Capítulo 25

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La vuelta a clase ha resultado mucho más fácil de lo que esperaba. Todo el mundo habla sobre nuestra  relación. Me resulta molesto que estén continuamente observándonos. Antes, seguramente disfrutará con su atención y sus cotilleo mal disimulados, pero ahora lo único que deseo es poder pasar desapercibida para estar a solas con Bruno.

Hoy hemos quedado para ver una película en la sala de ocio de siempre; esa que se ha vuelto nuestro lugar preferido. Termino de ajustarme el pelo en el recogido que me he hecho y salgo disparada por la puerta. Como siempre, llego tarde. Por suerte, Bruno está acostumbrado a mis tardanzas. Cuando llegó me lo encuentro en el sofá mirando al techo, me cuesta hacerme a la idea de él en estas paredes. En Italia es difícil verlo así de apagado o aburrido, siempre que lo miraba distraído estaba con una sonrisa. Me pregunto cómo ha sobrevivido todo este tiempo encerrado sin poder salir. Al principio a mí también me daba claustrofobia, pero después de tantos años me he acostumbrado. Ahora incluso veo inútil tener un móvil en la mano todo el rato.

Me deslizo a su lado en el diminuto sofá y me ahueca entre sus brazos, me da un pequeño beso en la sien y  se queda mirándome en silencio unos segundos.

— ¿Qué te pasa? Te noto distante —pregunto al sentir su mirada perdida.

Mueve la cabeza.

—No es nada.

Me incorporó y lo miro desde lo alto.

— ¿Qué ha pasado? —le exijo saber molesta por mantenerse reservado.

Resopla dándose cuenta que no me daré por vencida hasta que sepa lo que ha ocurrido.

—Es mi padre —al notar lo tensa que me pongo enseguida me tranquiliza—, No le ha pasado nada. Es solo que me ha llamado. Esta bastante molesto, ¿sabes? Nunca lo había visto así y me ha preocupado...

— ¿Es por lo nuestro? —pregunto adivinando por dónde van los tiros. Asiente lentamente y me muerdo el labio inferior nerviosa. ¿Por qué nuestros padres no puedes sencillamente aceptarlo?—, ¿Qué te ha dicho?

—No quieres saberlo.

Miro al techo. Me sostengo la barriga y la aprieto ligeramente. No puedo evitar sentirme nerviosa y asustada; quizás su padre ha logrado convencerlo que lo nuestro es un error. Me observa antes de incorporarse y sostiene mi rostro entre sus manos.

—Less, no te preocupes. No van alejarme de ti. Tarde o temprano tendrán que acostumbrarse.

Consigue sacarme una sonrisa, que logra calmar mi ansiedad.

—¿Por qué tiene que ser todo tan complicado? —le pregunto. Nuestros padres están decididos a arruinar lo nuestro. No hacemos nada malo, solo nos queremos.

—Nadie dijo que fuera a ser fácil. Es mi padre, lo entenderá —me tranquiliza acariciándome el brazo.

Une sus labios a los míos y el vello se me eriza bajo sus manos. Se sacude el cuerpo y me mira con su sonrisa tan característica. Esa que me deja sin habla.

— ¿Qué hacías que has tardado tanto? —cambia el tema quitando hierro al asunto. Relajo mis músculos y le hablo sobre mi conversación con Paula sobre unas chicas de primero. Rueda los ojos y se ríe de mi por mi absurda preocupación. En el fondo solo intenta hacerme reír, él sabe lo importante que es para mí el comité de alumnos y lo respeta.

Pasamos el resto de tiempo disponible enredados en el sofá hablando y besándonos. Cuando otra pareja se dispone a ver una película nos escabullimos fuera y paseamos por los jardines. Por más que Bruno intenta hacerme reír no puedo quitarme de la mente su cara de preocupación por su padre. Sé lo apegado que está Bruno a su padre, y lo quiero que sufra por él.  Recupero sus palabras y me quedo pensando en lo bueno. Seguro que todo se arreglará pronto y podremos estar juntos sin que nuestros padres se metan de por medio.

OLVÍDAME. Esto es la guerra - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora