Capítulo 37

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Grace

31 de diciembre, 2014

Mi casa huele a chocolate y canela, y eso es gracias a que mi madre se está esmerando con los postres para la cena de esta noche. Son apenas las nueve de la mañana y ya hay cinco pasteles que se deben decorar, y por supuesto, eso me toca a mí.

Recojo mi cabello en una coleta alta antes de coger la dulla y ponerme a decorar con la crema batida. Hacía años que no hacia esto, me obliga a rememorar los buenos momentos.

—¿Cuántos vendrán esta noche? —cuestiono a mamá mientras me debato entre el color rosa o el azul para un pastel de durazno.

—Estaremos casi todos, es por ello que debo hornear cinco pasteles más, para hoy y mañana.

Estoy por contestar, pero la voz de Dona Summer a alto volumen corta mi respuesta. Mi padre entra segundos después a la cocina tarareando la melodía. Eso inevitablemente me saca una sonrisa. Ambos intercambiamos una mirada y comenzamos a cantar a todo volumen haciendo reír a mi mamá.

Papá me ayuda con los pasteles mientras mi madre continúa pesando, mezclando y revolviendo masa. No sé exactamente cuánto más pasamos así, pero para cuando Anne entra ya casi hemos terminado, e incluso nos ha dado tiempo de hacer algunos cupcakes para el desayuno.

—Huele delicioso —murmura mi amiga, quien está arreglada y desperezada.

—No lo negaré. También se ve delicioso gracias a mí.

Anne rueda los ojos y va a saludar a mis padres antes de ofrecer ayuda. Claro que ya no hay mucho en lo que pueda ayudar, salvo hacer el café. Casi es medio día así que el hambre ya está presente.

—¡Yo quiero un poco de lo que sea que hornearon!

Ese sin duda alguna es mi amado primo Roger. Entra en la cocina con toda la confianza y saluda antes de ir directamente a los pasteles y comerlos todos con la mirada. Él realmente luce extasiado, creo que incluso podría babear un poco.

Acompañándolo están Louis y los primos Danniels, quienes también saludan con cortesía y comienzan a alabar el buen aroma y aspecto de los postres. Mi madre les advierte que no pueden tocar los pasteles, pero les da acceso a los pequeños pastelillos que yo aún estoy decorando.

Los salvajes se atreven a robar mi trabajo artístico, por más que lucho por defenderlo. Tan solo entre Roger, Louis y yo combatimos, por más que les doy manotazos intentando alejarlos, terminamos embarrados de crema batida y harina. Mis padres solo pueden reír, nos peleamos como unos críos de seis años.

—¡Son unos monstruos! —acuso, sacando mi vena dramática—. ¡Salvajes!

Mis primos ríen y entregan el botín a sus secuaces. Yo los miro mal y me cruzo de brazos, decidida a no dirigirles la palabra en lo que resta del día.

Me ofrezco a limpiar y lavar los trastes una vez terminamos de desayunar, la cocina se vacía. Comienzo a llevar la vajilla al fregadero, empezando por lo más sencillo de lavar. En realidad, el lugar luce como si un pequeño tornado hubiese pasado por el sitio.

Tarareando cualquier cosa que se pasa por mi mente, comienzo mi labor, absorta en la melodía que suena en mi cabeza. Lo que me sobresalta son unas manos que rodean mi cintura por detrás, pero no tarda en llegar la conocida colonia de Jared hasta mí. Besa mi hombro y me regala una hermosa sonrisa.

—¿Quieres que te ayude?

Le devuelvo una sonrisa un tanto vacilante y me distraigo fregando un vaso más de lo necesario. Una parte de mi quiere que se aleje y la otra solo quiere besarlo con necesidad, pasar los dedos por su cabello. Creo que Jared interpreta mi silencio como una afirmación y me ayuda secando y guardando los utensilios de cocina donde le voy indicando.

Prohibido Decir Te Quiero [TERMINADA | BORRADOR 2017]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora