Esta mañana me he levantado con un sudor frío. Los nervios me comen por dentro y no dejo de tropezar y darme golpes con las cosas. Estoy ansiosa por saber la verdad. Todo el mundo está reunido ya en la sala de actos: los profesores, los padres, los alumnos... todos.
A penas nos han dado tiempo para hablar con ellos así que solo me he limitado a fulminar a los míos con la mirada. Mi padre desafiante, y mi madre como si el asunto no tuviese nada que ver con ella. No sé ni que han venido a hacer, aquí no hay fotógrafos ni reporteros que puedan publicar su buen acto de venir a ver a su hija graduarse.
La ceremonia comienza y uno a uno vamos recibiendo el diploma. Cuando llega mi turno avanzo nerviosa hacia el escenario y me hago la foto. Me tiemblan las rodillas, me sudan las manos... y no tiene nada que ver con esta estúpida ceremonia que he estado esperando cuatro años. Lo único en lo que puedo pensar es en lo que nos tiene que decir Marco, a quien no encuentro entre los familiares. Bruno y yo nos miramos de vez en cuando, y nuestras miradas hablan más que cualquier palabra.
Cuando la ceremonia termina, todos salimos fuera y los alumnos se reúnen con sus padres. Veo a Paula con Chris y sus familias y la saludo. También está Sam con sus padres, y la veo mirar por el rabillo del ojo a Matt. Hoy conocía a sus padres, y no hace falta ser adivino para saber que está muerta de miedo. Entierro los tacones entre el césped y me hago paso hasta mis padres, que están hablando con el director. Llego a su lado y les dejo claro que no estoy para circos, así que mi padre se excusa enseguida de él.
— ¡Felicidades cariño! Estamos orgullosos de ti —grita mi madre abrazándome. Su perfume dulce me invade. La separo de mí y la miro con recelo.
— ¿Qué hacéis aquí? —les pregunto. Mi madre me llamo hace una semana confirmando su asistencia, pero creería que al final no serían capaces de venir—, ¿no teníais una entrevista o algo por el estilo?
—Alessandra, ¿por qué nos hablas así? —dice mi madre pero la ignoro. Mi vista está fija en el asqueroso de mi padre. Como alguien puede ser tan mezquino. Mi madre no deja de mirarnos nerviosa—. ¿Me he perdido algo?
— ¿No te ha dicho tu marido cual ha sido su última maldad? —le pregunto sarcástica.
— ¿De qué está hablando, Amelio? —inquiere mi madre.
—No es ni el sitio, ni el lugar para hablar de eso —dice mi padre en italiano. No quiere que nadie nos escuche.
Veo a lo lejos a Marco con Bruno y el corazón me da un vuelco. Se abren paso hacía nosotros y mi madre parece alucinar al verlos. Marco planta cara a mi padre, quien parece a punto de perder los nervios.
—Raffaella, que gusto volver a verte —dice Marco en italiano. Mi madre frunce el ceño.
— ¿Qué quieres, Brachielli? —Inquiere sin paciencia mi padre.
—Lo que todos queremos, Amelio. La verdad —pronuncia su nombre con asco.
Me inclino hacia bruno y susurro en su oído:
— ¿Y tú madre?
—Ha preferido no venir. No quería ver a tu... —responde con la voz más baja que puede. Asiento para que no termine la frase.
Marco se saca un sobre amarillo de la americana.
— ¿Qué sucede? —pregunta con desesperación mi madre.
—Sucede que según él —digo señalando a mi padre con repugnancia—, Bruno es hijo suyo.
Mi madre abre los ojos como platos y se lleva sus manos con una perfecta manicura a la boca.
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OLVÍDAME. Esto es la guerra - Completa
Teen FictionAlessandra Marzolini lo tiene todo: belleza, popularidad y al mejor novio del internado. Bruno Brachielli es todo lo que ella odia en un chico: arrogante, mujeriego y conflictivo. Regresa a su vida para poner todo patas arriba. Hace años que no s...