Capítulo 21 parte I

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*Reproducir The Fray - Look After You*

Mi madre Raffaella y yo tuvimos una discusión de las buenas. Anoche, nada más atravesar el umbral de la puerta, empecé a llamarla a gritos desesperados entre lágrimas y sollozos. Cuando le replique el no haberme contado la verdad, sus únicas palabras fueron «¿Quien más lo sabe?» Lo que provocó que terminase de perder la cordura. Horas más tarde, y tras acabar afónica por los gritos, termine cayendo en la cama.

Esta mañana al levantarme, me ha costado varios pestañeos darme cuenta de que todo era real. Mi propia madre; la misma que me veía llorar o jugar sola en el patio, echando de menos a mi amigo. La misma que me ha escuchado mil veces enfadada por la ignorancia de Bruno o sus ataques públicos contra nosotros. Ahora todo cobraba sentido. Mis padres son la peor peste de este país. ¿Cómo es posible que mi madre haya seguido casada con un hombre como él?

Esquivo a mi familia; incapaz de mirarlos a la cara, y me refugio en el jardín con lo primero que pillo de la nevera para desayunar. Fuera hace un día sorprendentemente soleado. No hay ni una nube en el cielo y para estar en diciembre hace un calor agradable. No es el calor propio de verano, pero el sol está  muy presente.

Me calzo las gafas de sol y desayuno a solas. Envío un par de mensajes a Paula, reclamando su atención. Después de diez minutos, el Iphone empieza a vibrar por una llamada entrante. Arrastro el botón verde, sin necesidad de ver el nombre. Hablo con Paula una eternidad. No sé cuánto tiempo, pero lo suficiente para sentir los brazos ardiendo por el sol. Le he contado absolutamente todo lo que sucedió anoche. Escucha mientras insulto a mis padres y acabo, inevitablemente, llorando. Sus conejos y palabras logran tranquilizarme lo suficiente para ser capaz de entrar dentro.

Dejo el plato en el lavavajillas y tomo un vaso de agua fría. La casa está como normalmente. Vacía y en silencio. Seguramente mis padres la han abandonado hace un rato. Sus eventos públicos requieren de su totalidad. Me siento en el taburete y juego con el teléfono en la mano debatiendo si seguir adelante o no.

Al ver el día tan bueno que hace, se me ha ocurrido una idea para pasar la tarde. El plan incluye a Bruno y su sitio favorito en Nápoles.  Al menos, lo era cuando apenas éramos unos críos.  Conociéndolo, supongo que lo seguirá siendo. Dejo de comerme el tarro y tecleo las palabras.

¿Nos vemos hoy?

Espero desesperada a que lo lea. Y rezo para mis adentro con que este despierto. Son las 11 y media de la mañana, pero para Bruno, en vacaciones, es como si fuesen las 6. La respuesta llega justo antes de terminar de morderme todas las uñas por los nervios.

Esperaba tu mensaje 😊
¿Qué propones?

Decido dejar en un misterio el lugar. Me hace ilusión ver su cara cuando lleguemos.

¿Te parece bien a las 4?
Nos vemos donde siempre.

Empieza a llegarme mensajes sin parar preguntándome si todo va bien. No lo culpo por estar asustado por lo que haya podido hablar con mi madre ayer. Por suerte, por muchas tonterías que me diga, no pienso volver a caer en la misma trampa. Esta vez no me prohibirá que vea a Bruno.

Estoy caminando hacia nuestra esquina. Me he puesto unos vaqueros cómodos y una camiseta de rayas blancas y azules. A pesar de la buena temperatura, estoy tentando al tiempo vistiendo así, por eso llevo en el bolso una rebeca por si refresca. Me estoy acercado cuando veo su figura a lo lejos. Sonríe al verme y se acerca a mi lado.

— ¿Cómo estás?  —me pregunta directo.

—Bien. Mejor que ayer —le respondo tras mis gafas de sol. Agradezco llevarlas y poder estudiar su magnífico cuerpo. Lleva unas bermudas y una camisa azul, con los botones de arriba abiertos ¡Este hombre quiere acabar conmigo! Me he fijado que lleva su barba afeitada. Me ha impactado verlo así, casi siempre lleva una barba recortada. Parece más joven, pero igual de guapo.

OLVÍDAME. Esto es la guerra - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora