Estaba empapada, mis manos temblaban frenéticamente, me fui caminando hasta la casa de Hanna, ni un puto taxi quiso llevarme, en cuanto vi la conocida estructura enladrillada con vitrales, me di cuenta que ya había llegado. La lluvia había cesado un poco, pero eso no quitaba el frio que invadía mi cuerpo, así toda mojada toque nerviosamente la puerta de madera que estaba justo frente a mí, escuche unos pasos que venían desde unas escaleras.
-¡¿Pero Dios mío Mía que haces toda empapada? te resfriaras!- Hanna dio casi un salto de impresión, mientras me miro de arriba abajo. Tenía que lucir muy desastrosa para poner los nervios de Hanna a mil por hora.
-Disculpa que llame a esta hora, pero...
-No importa, pasa ya tendrás tiempo de contarme, vamos arriba- Indico Hanna mientras me ayudaba con las maletas.
En cuanto entre me conseguí con estrecho pasillo y unas escaleras, subimos por ellas y luego entramos a la sala, no había nadie, o en realidad todo el mundo estaría durmiendo, me senté en uno de los muebles mientras temblaba de frio. Hanna me brindo un paño con el cual secarme y abrigarme.
-¿Qué rayos paso Mía?
-Me fui del apartamento, esperaba que me dieras alojo, solo por unos días, si quieres puedo trabajar en la tienda de tu mamá, o ayudarlos con los...
Mis palabras eran nerviosas y tan rápidas como flechas en el aire.
-Espera, vamos con calma, ¿qué te fuiste?, ¿y eso por qué?- Pregunta en cuanto me da una taza humeante y caliente con chocolate y se sienta a mi lado, yo presiono fuerte el pocillo para sentir el calor. Ladeo la cabeza y solo miro el espumoso líquido achocolatado.
-Tuve una discusión con él, Hanna yo no merezco estar bajo las comodidades que me proporciona mi tío, él ha de estar cansado de mí y mis adicciones. Ya viene siendo hora de que madure, y coja mi rumbo sola.
-Eso está muy bien Mía, pero la pregunta es si estas preparada para ello, las cosas no son como las pinta tu cabeza, Dublín es una ciudad difícil en donde alguien que no ha cursado la universidad así como tú, tiene pocas oportunidades. Te aseguro que mamá te puede dar trabajo en la tienda, pero... ¿Siempre estarás detrás de un mostrador?
-No, pienso retomar mis estudios, esta vez quiero centrar cabeza.
-Oh amiga y cuantas veces me has dicho eso- Su voz no parece muy alentadora, pero era cierto.
-Sé que no me crees, y no te culpo, pero siento que esta vez es distinto.
- Esta bien, te apoyo- Me planta una linda sonrisa de esas que me hacen sentir mejor- pero ahora ve a bañarte cojeras un resfriado. Vamos, vamos- Me ordena yo obedezco.
Me quito la ropa toda mojada, y me metí en la ducha con agua caliente, estaba deliciosa, recorría mi cuerpo como un bálsamo relajante, dure un tiempo allí mientras dejaba que cada gota de agua recorriera mi piel a ver si así podía olvidar todo lo que me había pasado. Pero nada se iba, seguían los recuerdos pasando por mi mente, mis demonios no me dejaban en paz y me subyugaban. Suspire profundo y absorbí todo ese mal que me envolvía como una neblina sombría.
Tenía que ser fuerte...
Cuando salí de la ducha, me sentí mejor, Hanna me presto ropa, pues la de mi maleta también estaba enchumbada, era una piyama a juego color grisácea de "Mickey Mouse", luego de colocarme la piyama me hice una coleta, tenía el cabello revoloteado y era mejor tenerlo recogido.
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Oprobio
Novela JuvenilMarcus O'Connell Russel, un chico atormentado por un duro pasado en donde el presente es el mejor recordatorio, siempre tuvo que vivir al margen de una sociedad de hipócritas, harto de falsas sonrisas para el momento de posar para una revista, y de...