Capítulo 4

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Jared

6 de septiembre 2014

Con un resoplido por fin estacione frente a la casa de mi mejor amigo. Hace años que no me acercaba a éste lugar. Nada había cambiado mucho, las mismas casas de colores claros y jardines bien cuidados, el césped verde se extendía por todas las entradas, bordeando los caminos.

Mis padres se mudaron cuando entré a la universidad, fue gracias al trabajo de mi padre que ahora debía hacer cinco horas en avión para poder verlos.

Baje del automóvil con dos botellas de vino tinto y un pastel que pase a comprar en el camino. El auto de Michael ya estaba estacionado, al igual que el de Roger. Veníamos los tres juntos, pero yo tuve que desviarme para comprar algo y no llegar con las manos vacías. Ellos tuvieron la inteligencia -y el tiempo- de ayer por la noche comprar lo que traerían.

Toque el timbre en la casa de Roger y éste abrió la puerta y salio seguido de mi primo, los dos con cajas de galletas en las manos. Tal vez me esmeré demasiado, pero era por ello que yo le caía mejor a la madre de Roger, y a su tía.

Caminamos a la casa de enfrente y esta vez fue Roger quien toco el timbre, paso una mano por su cabello y puso una gran sonrisa en el rostro. Le gustaba estar con su familia, lo sabia muy bien, a mi también me gustaba estar en sus reuniones familiares, tenían todo ese ambiente cálido de las películas.

Una mujer de cabello ondulado nos abrió la puerta y una femenina sonrisa surgió en sus labios pintados de naranja.

-¡Tía Serena! -saludó Roger mientras abrazaba a la menuda mujer.

Luego del intercambio ella nos miro. Mi primo y yo la saludamos con un beso en la mejilla, la señora Cobiane siempre fue amable con nosotros desde que llegamos a vivir al vecindario años atrás.

Pasamos a la cocina siguiendo a la mujer, dejamos las cosas que traíamos sobre la mesa, la tía de Roger tomo una de las botellas de vino que deje y leyó la etiqueta, me miró con una sonrisa.

-Tiene buenos gustos joven.

Yo sonreí, de esa manera en la cual mi madre decía que derretía a las mujeres.

-Es muy amable en decirlo, señora.

Michael y Roger rodaron los ojos tras ella y mi sonrisa se ensanchó.
Ellos sólo trajeron galletitas, yo traje algo que sabía agradaría a los mayores.
No me culpen por ser inteligente.

-¡Mi cielo! -se escuchó un chillido.

La señora Lucía corrió y abrazo a Roger, el se agachó e hizo lo mismo. Roger era como una cabeza mas alto que su madre. La elevó unos segundos sobre el suelo y luego la bajo besando su frente.

Se enfrascaron en una pequeña charla de un par de segundos y luego ella nos saludo.
La madre de Roger siempre fue amable y atenta, al igual que su hermana, solo que ella nos tenía más confianza por obvias razones, pase muchas de mis tardes metido en el sofá de su sala o en el cuarto de su hijo jugando vídeo juegos.

-Me alegro mucho de verlos.

Nos dijo con una sonrisa muy maternal, me recordó a mi madre y la extrañe.

-También nos alegramos de verla, señora Lucía. Hace mucho que no tenemos el placer de convivir.

Esta vez fue Michael quien destilo simpatía y encanto. La madre de Roger nos abrazo nuevamente y luego los tres la seguimos hasta el jardín.
Me entretuve un poco tras ellos fijándome en la decoración austera y elegante, me sorprendió que a pesar de ellos se sintiese cálido.

Prohibido Decir Te Quiero [TERMINADA | BORRADOR 2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora