Capítulo 32

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—Quédate quieta —me ordena Paula mientras termina de hacerme la trenza—. Y si, ya te he dicho mil veces que sí.

Respiro tranquila. Sé que estoy pesada pero necesito que esté todo perfecto. Está noche celebro mi cumpleaños y he reservado la sala principal para poder hacer la fiesta que hago todos los años.

— ¿Seguro que no me he pasado con las flores? —pregunto. Paula tira con fuerza del pelo obligándome a echar la cabeza hacía atrás. Me quejo con un grito y ella me manda a callar.

—Estará todo perfecto, como siempre. Ahora déjame hacerte la dichosa trenza en paz —pongo los ojos en blanco agradeciendo que no me pueda ver. Nos quedamos en silencio y me dedico a dibujar líneas en mis piernas mientras me relajo con sus manos entre mis pelos—. Less, sé que no quieres hablar del tema, pero Chris me ha dicho que Bruno ha estado...

— ¡Shh! —la mando a callar al oír el nombre de Bruno y me pongo erguida en la silla—, no quiero saber nada de esa persona. Para mí no existe, ya te lo he dicho. No me interesa saber con quién se ha pegado o con qué tía se está dando el lote...

—De eso te quería hablar, lleva más de un mes sin estar con ninguna chica, y Chris dice que lo ve raro.

— Él es raro. Y no me importa. Seguramente se haya quedado sin tías, teniendo en cuenta que se ha liado con todas y cada una de ellas—replico molesta. No puedo evitarlo al hablar de él.

—Está bien, tienes razón. No quería abrir la herida —dice Paula volviendo a su tarea. Respiro varias veces.

—Ya ha cicatrizado —suelto en un hilo de voz.

Han pasado varias semanas desde que Bruno me beso. Aún recuerdo inevitablemente aquel día, pero intento ignorarlo. Al principio, intente buscar una explicación, un motivo... me di cuenta a tiempo que no la había. Para él yo solo soy un juego y hace conmigo lo que le da la gana. Por eso, cerré página y me centre en mí. En mi curso, en los eventos y en mi vida antes de él. No va a jugar más conmigo, eso se acabó.

— ¡Listo! —anuncia Paula.

Me pongo de pie para mirar su trabajo en el espejo. Sonrío ante nuestro reflejo y planto un beso en su mejilla.

— ¡Te adoro! —Sonríe. Me siento en el sofá y termino de calzarme los tacones. Me pongo en pie y miro de nuevo nuestro reflejo, ambas vestidas con el uniforme—.Serán mis últimas clases con 17 años.

— ¡Dios! Es verdad...que mayores nos hacemos —dice achinando sus ojos.

—Lo sé. Ya mismo dejaremos el internado —comento entristecida. Paula se queda igual que yo y se abraza mí.

—Voy a echar de menos tenerte como compañera de habitación —la aprieto con más fuerza.

—No seas tonta, seguiremos viéndonos —le doy un beso en la cabeza y me separo de ella.

Busco en el armario la americana del uniforme mientras Paula sale de la habitación. Cierro corriendo el armario y me quedo sorprendida al ver a Paula frente el umbral de la puerta con los ojos abiertos.

— ¿Qué haces... —pregunto mientras me hago un lado para poder ver que es lo que la ha dejado así.

En la puerta está Bruno con el puño en el aire, como si fuese a tocar la puerta. Sus ojos pasan de Paula a mí mientras baja las manos. Me pongo recta enseguida y noto como poco a poco, mi rostro se va volviendo frío. Escucho a Paula hablar con él y entonces, ignorándola por completo, Bruno entra en la habitación y cierra la puerta tras de sí. Todos nos quedamos en silencio.

—Quiero hablar contigo —dice mirándome fijamente. Suelto aire por la boca y me cruzo de brazos a la defensiva.

—No tengo nada que hablar contigo, así que márchate.

OLVÍDAME. Esto es la guerra - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora