos nos miramos y salimos del auto, caminé detrás de ella, quería seguirla, saber qué hará ahora en casa. Cuando estábamos a punto de entrar nos dimos cuenta que la familia Robertson se encontraba reunida, pues sabía que el auto de Jake estaba allí junto con otro auto que no reconocía ya que nunca lo he visto antes. Escuché un mormullo de Con diamantes y estoy seguro que ha dicho una grosería.
Entramos por la puerta delantera de la casa y cuando caminamos hacia la sala de estar pude darme cuenta que estaban todos sentados en el sofá.
—¿Cuántas vidas ha salvado mi Doctora? —pregunta el señor Robertson con una sonrisa, pero esta desvaneció al darse cuenta de cómo se encontraba la bata de Lucy—¿Qué ha pasado?
Miré a Lucy, ella se acercó silenciosamente hacia su madre para luego abrazarla, en ese momento todo quedó en silencio, solo se podía escuchar los llantos de Lucy, de cómo lloraba con toda la tristeza del mundo. Sentí un gran nudo en la garganta, me dolía tanto verla así, nunca me imaginé verla de aquella manera.
—No pude, no pude salvarle la vida, murió en mis brazos, lo intenté, te juro que lo intenté—su voz quebrada, la manera que lloraba diciéndole aquellas palabras a su madre me resultaba tan devastador. Cerré mis manos en un puño y los apreté con tanta fuerza que creo que me he hecho daño.
—Amor, todo va a estar bien.
Vi como Samantha y una mujer muy parecida a la señora Robertson se acercó a ella, vaya, el parecido era tan grande que podía imaginarme a la madre de Lucy de joven y decir que no estaba nada mal. Luego vi a un tipo quien sonrió de una manera egocéntrica.
—¿Y qué creías? Nosotros los doctores no somos Dios para salvarles la vida a todas las personas.
—¿Quién diablos te crees para decirle eso a Lucy? —ok, me he pasado de la raya. He metido la pata. Todos me miraron con asombro, incluyendo la mismísima Lucy.
—Soy su cuñado y también soy Doctor, un doctor muy reconocido—dice poniéndose delante de mí. Quiera Dios hacer que no me despidan por esto.
—Pues no parece que seas un doctor reconocido porque es primera vez que te veo. Además, no importa quien seas tienes que tener la decencia de respetar los sentimientos de Lucy en estos momentos, ella no ha tenido un buen día como para escuchar tus comentarios de mal gusto.
Él me miró seriamente mientras los demás no decían nada, de un momento sentí un gran empujón de parte de ese idiota haciendo que mi espalda choque con un estante que tenía unos muñequitos de porcelana. Por el amor de la nicotina, voy a tener que pagar estas cosas que son más caras que mi dignidad.
Lucy
Ver aquello me enfureció tanto, ver como Bob había empujado a Ben por decirle la verdad me hizo odiarlo más de lo que ya lo odiaba.
—¿Qué diablos te pasa? —digo molesta, me acerco bruscamente hacia Bob—No tienes el derecho de estar empujando a mí personal, no tienes derecho de opinar sobre lo que me ha pasado, que seas novio de Jenny no te da derecho de opinar nada sobre mi vida—digo seriamente.
—Hay que mantener la calma, por favor. —dice mi padre—Lucy, yo me encargo. Ben quiero verte en el garaje. Bob en la cocina. No quiero más peleas en mi casa, no más comentarios fuera del lugar, ¿está claro? —todos nos quedamos callados, realmente no sabíamos que decir—¡Que sí está claro, carajo!
—Sí, señor—dice Ben y Bob al mismo tiempo.
—Tú, sígueme—mi padre me apunta con su dedo, trago saliva y lo sigo, cuando está así de mal humor siempre me da miedo por la simple razón de que es igual de impulsivo que Jake.
Fuimos al garaje, Ben nos siguió con cara de perrito asustado, entiendo cómo se siente, pues llevo la misma cara que él. Mi padre me mira y luego mira a Ben.
—No sé cómo ha pasado aquella estupidez—dice mi padre—Ben, no me gusta hablarle así a mis empleados, pero tienes que entender que tú eres un simple chofer y que eso no te da derecho de opinar nada en casa.
—Sí, señor. Lo siento mucho—dice mirando al suelo—No volverá a pasar.
—No sé si despedirte por aquella imprudencia.
—Papá. Ben solo quiso defenderme, Bob es un idiota, tú lo sabes a la perfección. No tienes porqué despedir a Ben—se supone que quería deshacerme de Ben, pero no de esa manera, no quiero que sea despedido por defenderme—Además, él no es un simple chofer, es mi amigo.
Tarde pero seguro, que pasen una semana fabulosa.
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Aceptando el amor ©
Roman d'amourLucy Robertson es la única Robertson en tener la vida perfecta o eso pensaba, pero lo que no pensaba es que conocer a Benjamín Green le cambiaría la vida por completo y que desde ese momento se ha dado cuenta de que su vida no era tan perfecta como...