Estaba enojado con los tres el cual parecían competir en quien podría controlar más mi vida. Papá con sus amenazas de hacerme un abogado y de ser capaz de todo para que eso se cumpliese, mamá me tiene entre sus manos, sabe lo del antro y es un arma mortífera en contra mía, ni siquiera sabía que podría traicionarme de esa manera, y claro, no nos podemos olvidar del mayor tirano que eh visto en mi vida...
Bennett, el no solo me tenía en sus manos, si no que me obligaría a suicidarme si le diera la gana, supo cómo mover sus hilos y enredarme en su telaraña de astucia. El muy sucio pensó en cada uno de sus movimientos. Yo no pude anteponerme ante él, tal vez aun soy muy inexperto en esto de la guerra, no me parezco en nada a papá el cual siempre logra salirse con la suya, creo que en ese punto le admiro un poco a él.
Mi mente no dejaba de cavilar aunque yo trataba de distraerme hasta con el vuelo de los pájaros, la mañana estaba cenicienta, y parecía que el cielo iba a caerse, había una afanada brisa que hacía que todo se moviese a su paso, hasta los más grandes árboles que parecen firmes y de raíces fuertes se bamboleaban al son del viento.
En cuanto salí del auto para entrar al instituto tuve que colocar mis manos entre los bolsillos de la sudadera de deporte, había un frio terrible, el clima parece anunciar que este no será un día favorable. Pero ya con todo lo que me ha pasado que podría ser peor...
Entre a mi clase de deporte, esta vez estábamos en la cancha techada, afuera caía un torrente lluvioso muy fuerte, desde luego que cuando termino la clase, el clima pareció atenuarse, decidí ir al comedor a leer algo relajado mientras escuchaba música, ya tendría tiempo de hacer lo que Bennett quería que hiciese.
-¡Marcus, Marcus!- Decía Lizeth, una de mis escandalosas y chismosas compañeras de clase, mientras casi me arranca el hombro, yo me quito los audífonos y la miro.
-¿Qué sucede Lizeth?- Respondo de pronto.
-Ven- Dice y sin pedir permiso me toma del brazo, yo como títere me dejo llevar por sus rápidas zancadas pero antes de que lleguemos a la entrada de la escuela me detengo.
-Espera, ¿qué rayos pasa?, ¿por qué me has sacado así del comedor?
-Mira por la ventana y veras- Dice en un sinfín de muecas, ¿pero que podría tenerla de esa manera?, ni que se fuese a acabar el mundo, de seguro es una estupidez, pienso en cuanto pongo mis ojos en blanco ladeando la cabeza.
Pero si, mi mundo se acababa en ese instante, que alboroto más grande. Habían como veinte periodistas, y camarógrafos, todos conglomerados en la puerta de la escuela, también habían algunas patrullas policiales con sus escandalosas sirenas encendidas.
-¿Qué es eso?- Pregunto en un hilo de voz.
-El director dice que te andan buscando, el mando a buscarte pero pensé que sería mejor traerte cuanto antes y me les adelante- Decía mientras mascaba chicle estrepitosamente.
Papá me va a matar, esta vez la muerte de Matt quedara al olvido cuando el coja su pistola y me plante un tiro en la cabeza, y si él no lo ase mamá lo ara. De pronto mis manos temblorosas no saben qué hacer y siento que mi celular está vibrando. Aun mi mirada está depositada en el indómito cumulo de personas que intentan traspasar esa rejilla para despedazarme vivo, ¿recuerdan la escena de "Recident Evil"?, ¿cuándo los zombis intentaban traspasar la barrera para comer carne humana?, pues esto se parece mucho. Solo que aquí el único que será devorado soy yo. De pronto contesto la llamada, el móvil no para de repicar.
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Oprobio
JugendliteraturMarcus O'Connell Russel, un chico atormentado por un duro pasado en donde el presente es el mejor recordatorio, siempre tuvo que vivir al margen de una sociedad de hipócritas, harto de falsas sonrisas para el momento de posar para una revista, y de...