Han pasado unas semanas desde que nos escapamos. Gracias a dios no nos pillaron y salimos inmunes de todo aquello. Aun recordamos con gracia todo lo que pasó y como tuvimos tanta suerte. También juramos no contárselo a nadie, ya que seguramente llegaría a oídos del director. Hemos tenido la mayoría de finales, lo que nos ha dejado poco tiempo para socializar. Todas las tardes, Paula y yo volvíamos agotadas al dormitorio y nos poníamos a estudiar o hacer trabajos para entregarlos a tiempo. Por suerte, ya han acabado la mayoría. Solo nos quedan dos o tres exámenes más la semana que viene, y después de eso: vacaciones. Menos mal. Estoy ansiosa por volver a casa y poder salir y respirar aire nuevo. Las navidades no son unas fiestas que me gusten demasiado, pero es la única vez en el año que nos juntamos toda la familia. Lo que quiere decir que volvemos a casa de verdad, a Nápoles. Me muero de ganas de ver a mi Nonna.
Me estiro en el escritorio y cierro el dichoso ordenador. Ya está bien por hoy. Es domingo y necesito desconectar un momento. Vuelvo a calzarme las botas y salgo dirección al comedor. Al menos, con la barriga llena, podre pensar mejor. Y me muero de ganas de unos bollos de Marga. Paula me ha abandonado; se ha ido por ahí con Chris. Como ella va mucho más adelantada que yo en los trabajos y las asignaturas se lo puede permitir. Yo aún tengo que estudiar literatura universal. Menos mal que se inglés desde pequeña y manejo con fluidez la gramática. No me quiero ni imaginar lo que tiene que ser para aquellos alumnos que han llegado de otros países, como Francia o España sin saber mucho del idioma.
Una tenue luz baña por completo el amplio comedor. Fuera el clima es nublado y lluvioso. Hay unos cuantos alumnos sentados en las mesas con libros hasta arriba y cafés. Muchos de ellos se han unido en grupos de apoyo y estudian juntos. Marga me atiende con el mismo cariño de siempre. Me cuelo dentro de la barra y le doy unos cuantos besos. El recordar a mi abuela me ha puesto sentimental. Hace mucho que no tengo una relación unida con mis padres, pero Nonna siempre me acoge entre abrazos y besos. Lo añoro.
Termino de hablar con Marga y me siento con algunas de mi curso. Esta Jessica y Amanda. Cuando empiezan a hablar y cotillear las mando a callar y les recuerdo sus tareas. Resignada y casi obligadas, vuelven a sus trabajos. No quiero que por mi culpa vayan a suspender. Por eso siempre estudio en mi habitación, allí nadie me molesta. Y más ahora, que Sam ya no está junto a nosotras. Su rincón vacío nos sigue torturando cada vez que lo vemos.
Avispo a Sam en la sala y me da un vuelco al corazón al verla apoyada sobre las piernas de Matt. Se ven tan felices estudiando juntos que me provoca sentimientos contrarios. Por un lado, me cabrea el que estén tan bien teniendo en cuenta lo que me han hecho. Pero, por otro lado, al ver la sonrisa de par en par de Sam me siento mal. Mal por cómo ha decidido hacerlo. Si tan siquiera hubiese sido sincera conmigo, y me hubiese contado sobre sus sentimientos... Todo habría sido tan diferente. Me hubiese costado asimilar su relación, pero la aceptaría y me haría a un lado para que ella fuese feliz.
Vuelvo a mi bollo e intento distraerme con las vistas de la terraza, y el bosque a lo lejos. Todo ha salido como tenía que salir, y no pienso perdonar el que me mintiese y me hablase cómo lo hizo. Al fin y al cabo, todo pasa por algo.
—¿Qué haces aquí sola? —pregunta Bruno a mis espaldas. Me hace gracia que, a pesar de estar en una mesa rodeada de más compañeras, sepa de sobra que me siento sola.
Las chicas de la mesa levantan la vista de sus apuntes y comienzan a babear por el rubio de ojos azules y grandes brazos. Pongo los ojos en blanco y me levanto de la silla, alejando la tentación de sus depravados ojos. No puedo evitar que se sientan atraídas por él, ya que sé la clase de sensación que provoca tenerlo cerca. Aun así, no soporto que lo miren o que intenten coquetear con él delante de mí.
—Me han abandonado —comento una vez estamos solos—, ¿y tú?
Señala su libro de literatura y se encoge de hombros.
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OLVÍDAME. Esto es la guerra - Completa
Teen FictionAlessandra Marzolini lo tiene todo: belleza, popularidad y al mejor novio del internado. Bruno Brachielli es todo lo que ella odia en un chico: arrogante, mujeriego y conflictivo. Regresa a su vida para poner todo patas arriba. Hace años que no s...