Capítulo 34

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Estoy tan harta de todo. Harta de ésta montaña rusa de emociones. Un día Bruno está ausente, y pasando de mí, otro, decide hablarme como si nada hubiese ocurrido y no tengo más remedio que salir huyendo de él. Esos son los peores días; porque al menos cuando discutimos, me recuerda lo capullo que es. En cambio, cuando se sienta a mi lado en biología y me habla sobre cosas de clases, sobre el tiempo, e incluso sobre ropa interior masculina no sé qué diablos hacer. Siempre, termino enganchada al movimiento de sus labios al hablar, o al sonido de su risa mañanera, o a sus bufidos de queja. Sin duda, todo es más fácil cuando simplemente se sienta lo más alejado de mí en clase, y finge que no existo. Esos días, mi corazón puede funcionar con normalidad.

Ayer fue uno de los malos días. Estando en clase de biología ha empezado a hablar de fútbol; así, como si nada. Sencillamente ha sacado el tema y no ha parado hasta que la sirena ha anunciado el final. Me sorprende la facilidad que tiene para hablar consigo mismo, porque lo único que hago es mirar al frente y fingir prestar atención a la profesora. Aunque siendo sincera, es demasiado notorio; mis sonrisas al oír alguna de sus tonterías me delatan. La cosa es que no sé cuánto tiempo soportaré estar así. Incluso me he planteado abandonar el internado, llamar a mis padres y acudir junto a mi abuela una temporada. Siempre que termino descolgando el teléfono me hecho atrás. Tengo muchos más motivos para seguir adelante y no salir huyendo. Paula es la principal.

Llego a la habitación y dejo el mp4 en mi mesilla y recojo mis cosas del aseo. He salido a correr para desconectar un momento del torbellino de pensamientos. Completamente sudada y con la respiración agitada me meto en la ducha. Los baños están vacíos. La mayoría de las chicas aprovechan las tardes de los sábados para hacer cosas más productivas. Añoro mi vida anterior, siendo una más de ellas. Disfrutaba del simple hecho de caminar por los pasillos y llamar la atención de todo el mundo. Entonces todo era más fácil.

Enjabono mi cuerpo y me permito unos minutos bajo el agua ardiendo. Las lágrimas salen de mis ojos en silencio. Estoy mucho mejor, he vuelto a sonreír y a disfrutar de los días; pero a veces, sencillamente, me vengo a bajo. ¿Cómo puede seguir doliendo algo que ocurrió hace tanto tiempo? Sus palabras aun siguen clavadas a fuego en mí. Lo había entendido, había asimilado que era un cerdo y que estaba jugando conmigo. Lo había superado. Pero estas semanas no he dejado de dar vueltas a lo mismo, y hay muchas cosas que no me encajan. ¿Por qué tiene esos cambios de actitud? Sigo sintiendo la continua sensación de que hay algo detrás de todo...

Entro minutos más tarde a la habitación y me pongo al día con los trabajos y ejercicios de matemáticas. El trabajo de biología lo he hecho sola. Bruno se ofreció a hacerlo juntos, como la última vez, pero me negué rotundamente. Después de un pulso de palabras, me dejo ocuparme por completo. Siempre que le doy la espalda, su mirada se me queda pegada al cuerpo. Sé que estoy siendo más fría que nunca, pero juraría que cuando las palabras salen de mi boca, parecen golpearle. Quizás su ego masculino se vea tocado o quizás, ... quizás le duelan mis palabras. «Serás ingenua» me regaño mentalmente. Estiro las manos por encima de mi cabeza y me dejo caer sobre el respaldo de la silla.

Anoche tuvimos una noche de chicas e hicimos una fiesta de pijamas en la habitación. Nos hicimos las uñas, mascarillas y cotilleamos sobre chicos hasta el toque de queda. Ellas están entusiasmadas por mi ligue con Gus. Reconozco que el chico es muy guapo: rubio con el pelo rizado, alto, delgado y con ojos claros muy bonitos, pero no me gusta. Nada. Lo besé, pero solo fue por hacerle daño a Bruno. Cuando lo vi, sin quitarnos la vista de encima, no pude resistirme. Quería que, por una vez, sintiese lo mismo que siento yo. Lo que no esperaba es que se interpondría entre nosotros, y me apartaría de Gus de esa manera.

Al principio me enfade, me moleste muchísimo con él. ¡Dios! Quería matarlo. ¡¿Cómo se atrevía a sacarme de esa manera?! En cuanto sus manos se posaron sobre mi piel, y sentí el calor de su cuerpo pegado al mío, se me paso cualquier rastro de enfado. No había duda, lo quería. Aun lo seguía amando, después de todo lo que me había hecho, seguía siendo suya. Y entonces, me cabree aún más. No pude evitar sentirme desilusionada. Minutos antes estaba besando a Gus, un chico guapo y agradable, y el simple roce de la mano de Bruno sobre mi piel me estaba provocando mucho más que su beso. Temí por no volver a sentirme completa en la vida.

OLVÍDAME. Esto es la guerra - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora