Capítulo 4

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Después de toda una tarde planeando con mis amigas que debería ponerme para mi cita con Matt nos decidimos por una falda ceñida hasta las rodillas, gris con flores celestes. Junto con una camiseta de tirantes color blanco, que dejaban entrever un ligero escote.

Paula me ayudó a lizarme el pelo con las planchas, mientras Sam me maquillaba. Ellas no sabían lo importante que era esta noche para mí, pero aun así me ayudaban a que este perfecta. Cuando terminaron, me acerqué al espejo y grité de la emoción. Mis ojos celestes destacaban con el Eyeliner simple que me había hecho Sam y mis pómulos se veían mucho más pronunciados. Mi tez no ras muy blanca ni muy morena, pero gracias a este verano en España, lucía un bronceado espectacular. El pelo rubio y liso me caía sobre los lados y me llegaba casi a la mitad del abdomen.

Corrí hacia las chicas y les di las gracias entre abrazos y besos.

—Tengo las mejores amigas del mundo —anuncié mientras buscaba mi pintalabios favorito. Les di un beso a ambas y salí por la puerta.

Esta noche pensaba volver a estar bien con Matt, como lo estábamos hacía un año y medio cuando hicimos oficial nuestra relación. Pensaba olvidarme totalmente del asqueroso de Bruno y todo lo que conllevaba su nombre.

Me detuve en las puertas grandes del comedor y me arreglé el pelo. Cuando abrí las puertas, un taconeo firme y fuerte me acompañó al centro de la sala. El comedor era una sala rectangular, cubierta de mesas redondas con manteles blancos, y decoración extravagante, como todo en este internado. Unos enormes ventanales daban paso a la terraza con luz tenue. La piscina estaba ligeramente iluminada junto a las mesas que estaban casi vacías.

Centré mi atención en nuestro sitio de siempre en la esquina derecha del comedor y no vi a Matt por ninguna parte. Empecé a sentirme estúpida por haber llegado tan pronto y pensé en que hacer mientras lo esperaba. Miré las mesas buscando alguien con quien entretenerme mientras y me di cuenta que, al fondo, junto a los sillones, estaba Matt esperándome. Hinché los pulmones de aire y me encaminé hacia él.

— ¿Quieres que nos sentemos en la terraza? —preguntó en voz baja mientras se separaba de mí. Yo asentí en silencio. Me cogió de la mano y me condujo hacia al exterior. Las únicas personas que teníamos cerca era una pareja demasiado ocupada en sus asuntos como para fijarse en nosotros.

—Si tienes frío podemos cambiar de sitio —me dijo Matt cuando nos sentábamos de espaldas a ellos.

—No, estoy genial. —Me cubrí las piernas en piel de gallina con las manos y centré mi atención en él. No hacía suficiente frío como para arruinar nuestro momento a solas—. Cuéntame que tal tu verano.

—Ha sido genial. Mi padre nos llevó a Charlie y a mí a su viaje en Australia —me contó entusiasmado sus viajes durante estos tres meses y lo escuché atenta. Dolida me pregunté porque nunca había cogido mis llamadas.

Puse mi mano derecha sobre su brazo y se lo acaricié despacio. Él me miró sorprendido. No porque lo hubiera tocado, ya que manteníamos una relación con mucho contacto, sino porque nunca daba yo el primer paso.

—Tienes que ir algún día, es muy diferente a Los Ángeles.

Mi madre nació en Estados Unidos y por eso vivíamos allí. Cuando tenía trece años me mandaron a un internado y ellos cambiaron la residencia permanente de Nápoles a Los Ángeles porque mi padre cortó su relación con Marco Brachielli. A mí me era indiferente, ya que pasaba el mayor tiempo en estas paredes y en verano viajaba lejos de ellos.

Adoraba a mis padres, pero mi madre me presionaba mucho para que hiciese siempre lo que ella quería. Desde que cumplí trece años me dejé muy claro que vida tenía que llevar: encontrar marido rico y poder vivir cómodamente, siendo alguien importante. Muchas veces pensaba que me tenían aquí encerrada para que cumpliera mi cometido. Mis padres adoraban a Matt. Nuestras familias eran muy amigas y nuestras madres estaban empeñadas en que nos casásemos al acabar el curso. Cuando le conté que teníamos problemas puso el grito en el cielo. Su charla de como "reconquistarlo" aún me causaba pesadillas.

OLVÍDAME. Esto es la guerra - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora