Capítulo 12

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Me solían encantar los domingos; levantarse tarde, tener todo el día para descansar y disfrutar de esa tranquilidad. Esa mañana me había levantado con el cuerpo frío al recordar todo lo que pasó la noche anterior con Matt, no podía dejar de pensar en cómo me había dejado allí sola, sabiendo que estaría mal. Y después estaba Bruno, ya no podía negarlo más. Me encantaba estar a su lado; era como si nada hubiese cambiado entre nosotros. Me volvía a sentir yo misma.

Desde que Bruno llegó no dejaba de actuar de una manera distinta, me costaba mantenerme en mi mundo, como si volver a convivir con él me recordase quien realmente era. Pero esa niña aventurera, gritona e imparable se quedó atrás. Ya no jugaba en el barro, ni hacía competencias de escupitajos ni guerras de eructos, todo aquello quedó en el olvido, junto con mi inocencia y mis vaqueros desgastados.

Cuando más tiempo pasaba su lado más me costaba distinguir la línea que separaba mi pasado de mi presente. No podía dejar de darle vueltas a sus palabras «Superficial y fría». Claro que me había vuelto así, fue la única manera de romper con mi antiguo yo y dejar de permitir que las demás niñas se metiesen conmigo, fue la única manera de encajar.

Y por eso ese domingo no estaba segura de poder mantenerme firme. Esa mañana Bruno me había dicho que podíamos hacer el maldito trabajo en el aula de estudios. No creía que pudiese sobrevivir a una tarde entera a solas con él. Cada vez que estaba a su lado mis hormonas se ponían de fiesta y me impedían actuar con racionalidad.

Estaba arreglándole el pelo a Paula; esa tarde tenía su cita con Chris. Estaba nerviosa, lo notaba en cómo le temblaban las manos y en cómo se mordía las uñas. Cada vez que lo hacía le apartaba las manos de un manotazo.

— ¿En qué piensas? —me preguntó resignada metiéndose las manos entre las rodillas para no caer en la tentación.

—En lo de anoche, Matt..., Bruno —confesé cogiendo otro mechón de su pelo y pasando la plancha, formando un pequeño rizo. Esa mañana me vi obligada a contarle todo lo sucedido, no pude disimular con ella.

— ¿Qué vas a hacer? No puedes seguir con él.

—No lo sé, no creo que pueda dejarlo, lo quiero muchísimo. —Lo cierto era que no me podía dar el lujo de dejar a mi novio, ¿qué haría yo sin él?

—Por mucho que lo quieras, lo primero eres tú. Por lo menos espera a que se disculpe. —La miré por el espejo agotada. Ambas sabíamos que las probabilidades de que Matt se disculpase eran mínimas. Nunca lo hacía, simplemente esperaba a que yo me cansase de estar mal y volviese a sus brazos.

Terminé de arreglar a Paula y le di unos pequeños consejos para su cita. Era raro imaginarse a Chris saliendo con una chica, todo el mundo que lo conocía diría que era una broma. No era mal tío, en realidad era un amigo genial y siempre estaba haciendo bromas. Pero lo que se refería a las chicas..., no podía reconocerle a Paula que tenía miedo que fuese a romperle el corazón, tenía miedo que para él solo fuese un juego, porque al mirar a paula veía lo ilusionada que estaba con todo aquello. Mientras la observaba arreglarse por novena vez el vestido me anoté mentalmente hablar con Chris y recordarle que si le hacía daño le cortaría los huevos.

—Estás hermosa, deja de mirarte tanto —dije apartándola del espejo y llevándola a la puerta—, no te preocupes, todo saldrá genial.

—No dejo de pensar en Sam. Me siento mal, ella ha estado enamorada de Chris desde el primer año y... en el fondo sé que le molesta que salga con él.

—No —la callé negando con la cabeza—, te prohíbo que pienses en ella. No se lo merece, está siendo cruel con nosotras.

— ¿Qué crees que le pasa?

OLVÍDAME. Esto es la guerra - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora