Capítulo 23 parte I

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Son las mejores vacaciones de mi vida. Quizás me esté quedando incluso corta. Me aferró con más fuerza a la cintura de Bruno y entierro mi cara en su espalda. Lo rápido que me he acostumbrado a ir en moto con él es asombroso. Llevamos tres días moviéndonos sin parar por la ciudad; fuimos al cine, al teatro, de picnic en el lago... soy tan feliz que temo que la pompa explote en cualquier momento. No sé porque tenía tanto miedo de arruinar nuestra amistad. Somos los mismos que siempre pero ahora nos besamos. Cosa que me vuelve loca.

Se detiene y me ayuda a bajar. Ha aparcado la moto en un callejón alejado del centro de la ciudad. Desde que nos pasó aquello en el restaurante con la prensa vamos con mucho cuidado. La dichosa portada nos ha dado ya bastantes problemas con nuestras familias. Su padre, al enterarse, lo llamo inmediatamente. Por lo visto, nadie está de acuerdo con nuestra relación. La suerte es, que a ambos nos da igual.

Comemos en un sitio de comida rápida; donde sirven los mejores perritos calientes que he comido jamás y pasamos el resto de la tarde mirando tiendas. Estoy probándome el noveno vestido cuando salgo del probador y se lo enseño a Bruno. Sus ojos se ensanchan y sonríe afirmando.

— ¡Estás preciosa! —dice.

—Has dicho eso mismo de los ocho anteriores —digo. Pongo mis manos en mi cadera y me miro en el espejo. Es un vestido negro largo, con un escote demasiado pronunciado, que para mi gusto, me hace menos pecho.

—Eso es porque te quedan todos genial —lo miro con los ojos en blanco—, ¿Qué? Digo la verdad. Cómprate el que sea y vámonos ya. Estamos perdiendo el tiempo.

Lo fulmino con la mirada. ¿Por qué será que los tíos odian tanto ir de tiendas?

—Tengo que elegir un vestido para la fiesta del Sábado —le vuelvo a informar mientras entro de nuevo al vestidor. Me bajo la cremallera del lado y me lo quito. Aparto mi melena rubia a un lado.

— ¿Estas segura que es buena idea que vaya? —pregunta desde fuera. Me cubro inmediatamente el cuerpo con mis manos y sonrió ante mi reflejo. No puede verme,  y aun así me siento avergonzada.

— ¿Te estás echando atrás? —le reto. Paso un brazo por el vestido y luego el otro. Deslizo la puerta y este me mira con una ceja alzada. Le doy la espalda—. ¿Me lo cierras?

Veo por el espejo cómo alza la vista al cielo.

—Me quieres volver loco —dice mientras sus dedos me suben la cremallera. Me acaricia la espalda poniéndome la piel de gallina. Deja un beso en mi cuello y continúa hablando—. No me estoy echando atrás, es solo que quiero que estés segura de lo que vamos a hacer. Cuando entremos juntos en la fiesta, nos van a querer matar.

Me doy la vuelta mirándolo fijamente. Cuelgo mis manos en sus hombros para poner más énfasis en mis palabras.

—Yo estoy segura, ¿y tú? —pregunto firmemente.

Hace relucir una amplia sonrisa y me da un beso tierno. Demasiado corto para mi caprichoso corazón.

—Lo estoy —dice. Sus ojos de deslizan por mi cuerpo—, este vestido no me gusta.

Frunzo el ceño mirándome en espejo. Es un vestido dorado ceñido al cuerpo por encima de las rodillas. Con una sola manga que cuelga en mi fino brazo derecho.

— ¿Por qué?  A mí me encanta —le pregunto desde el reflejo con unos pucheros. El mueve la cabeza negando y me desinfla el ánimo.

—No puedes ir vestida así, Less. ¿O es que quieres que acabe a golpes con todos los tíos?

Me fuerzo por aguantarme la risa.

—Estás celoso —le acusó divertida.

— ¿Celoso? —se queda pensativo unos segundos mientras se rasca sus pelos rubios. Este hombre no aguanta ni un minuto peinado. Vuelve a mirarme directamente a mí, y acaricia el borde del vestido en los muslos—, no estoy celoso.

OLVÍDAME. Esto es la guerra - CompletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora