Qué bueno que Sebastián no vino a buscarme con mis padres al apartamento de Benner, no quiero que sepa que me veré con él a estas horas, sería muy sospechoso. Y aunque la opinión de Sebastián sobre mí no me importe en lo absoluto, tengo que ser muy cuidadoso con lo que estoy haciendo, ya me arriesgue una vez en el antro, y vaya revuelo que provoque. Esta vez no será igual.
-Ten, de seguro te hará falta- le doy algo de dinero- Quédate en el hotel que quieras.
-No señor, puedo quedarme en la casa de mi hermana, queda cerca de aquí.
Responde en cuanto ya hemos aparcado en el edificio donde Bennett habitaba, yo entonces asiento y me guardo el dinero.
-Entonces te digo para que vengas por mí, tenemos que estar justo a las seis en casa, ¿entendido?
-Si joven.
-Y desde luego, gracias, serás recompensado por este favor o me dejo de llamar Marcus O'Connell.
-Bueno señor, ustedes los O'Connell siempre cumplen sus promesas- Dice.
Yo ladeo la cabeza, tal parece que la estirpe O'Connell es todo un sello...
-No creas todo lo que dice Frederick- le digo el ladea la cabeza confuso-Bueno, me voy, adiós- Me despedí y me bajé del auto.
En cuanto lo hice, saque mi teléfono y marque el número de Bennett.
-Hola, ya estoy aquí... profesor Bennett- Mi voz era un susurro. ¿Y por qué coño le dije profesor?, bueno ya ni siquiera sé cómo llamarle.
-Está bien Marcus, estaré allí de inmediato- Responde y cuelga.
No fue por mucho tiempo la espera, en cuanto di unos cuantos vistazos a la calle solitaria, ya se escucha un crujir de llaves sobre el metal de las rejillas del edificio, y al abrirse mostraron la figura impresionante de Bennett, estaba parado en él mural de la entrada. Era todo un adonis, yo suspire y mi mirada lo recorrió lo suficiente como para sentirme impetuoso ante el gélido clima, le sentaba muy bien una camisa ajustada vino tinto con negro, dejaba denotar por entre la tela unos musculosos brazos. Huao, cada vez Bennett me parece más atractivo. El me indica que pase, yo asiento y me siento como un tonto, en cuanto entro al lugar concibo lo acogedor que resulta ser.
Subimos por las escaleras de madera, y pasamos por varios apartamentos en un largo pasillo, hasta llegar al de Bennett. No recordaba cómo era ese lugar, de paredes blancas y muros color crema, al final del pasillo tienen un pequeño jardín. Justo antes de ese vergel esta la puerta de madera blanca, con un 94 echo de bronce. Bennett abrió la puerta con suma delicadeza, me invito a pasar, pero esta vez a su apartamento.
Entre al pequeño pero considerable lugar, estaba igual, al entrar se denota la sala con muebles, esta vez tenían telas blancas, en la cocina habían unas cajas y luego me di cuenta que por todos lados habían más cajas.
-Siéntate Marcus, buscare algo de tomar- Me indica, mientras me quita el abrigo yo le ayudo, luego me siento en los muebles forrados en telas blancas, mis piernas están temblando, y mis manos sudan. No me digan, que novedad, ya empecé a sentirme como un pendejo enervado. Luego de unos minutos le tengo en frente con dos copas y una botella, él con determinada experiencia sirve las dos copas y las coloca en una pequeña mesa de vidrio que esta frente a nosotros. Yo cojo una copa y bebo del no determinado líquido, es refrescante pero a la vez quema en la garganta, no sé cuándo pueda acostumbrarme a beber alcohol.
-Salud- dice en cuanto bebe un trago también y se sienta en el mismo mueble que yo, pero él está en el otro extremo, cruza sus piernas y me mira con esos brillantes ojos, me pierdo en la oscuridad de su iris por un momento, luego bebo un poco más, a ver si él alcohol me valentona un poco.
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Oprobio
Novela JuvenilMarcus O'Connell Russel, un chico atormentado por un duro pasado en donde el presente es el mejor recordatorio, siempre tuvo que vivir al margen de una sociedad de hipócritas, harto de falsas sonrisas para el momento de posar para una revista, y de...