El viernes comienzan las vacaciones de Navidad. Al fin, después de duras semanas de exámenes, podré descansar. Por suerte, creo haber aprobado la mayoría de ellos. Paula está muy orgullosa de mí. Este año he necesitado mucho menos su ayuda. Quizás se deba a que he prestado más atención a clase y he dedicado más tiempo a los estudios. Antes, lo único que me importaba era estar perfecta para los demás y para mi novio. Como cambian las cosas en apenas tres meses.Estoy llamando a mi madre. Es lo que tiene, cuando se olvida completamente de los horarios del internado. Soy muy consciente de que mi madre odia tenerme en casa, para ella es más importante atender a sus negocios de publicidad e imagen. Supongo que, por eso, termine a los 14 años internada aquí. Era un estorbo para ella. Al principio fue muy duro separarme de mi ciudad y mis entonces conocidos, pero luego me acostumbre. Era más fácil empezar desde cero así.
Al quinto pitido descuelga el móvil. Su voz de afecto y cariño fingido me impacta. A estas alturas no lo puede evitar. Está tan poco familiarizada con el hecho de ser madre que es normal que se le olvide como actuar. Hablo con ella las palabras justas y obligatorias; le recuerdo que tiene que recogerme el viernes al mediodía, y le cuento en resumidas cuentas mi vida. Omito el hecho de que ya no estoy con Matt. Eso prefiero guardármelo para cuando la vea en persona; mi madre adora a Matt. No me sorprende, Matt es hijo de uno de los empresarios más conocidos en Europa. Es famoso por sus comercios, y choradas de la bolsa. Debería saberme su negocio de memoria, con todas las veces que mi madre me ha repetido lo genial que son la familia, pero siempre me han dado igual.
Cuando termino de hablar con ella, salgo dando trotes de la sala, aliviada de poder dejar de fingir que me interesa su vida pública y las muchas veces que ha salido en las revistas. No sé cómo voy a hacer para poder soportarla dos semanas enteras. A ella y a mi padre, fingiendo delante de las cámaras ser el maldito matrimonio perfecto, y teniendo miles de discusiones cada noche. Antes, cuando era más pequeña intentaba poner de mi parte para volver a unirnos cómo familia, pero a estas alturas solo deseo que hagan lo mismo de siempre, y me dejen tranquila.
Descubro a Bruno hablando con algunos chicos y lo saludo al pasar. Lleva un balón de fútbol en sus manos y está vestido de deporte. Cuando me ve se centra en mí y me saluda con una leve inclinación de cabeza acompañada de su sonrisa de siempre. Tiene el rostro sudoroso y enrojecido. Acaban de estar jugando al fútbol.
—¿De dónde vienes? —se acerca a mi lado—. Oye, Dek, toma el balón — le grita a Derek mientras le lanza el balón. Éste lo sujeta en el aire y vuelve a lo suyo.
—Estaba hablando con mi madre —le informo y empiezo a hablarle sobre nuestra conversación. Algo va mal. Voy disminuyendo el tono de voz hasta cesar mi habla. Su rostro cambia completamente cuando menciono a mi madre. Tensa la mandíbula y su cabeza empieza a moverse, inquieta, mientras expulsa aire por las fosas nasales.
— ¿Qué pasa? —le exijo saber y él sigue enfadado. Insisto—, ¿he dicho algo malo? — parece reírse de alguna especie de chiste privado. Aparenta estar dispuesto a hablar, incluso gritar o pegarle a alguien, pero algo cambia en su expresión. Sacude la cabeza y sus ojos me vuelven a penetran enfurecidos. Los vellos se me erizan por la profundidad de su mirada.
—Nada — Suelta sin más y se marcha.
Sin entender lo que ha ocurrido, vuelvo a mi habitación y empiezo a hacer las maletas. Sea lo que sea que le haya sucedido ya se le pasará. Bruno tiene unos cambios de humor muy drásticos cuando quiere.
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OLVÍDAME. Esto es la guerra - Completa
Ficção AdolescenteAlessandra Marzolini lo tiene todo: belleza, popularidad y al mejor novio del internado. Bruno Brachielli es todo lo que ella odia en un chico: arrogante, mujeriego y conflictivo. Regresa a su vida para poner todo patas arriba. Hace años que no s...