Capítulo 25-Buenas noches

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Lucy

Le paso un vaso de agua a Benjamín mientras este estaba callado mirando sus manos. ¿Dónde quedó el Fumador que conozco? Se ha estado comportando de una manera muy extraña últimamente, y venir aquí llorando es algo preocupante para mí.

Me senté a su lado y di un suspiro, es hora de hablar, necesito que se desahogue.

—¿Quieres hablarlo conmigo? —pregunto, Ben me mira a los ojos y luego vuelve a mirar sus manos.

—Te contaré una historia. Todo comenzó en la ciudad de Bend de Oregón, un hombre de apellido Green era uno de los hombres más influyentes en la ciudad, pues era un empresario quien le daba empleo a casi todo el mundo en la ciudad, ¿Quién iba a decir que alguien tan poderoso como él iba a enamorarse de su secretaria? Pues así es, el señor tuvo una aventura con su secretaria hasta el punto de embarazarla. Los dos estaban emocionados por el bebé o al menos eso creían, la secretaria dejó de ser secretaria y se convirtió en ama de casa, todo iba corriendo bien, el niño nació, la secretaria era una madre feliz, pero... ¿Qué pasó con el empresario? Luego de 5 años viviendo juntos, nace un nuevo integrante a la familia, el primer hijo de la secretaria estaba feliz, pero su hijo al ver a su madre supo que ella no lo estaba. Su padre nunca iba a casa, ni se preocupó en ir a ver el nacimiento de su nuevo hijo... Un día el primer hijo escuchó una gran discusión en la habitación de su padre, el niño inocentemente se acercó a escuchar más y fue un gran error, pues allí se enteró que su padre tenía otro hijo y que no se trataba de su hermanito, también escuchó como esos dos adultos discutían para quedarse con él. ¿No es traumático? El niño aterrado y sin comprender casi nada se escondió en su habitación. Al día siguiente su madre se acercó al niño y le dijo que A pesar de todo, ella siempre lo va a querer, luego le dio un abrazo y se fue junto con su hermanito, desde ese momento el niño nunca volvió a ver a su madre. Solo había pasado 3 semanas de que su madre se había ido y ya su padre había llevado a la otra mujer a casa junto con su hijo. El niño siempre fue la sombra de ese hijo, nunca había recibido una fiesta de cumpleaños, nunca había jugado con otros niños, se sentía solo, totalmente solo, sin el afecto de su padre y sin lo más importante para él, sin el cariño y compañía de su madre. Pasaron los años y el niño había dejado de ser niño, ya era joven y entendía todo lo que sucedía a su alrededor, fue la universidad y ya faltando un año para terminarla tuvo una discusión fuerte con su medio hermano, quien se había apoderado de todo, a transcurso de la discusión el joven se dio cuenta de una sola cosa, ¿Qué diablos hacía en un lugar donde no lo querían? Y fue allí donde el joven decidió buscar a su madre, buscarla hasta el final para volver a esos tiempos de felicidad, de alegría y de amor. Pero aquel joven no la ha encontrado y después de no hablar con su padre después de dos años, resulta que el padre del joven le envía una caja con las cosas de su madre. Eso le rompió el corazón al joven y este fue al único lugar donde lo iban a escuchar de verdad—dice con voz quebrada.

Siempre me imaginé que detrás de esa personalidad fuerte y segura de sí misma se encontraba un hombre bastante destrozado.

—La vamos a encontrar, te prometo que voy a darte todo mi apoyo—él me miró y luego sonrió con ironía.

—¿Cómo pretendes ayudarme, Con diamantes?

—No lo sé, pero algo se me ocurrirá, a lo mejor dos cabezas funcionan mejor que una, podemos intentarlo, solo si tú estás de acuerdo.

—Necesito tu intelecto—dice con una sonrisa más relajada, miré sus ojos y pude fijarme que se encontraba cansado, Oh Ben, ¿por qué no me lo habías dicho antes? A lo mejor por eso estaba de mal humor los últimos días.

Me levanté del sofá y caminé hacia mi habitación, abrí mi closet y saqué unas cuantas sabanas y almohadas. Luego salí de la habitación y me dirige donde se encontraba Ben, quien seguía pensativo sentado en el sofá. Puse las almohadas y las sabanas a su lado, obviamente él me miró sin entender nada.

—Es muy tarde como para que salgas, puedes quedarte aquí hasta el amanecer. El sofá es muy cómodo, he dormido allí varias veces, puedo decir que es mejor que mi cama, que por cierto eso no debe de ser así—me encogí de hombros—Buenas noches, Fumador.

—Buenas noches, Con diamantes.

Benjamín

Abrí lentamente los ojos, Lucy tenía razón, este sofá es muy cómodo. Siento que he dormido en las nubes, algo que me resultaba muy satisfactorio. Me levanté del sofá y decidí preparar desayuno, al menos eso podía hacer, pero antes de eso quería hacer mi rutina, que consistía ir al baño, simple pero cómodo.

Cuando me paré frente a la puerta del baño, pude fijarme que la puerta de la habitación de Con diamantes estaba entreabierta, caminé para cerrarla, pero antes de llegar vi a Lucy completamente desnuda... ¡Oh por Dios! Su cuerpo era tal como me lo imaginaba, tenía unas curvas fantásticas, su abdomen estaba totalmente marcado, sus pechos estaban para chupárselos, oh su trasero, su trasero era gloria pura... Estaba excitado, lo estaba porque verla de esa manera me volvía loco, veía a Lucy de otra manera y ya no podía retroceder, quería hacerla mía, hacerle el amor, tocarla, besarla, quería hacer tantas cosas con ella que con tan solo pensarlo mi miembro se endurecería mucho más. ¿Qué puedo hacer para calmar esa calentura?

Me alejé rápidamente para que ella no se diera cuenta de que la estaba mirando, luego me dirige a la sala de estar y me senté en el sofá. Benjamín Green, cálmate, tengo que dejar de pensar en eso. De pronto siento como Lucy entra a la sala de estar con una bata puesta, tomé de inmediato una de las almohadas y la pude por derriba de mi entrepierna.

—No, qué asco, Ben—dice Lucy al mirar mi acto. Si supieras porqué estoy así, princesita.

—Ya sabes, erecciones matutinas, aunque si quieres puedo masturbarme en tu baño para dejar de tenerla—digo con una sonrisa pícara, la expresión de Con diamantes fue todo un poema.

—No, asqueroso, mejor date un baño frio, tengo que irme temprano al hospital, así que quiero verte listo en unos minutos, no metas la pata, idiota—dice alejándose de mí. ¿Cuánto tiempo más podré soportar no estar con ella? La deseo tanto y ahora más que nunca.

Estaba en la sala de espera del hospital donde se encontraba Lucy, dijo que iba a salir en un momento, pero se le ha presentado algo, así que tengo que estar aquí haciendo nada. Vi como el ginecólogo ese se acercaba a mí...

—Hola, sé que te pondrás a la defensiva porque Lucy y yo podamos tener una relación, pero quería decirte que si vas a pelear conmigo, que sea limpio y aquí todos sabemos que tengo las de vencer contra alguien como tú—hijo de puta.

—¿Qué te hace pensar que yo no tuviera oportunidad con ella? —pregunto sonriendo.

—Solo mírate, pareces un muerto de hambre sin educación. No tengo nada contra de ti, no quiero ni discutir contigo, pero tienes que darte cuenta que Lucy se preparó muy bien como para estar contigo, tu no le darías la calidad de vida que se merece. No tienes nada que ofrecerle y eso no lo puedes cambiar, muchacho—dice acomodando su corbata impecable.

—No todo en la vida se trata de lo material, puedo ofrecerles otras cosa—digo viendo como Lucy se acercaba a nosotros—Y otra cosa más, no voy a pelear contigo por ella, Lucy no es un objeto y ella misma puede decidir con quién quedarse.

—Chicos—Lucy nos miró a los dos—Tienen mucho de qué hablar, ¿saben?

—Ya hablamos, creo que hemos hecho las paces—dice con una sonrisa—¿Quieres tomar un café? Conozco un sitio muy cerca de aquí, hasta podemos ir caminando si lo deseas.

—Me encantaría, pero tengo planes y he hecho esperar a Ben como para irme. Podemos ir otro día si gustas.

—Bien, será para otro día—y alguien aquí perdió la primera ronda.

Caminé por el pasillo de aquel hospital junto a Lucy, quien estaba murmurando unas cuantas cosas mientras usaba su celular, es hora de hacerle la pregunta.

—Lucy, ¿puedo hacerte una pregunta? —ella me mira y luego guarda su celular.

—Claro.

—¿Te enamorarías de un hombre que no te pueda ofrecer una calidad de vida como la que tienes?


Aceptando el amor ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora