19 (Marcus). Contra mi mismo segunda parte.

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Doy una patada en el aire mientras sigo caminando con la mirada gacha y mis audífonos puestos a todo volumen, no sé por cuanto tiempo eh estado caminando, pero esta calle es larga y si tengo que recorrerla mil veces para calmarme, lo are con gusto.
  De pronto unas manos delgadas y delicadas me detienen, me toman por los hombros y me zarandean, mis ojos no pueden creerlo y mi mente confusa busca una explicación lógica del por qué esa persona está frente a mí. Esos mismos ojos azules, ese mismo hermoso rostro, y esos desordenados cabellos plateados y ahora con algunos toques rosa huao…
Era ella, la chica rubia, y sin meditarlo mucho imágenes de aquella noche en el antro pasan rápidamente por mi mente; ella en aquella barra tomando una copa conmigo, luego bailando al son de la música, después los dos en la terraza...
  Estaba desconcertada, miraba a todos lados, pero a la vez su mirada reflejaba seguridad.
-¿Qué sucede?- le pregunte luego de un rato, hablamos de muchas cosas, pero ella aun miraba a todos lados, ella ladea la cabeza algo disuadida- ¿Dime que sucede?, Confía en mi- le digo, tenía que saber que rayos le estaba pasando.
-Me están persiguiendo- fue lo que dijo, y el terror se vio reflejado en esos brillantes ojos.
  El miedo me paralizo, le perseguían, ¿quién coño lo hacía?, esta chica de procedencia extraña estaba esperando una respuesta pero de mí solo salían balbuceos…

  Mi garganta estaba seca, mi tórax lleno de dolores, mis piernas cansadas y mis pulmones también, estábamos en un oculto jardín de las tantas extensas tierras del vecindario, ella y yo. Descansando luego de una incesante persecución, le pregunte por que le perseguían, ella me dijo que no sabía. Pero en ese rostro había algo más que dudas. En cierta manera me aliviaba, ella no parecía tener miedo, más bien me hico reír con sus ocurrencias, y todo paso de sustos y persecuciones, a risas desmedidas.
  Tanto fue así que le invite un cigarrillo, estábamos en una parte cubierta por unos grandes árboles, rodeados de arbustos y plantas de jardín, un pasto enlodado por el clima de ese momento, nos sentamos en el pasto que se mantenía húmedo gracias a los rocíos que recogían de la lluvia. Los dos como esa misma vez, teníamos algo de calma, ella había dicho que no se sentía bien en ese momento, que la habían traicionado, y vale que me sentí identificado con lo que le pasaba.
  Los dos nos quedamos allí por mucho tiempo, hasta que las impetuosas estrellas bailasen en sus brillo en el cielo oscuro, nos recostamos uno del lado del otro y veíamos la inmensidad del cielo ceniciento, cada uno perdido en sus pensamientos… el cielo lúgubre, oscuro, pero con puntos brillantes que lo hacen ver hermoso, así era mi vida…
  Luego de unos minutos, volví de nuevo a tierra, sentí mi celular vibrar por décimo quinta vez, me levante de pronto y decidí responder, voltee los ojos determinadamente en cuanto vi el número, pero a la vez me sorprendí y mi corazón dio un brinquillo, ¿Qué rayos hace llamando a estas horas y a mi celular? Me pregunte.
-¿Qué quieres?-Pregunte pegado a la bocina, mi tono era distante, seco, pero decoroso.
-Buenas noches, Marcus, estoy en tu casa ahora mismo tu mamá sufre una crisis de nervios, y no precisamente porque irresponsablemente te escapaste- Benner hace una pausa, oh mama, se me encoje el corazón- Cuando se dirige a tu padre, es eso lo que la aterra, o te vienes ya, o no sé qué podría pasar- su tono era tan sobrio como siempre, yo asentí como si el pudiera verme y colgué.
¿Por Dios como no pensé en eso?   
  
   Llegue a casa con paso de gato, nadie me vio entrar y fui lo más sigiloso posible, mis pasos eran algo temerosos, si, tenía miedo de encontrar algo tras esas puertas de madera. Estaba ya en vestíbulo que conectaba a la sala, sabía que allí estaría mi padre hecho una furia misma, mis manos temblorosas y dudosas abrieron estrepitosamente la puerta.
Cuando me encontré con la ostentosa y amplia sala, esos tres ojos rebotaron en mi tan de prisa que ni note lo que hacían antes de que entrara, unos eran nerviosos, otros inexpresivos, y los últimos con un toque de diversión.
-¡Hijo, ven, ven!- dijo papá, ¿qué mierda pasaba aquí?- Tu profesor me ha invitado a tomar unas copas con el- dijo en cuanto yo me hacerse, este me tomo del cuello, cada parte de él olía a alcohol mezclado con perfume caro…asqueroso- Es un profesor muy interesante, ¿A qué no?
  Yo lo mire extrañado, las borracheras del señor O´Connell suelen ser totalmente violentas, además siempre bebe solo, no puedo creerlo, ¿Bennett ha conseguido esto de papá?, ¿Cómo lo hace?
  Yo sonrió; es casi una mueca, papá se ve algo enrojecido y me mira con esos ojos oscuros y bailantes, sonríe y esta medio despeinado. Pero aun mantiene algunos destilados juicios, su espalda erguida y sus movimientos sutiles y calculadores (Casi todos menos el apretón a mi cuello) pero su tono delata la cantidad de alcohol que ha consumido.
-Creo que deberíamos ir a la cama amor, ya el profesor Bennett estará muy cansado- dice mamá, creo que trata de ocultar sus nervios, claro, como siempre…
  Antes de tomar a papá me mira con una pizca de enojo, sé que tiene un sinfín de cosas por decirme y cuando tenga la oportunidad me lo ara saber. Pero sin mucha conversación y convencimiento, papá asintió, me soltó y se despidió de Bennett con una formalidad nata, aun debía mantenerse a la raya, el señor O´Connell sabe cumplir su papel aun con unas cuantas copas en la cabeza.
  Quedamos a solas, Bennett y yo, el uno frente a otro, tengo una ola completa de cosas por decirle, pero se me embullan todas en la garganta y no deja que module ni una sola palabra, me muevo por el lugar, toco el sinfín de adornos que hay: una mesita de madera, una bailarina de cristal, y unas copas que están ordenadas minuciosamente en una repisa gigante y ostentosa.
-¿Dónde estabas Marcus?- pregunta Bennett, yo volteo a mirarle, tiene los brazos cruzados y la mirada helada.
-No creo que importe- le corto.
-¿Qué te pasa?- parece extrañado. ¿Qué?, ¿Que me pasa?, me pasa de todo Bennett pero eres incapaz de captarlo todo, y no pienso explicártelo, yo paso mi lengua por entre mis labios y miro al suelo exasperado-¿Sabes que tuve que entretener a tu padre por todo este tiempo?, ¿para poder despistarle?, tu madre llamo nerviosa…
-¡Vale ya me lo imagino!- le grito, el abre los ojos, está sorprendido- lo sé, mamá de seguro no sabía qué hacer, y…- esta parte no me gusta, deberle otro favor a Bennett- De seguro te llamo como último recurso, para que papá no se diera cuanta de mi ausencia- termine por bajo.
  Bennett asiente lentamente, sus ojos están fieros así como toda su cara, su mandíbula se prensa al igual que sus labios. Se acerca a mí, mucho, tanto que siento su respiración. Mierda ¿y ahora qué hago?
-Por qué no mejor dejamos de pelear y…- Me coge la barbilla, intenta besarme, pero yo le quito la mano de un fuerte tirón y le empujo, mi rostro y cuerpo están erguidos, serios y bravíos. Mi mente me recuerda la escena del instituto, el besando a la chica de cabellos dorados bronce.
-No, no quiero nada de ti- dije contundentemente, en eso entra Frederick al despacho y Bennett cambia de semblante, ahora parece más calmado, pero sé que solo finge.
-Entonces nos vemos mañana, revisa lo que te mande por correo, son unos verbos en italiano- hace una pausa y mira a Frederick, le sonríe amable- yo ya me retiro, es algo tarde.
-Le acompañare al aparcadero profesor Bennett- dice Frederick inexpresivo como siempre, se arregla los lentes.
-Buenas noches, Marcus- se despide, en su tono hay algo oculto, yo dudo pero al final le respondo.
-Buenas noches, profesor- me retiro sin más, subo por las escaleras y mis pisabas son fuertes, que bueno que el cristal sea reforzado. 
  Cuando llego a habitación doy un portazo fuerte, estoy de los más exasperado posible, abro las panorámicas y me dirijo al balcón, me aferro a la cerca de metal, aprieto fuerte, y le miro, él también lo hace. Pero rápidamente me volteo y suspiro profundo.
  En cuanto su auto sale de mi campo visual me dirijo de nuevo a la habitación, ni siquiera se para que salí al balcón, ¿solo necesitaba verle una vez más?, Ya ni sé que siento. Tengo todas mis emociones vertidas en un remolino, en un huracán llamado Bennett, me siento en la cama y siento que mi teléfono vibra estrepitosamente, reparo el nombre en la pantalla y era Caitlin.
-Hola- mi voz era un susurro inexpresivo.
-¡Marcus!- grita Caitlin desde la bocina- ¡Santo Dios!, hasta que apareces, tu madre ha llamado a todo el mundo Marcus, estaba preocupada.
-Sí, lo siento, salí un rato a pensar y se me fue el tiempo muy rápido. Mamá suele exagerar un poco.
-¿A pensar?, ¿Tanto tiempo te tomo eso?, ¿Algo pasa?- Pregunta, yo suspiro, no estoy para interrogatorios, pero no quiero se grosero, mucho menor con Caitlin.
-Solo me distraje… siento que te preocuparas.
-Oh Marcus, sabes que eres muy importante para mí.
-Si lo sé, por eso me disculpo.
-Bueno entonces te dejo, para que descanses vale, nos vemos mañana en el instituto.
-Espera…Caitlin- de pronto hago una pausa y pienso en como formular esta pregunta:- sabes que hoy fue todo un revuelo lo de Bennett besando a esa chica, ¿tú sabes quién es?
-Bueno Marcus, lo que dijeron las chicas es que es la novia del profesor- de pronto siento una estocada en el corazón, una punzada tan fuerte que ase que deje de inhalar aire- también dijeron que tienen mucho tiempo juntos, y hasta planean casarse o eso fue lo que escuche, ¿Por qué lo preguntas?, tú no eres de los que te importen los chismes.
-No, es solo que como es mi profesor personal, tal vez pueda comprarles un regalo a los dos por su noviazgo- hago una pausa, tengo que excusarme mejor- además el profesor Bennett me ha ayudado mucho y quiero agradecérselo…me despido tengo mucho sueño Caitlin, que tengas linda noche.
-Okay Marcus, que descanses- se despide Caitlin con dulzura y se me escapa una pequeña sonrisa melancólica.
   En cuanto cuelgo, la sangre me hierbe a mil por segundo, aprieto el móvil fuertemente y aprieto mis ojos, en un arranque desmedido lo lanzo contra la pared, y este se estilla en miles de pedazos y caen al suelo uno por uno en fracciones de segundos. Pateo mi cama y me siento como un niño malcriado, pero no puedo evitar de sentir tano enojo, y eso me irrita mucho más, más bien todo en ese momento me tenía al borde del caos, me odiaba por lo que sentía, ¿por qué tenía que estar enojado?, ¿por qué tenía que importarme si Bennett tenía o no pareja?
¿Por qué?, ¿Por qué?, ¿Por qué?
  La impotencia que tenía me consumía por completo el alma, me senté en la cama mientras frotaba mi rostro, tratando de amarrar todo eso que estaba allí dentro y que se empeñaba en torturarme, pero fue en vano, al final lo deje salir, deje que todo eso fluyera en un llanto… totalmente vergonzoso…

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