6. lago de fuego.

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—buenos días Danielle.— dijo el joven de cabello azul cielo, su cara toda roja y con el ceño fruncido...

—b-buenos días... — dije con un todo molesto, igual toda roja.

Él se sentó en su banca donde el profesor le había dicho y no nos dirigimos la palabra.

Era....tan....diablos....

—Danielle, ¿estas dormida?—escuche decir una chica con voz tierna y aguda.

Creo que pensó eso ya que estaba acostada en la banca como la mayoría de las clases.

Asenti con la cabeza.

—ay Danielle...—escuche una tierna risa salir de ella.—si estuvieras dormida, no contestarías ¿sabes?—acaricio lenta y suavemente mi cabello.

—lo sé.— dije con voz ronca y la boca llena de lágrimas.

—¿D-Danielle?— contesto ésta preocupada. Se agacho quedando mi cabeza frente a su cara.

—ayuda....— pedí.

—Danielle...

—¿qué tiene?— escuche una voz nueva. No la anterior a la de la chica, era una voz un poco mas grave pero procedente de una mujer.

—no lo sé...creo que esta llorando.— seguía acariciando mi cabello.

—ya veo...— se agacho también. —Danielle, no espero que me respondas pero quiero que sepas que me interesas y....ñeh, dime qué te pasa.—dijo esa ultima entre risas.

—es prohibido.— dije ronca y desanimada.

—mh...¿cosas de magos?—dijeron las dos chicas entonadas.

—cosas que ningún humano común debe saber...— aun seguía con mi voz ronca.

—bien, pero que conste que queríamos ayudarte ¡eh!— sin querer me sacaron una risa.— eso Danielle.— dijo la joven de voz grave.

Se retiraron al igual que toda la clase y yo me quede dormida todo el receso, me quede dormida entre todas las lágrimas en la banca, no soportaba la idea que en un segundo mi amistad con Milo se haya acabado....

Me dormí entre ese lago de fuego que me quemaba desde adentro...

***

Una especie de estación de tren subterráneo, lleno de plantas, verde hasta el más mínimo centímetro cuadrado; estaba sentada en la banca para esperar el tren...aunque no fuese así.

De repente, las vías comienzan a vibrar causando un leve sonido que lastimaba mi tímpano. Después de eso paso un tren, que al pasar daño todas las plantas que se encontraban en la vía causando una masacre verde en aquel lugar, sentía el dolor de éstas, sentía su perdida...no era bonito...

Como lloraban sin ser escuchadas....era desesperante no poder hacer nada...¡maldita sea!

Además del matadero que trajo el tren maldito de las desgracias dejó una luz, esa luz flotante se acercaba y se acercaba mi rostro. Al sentirla en mi nariz esta se puso roja, estaba calientita y a gusto...no tardo mucho cuando sentí que aquella luz me había besado la nariz...o así lo había sentido.

Se fue alejando y alejando hasta que llego a la orilla de la banqueta, en un segundo encantado llego un tren lleno de hojas, flores, verde hasta donde podía ver, y paro justo enfrente de la luz. La luz entro al tren y no pude evitar seguirla hasta el interior del trasporte.

Por dentro, estaba cubierto de plantas, parecía una selva verde con flores tropicales de todo tipo y colores, mágico...olía tan fresco que me perdí en el olor, drogandome sin saber que pedo con mi vida me fui a sentar.

51 chocolates de Danielle.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora