Lucy
Papá era un hombre fabuloso, le encanta lo que ha hecho durante toda su vida, se ha comportado muy bien con todo el mundo, pero cuando alguien rompe su confianza es algo que no tolera y creo que al escuchar que consideraba a Ben como mi amigo lo ha puesto a la defensiva, mi padre puede ser muy celoso cuando se lo propone. Me arrepiento de haberle dicho que Ben es mi amigo, mi padre lo tiene en la mira.
Pero en fin, ¿Qué puedo hacer yo en esta situación? Mi corazón estaba roto, mi mente no dejaba de recordar aquel suceso tan desastroso para mí. He intentado realmente olvidar aquella muerte del pobre niño, pero no soy lo suficientemente fuerte como para olvidarlo.
Me encontraba en la sala de estar, específicamente sentada frente a la chimenea, miraba como las llamas del fuego hacían aquellos movimientos peculiares, me mantenía cálida, en una paz impresionante. Mi madre se puso delante de mí y sonrió tiernamente, caminó lentamente hacia donde mí y se sentó a mi lado.
—Recuerdo cuando eras una niña, siempre te sentabas junto con tu padre para ver el fuego—dice mi madre—Nunca quise interrumpir esos momentos.
—Una vez lo hiciste y no te hablé hasta que me compraste un helado.
—Que caprichosa eras. ¿Cómo te sientes?
—Pues siento como si la vida tuviera algo en mi contra, aún no he superado lo que ha pasado, me duele mucho mamá, me siento muy mal porque sé que si me hubiera esforzado a lo mejor él estuviera vivo—digo sintiendo un gran nudo en la garganta.
—Bueno, en la vida las cosas no salen como queremos, algo lamentable, pero debemos de seguir hacia adelante, no debemos rendirnos. Eres doctora y eso me pone muy orgullosa, pero eso no quiere decir que puedas salvarles la vida a todos, la muerte es inevitable. Eres doctora, pero no Dios y es algo que tiene que entender. Quizás no le salvaste la vida al niño, pero puedes sálvale la vida a dos, si no puedes con dos, sálvale la vida a tres y sigue así, intentando, sin detenerte, porque no quiero que rompas tu promesa de salvar vidas, de ayudar a los demás. Se fuerte, mi amor, sé que podrás con esto.
Unas cuantas lagrimas recorrieron mi rostro, no puedo creer que exista una mujer tan buena como mi madre, la abracé y cerré los ojos disfrutando del cálido abrazo entre madre e hija. Tenía mucho tiempo sin hablar con mi madre y escuchar como ella me daba apoyo era algo que me hacía sentir muy feliz.
—Lo he pensado mejor—digo secándome las lágrimas—Quiero mudarme, quiero independizarme. Quiero seguir hacia adelante, pero no viviendo aquí en casa.
—Hasta que ya te quieres ir de la casa—dice con una sonrisa melancólica—Jenny se fue a los 20 años y creo que lloré porque sabía que mi primera hija se había independizado, con Jake, bueno, me alegró de que se fuera aunque una parte de mí no quería, ahora mi bebé se va. Creo que es lo mejor para ti, pero quiero que sepas que siempre que necesites algo, mis puertas están abiertas para ti, cariño, te amo tanto.
—Mamá, estás como si me fuera para siempre, me voy al centro de la ciudad—digo sonriendo.
—Cuando seas madre lo entenderás. Pero por ahora lo mejor es que te vayas familiarizando con hombres. ¿Qué hay con Erick? No lo he visto por aquí, ¿Han terminado?
—Te lo contaré porque eres mi madre y tienes que saberlo. ¿Recuerdas cuando a Benjamín supuestamente lo asaltaron?—ella asiente—Pues suele ser que fue Erick quien lo golpeó y armó todo para que pareciera un asalto.
—Maldita sea—dice mirando sus manos—¿Aun lo amas?
—Lo amo.
Ella iba a decir algo, pero en ese momento mi padre entra con una sonrisa que realmente nos ha sorprendido, se veía muy reluciente a pesar de lo viejo que está. Él se acercó hacia nosotras con una botella de champán en la mano.
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Aceptando el amor ©
RomanceLucy Robertson es la única Robertson en tener la vida perfecta o eso pensaba, pero lo que no pensaba es que conocer a Benjamín Green le cambiaría la vida por completo y que desde ese momento se ha dado cuenta de que su vida no era tan perfecta como...