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Los días siguientes pasaron con rapidez, desde luego las cosas con Bennett a mi parecer iban de maravilla y cada vez Maia se veía más suelta, era muy inteligente para el gusto de Bennett y era por eso que al segundo día de clases con acompañados con Maia el muy desgraciado nos había mandado a los dos un sinfín de tareas. Yo me enfurecí mucho porque sabía que lo hacía para vengarse, pero no podía fallar ni un poco, ayudaría a Maia para que se quede con nosotros si es posible por todo el periodo académico...
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El viernes de esa semana había llegado, mi plan seguía en pie, me levante con una satisfacción que no cabía en mi pecho, ni siquiera me importaba que ese día tenía deportes; hice los ejercicios con naturalidad y no me peso ni un poco...
Decidí ir a las duchas en cuanto el cumulo de deportistas con índices de superioridad ya se hubiesen ido con Hans, no tuve que hacer mucho esfuerzo en saber cuándo las duchas estarían libres de ellos, pues sus bulliciosos pitidos y habladurías resonaban por todo el pasillo. Yo cerré mi casillero y me encamine a mi objetivo con paso calmado.
Entre al espacioso lugar, dividido en cuatro hileras de casilleros y en cada pasillo habían bancos de madera, había algunas vestiduras regadas en el suelo, aparte de bulliciosos son desordenados como y puercos. Ladeó la cabeza al recordar que todas las chicas se mueren por la camada de deportistas, si no fuera porque Hans es uno de ellos los odiaría con todo mí ser, no hacen más que ocupar espacio en este mundo, nada más... El lugar esta algo oscuro, y hace mucho calor por el vapor del agua caliente empozada en las duchas.
Me introduzco en una de ellas luego de unos minutos, siento el chorro de agua caliente que recorre mi cuerpo y me relaja, me frotó la piel con el jabón y lo paso por cada parte de mi desnudo cuerpo, luego cierro el grifo en cuanto quedo satisfecho. Salgo de la cabina de baño y tranco la puertilla de madera.
En cuanto me dirijo a mi casillero para coger algo de ropa, me quedo mirando en el espejo, hay uno grande al fondo, que ocupa casi toda la pared, también hay unos lavamanos de porcelana blanca, me apoyo en ellos y suspiro profundo. Miro al chico de melena oscura y ojos azules que esta frente a mí, se ve triste porque en el fondo sabe qué hace lo que hace porque está dolido, porque no acepta su realidad.
Recordaba como esta piel ha sido de él, cuando la primera vez me tomo y me hizo suyo sin más motivos que su deseo, y luego lo volvió a repetir reiteradas veces. Sus besos aún estaban allí, como marcas invisibles pero que muy en el fondo las sentía presentes, como si fuese puesto un sello de él, un artilugio que hace que lo desee cada vez más...
-¿Qué haces aquí tan solo Marcus?- Susurra una voz a mi oído, mi corazón da un brinco inesperado tan fuerte como nunca, y en cuanto mis ojos se abren la figura que tengo tras de mí, mantiene esa rítmica marcha.
-Bennett- modulo en un susurro- ¿Pero qué rayos haces aquí?- Me aparto de él lo más que puedo, él sonríe con esa cara de picardía y de chico joven que tiene, yo parpadeo fuertemente anonadado.
-Tranquilo, tranquilo- dice levantando las manos algo divertido- Solo pasaba por aquí, y te vi solo, quería hacerte compañía.
-Puedes retirarte- le indico para que salga, él sonríe mucho más, una mirada oscura me intuye y unos movimientos rápidos y sigilosos como los de un felino me aprisionan en contra de los casilleros, su mano sostiene mi pecho y con la otra toma mi rostro.
-¿Eso es lo que realmente quieres?- pregunta tan cerca de mí que siento como su aliento cosquillear mi nariz, yo jadeo es lo único que sale de mi boca- Sé que me deseas Marcus, no entiendo por qué te empeñas en alejarme.
-Ah, pero que modesto sueles ser- Le suelto sarcástico.
-No ocultes lo inocultable.
-¡Yo no oculto nada, déjame en paz Bennett, no quiero estar contigo!- Le exijo e intento sonar firme. Pero eso no le da impedimento para que empiece a besar mi cuello fogosamente.
-Creo que tu cuerpo no dice lo mismo, mírate- voltea mi rostro con la mano para que pueda verme en el espejo- estas deseándome- de pronto toca mi bulto bajo la tela de la toalla, esa parte que crece desmedidamente, allí debajo de mi pelvis- tú dices que no me quieres, pero tu cuerpo... ummm...- murmulló sobre mi oído.
Yo me derretí ante su contacto tan delicioso mientras me besaba el cuello de nuevo, jadeé mientras miraba esos dos cuerpos en el espejo, un hermoso joven de camisa negra mantenía aprisionado a un indefenso chico solo un poco más bajo y en toalla. Me hacía sentir vulnerable, pero no paso mucho tiempo cuando me fui obligado a serrar mis ojos para sumergirme todas esas sensaciones que siempre me hace sentir, pero de pronto le recordé besando a otra chica, y mi enojo se mezcló con el deseo.
Él quiere tenerme, pues aquí estoy ¡maldita sea Bennett!
Le tomo la cara con las manos y le bese fuertemente, el respondió igual y mucho mejor que yo, dos fuerzas inmensas de deseo acompasándose en cada rose de nuestros labios y nuestras lenguas que se enredaban en la danza de una nueva pasión que emergía en mi interior, una violenta, pero necesitada. De pronto para y yo me quedo allí jadeando, me sentía acalorado.
-Estas algo...distinto- estaba serio, e intentaba escudriñarme con esos ojos de pestañas gruesas y de ojos oscuros como la sombra, y yo temeroso de no ser tan sutil volví a besarle.
-¿Quieres tenerme?- Le pregunte entre sus labios para distraerle.
-si- jadeó. Oh esas palabras redarguyeron muy al fondo, allí en mi interior.
-Entonces así será Bennett- digo excitado, ya había ardido mis sentidos, todo había quedado atrás, era como liberar a una vestía el cual estaba empapada en deseo, un oscuro deseo.
Le tome sus labios, y los saboree hasta cansarme, luego el me detiene y rápidamente me coloca en la dura superficie de los bancos de madera, me quita la toalla mientras le miro y noto como su excitación se derrama en ese rostro, sus ojos fijos en mí, su mandíbula prensada y sus labios semi abiertos. Abre mis piernas con una rudeza que me extenúa ante él y aun mucho más cuando su boca se posa allí, en esa parte tan íntima...
-Bennett- le expreso jadeante, le tomo del cabello y se los desordenó, él para un momento y me mira sombrío igual yo le respondo de la misma manera, solo somos pasión y fuego que nos quema a los dos. En cuanto termina se coloca de nuevo en pie y libera su erecto miembro, luego de ello saca el paquetito plateado de su bolsillo, lo rasga con crudeza entre los dientes y lo coloca en ese miembro con rapidez.
Esta vez yo me levanto, él se ve algo desconcertado ante mi arremetida.
-Quiero hacerlo así...
Le digo, la ira mezclada con la pasión estaba presente, lo coloco en el banco y él se sienta, y yo lentamente me siento encima de él, quedando los dos frente a frente, de pronto arremete en contra mi trasero y yo gimo y atrapo el dolor de su arremetida, luego me acompaso al son de sus caderas, y rápidamente somos una rítmica danza sexual, siento como mi cuerpo acalorado está disfrutándolo. El besa todo mi pecho, con su boca, lo muerde con avidez. Yo levanto su rostro y le beso con alevosía, vierto en sus labios todo lo que sentía en ese momento, deseo, apremio...y furor.
En cuanto los dos caemos al fin en un inclemente clímax, yo recuerdo esa escena de nuevo... Oh ¿Bennett por qué no me dijiste que esto sería así?, ¿Por qué tubo que dolerme tanto tu oculta relación?, ¿Por qué solamente puedo expresarte lo que siento de este modo?... Las preguntas me mareaban, eran dardos que me penetraban el corazón mientras aun me filtraba en esos labios.
De pronto no pude con eso y con un último destilo de esas emociones que gritaban por salir, mientras él estaba allí finalmente extasiado, todo eso fue simplemente mucho para mí. Mis ojos comenzaron a humedecerse, yo no me había dado cuenta, cuando de pronto mis lágrimas caían por mis mejillas humedeciéndome la piel a su paso.
-¿Eh Marcus que pasa?- el tono de Bennett era muy condescendiente. Yo abrí mis ojos de nuevo y estaba allí, el mismo que me había traicionado ahora intentaba ¿Qué?, ¿Consolarme?
¡Maldita sea! Su rostro tenía destellos de preocupación y hasta compasión, yo estaba allí indefenso ante él con mis sentimientos proliferantes, y mis sentidos apagados.
-Marcus di algo por favor- me pide mientras me limpia las lágrimas, yo de pronto aparto sus manos y salgo de su regazo, me limpio yo mismo las lágrimas con rudeza.
-Tranquilo eh...
-¡No, ya vasta Bennett!- mi voz temblaba.
-¿Qué te pasa?, ¿Acaso no... no lo disfrutaste?- Se veía afligido, y su tono se oía retraído era la primera vez que lo veía de ese modo.
-¿Crees que lo disfrute?- Él da unos pasos hacia atrás, parece arrepentido.
-Creí que solo era... yo...tú no te opusiste...
-No me diste opción, lo que viste allí solo fueron hormonas las cuales son normales a mi edad, nada más- mi tono crudo y desdeñoso, aunque lo que decía era sumamente vergonzoso ya no importaba, podía percibir como mis palabras herían al pobre joven que ahora parecía más viejo.
-No puedo entenderte Marcus, necesito que seas franco de una buena vez.
-Es que no te lo eh dicho ya- hago una pausa- No...quiero...nada...de...ti...
Me enfoco en cada palabra, para hacerle entender lo que quiero...no, corrijo, lo que es mejor para mí.
-No estoy seguro de eso, hay algo que me dice que no estás diciendo la verdad- Él no le da crédito a mis palabras, suena tan convencido en lo que dice, yo paso mi lengua por entre mis dientes superiores indicando lo exasperado que me siento.
Pero todo aquello que había salido a flote en ese momento, esos reclamos, todo el llanto, la nueva actitud de Bennett. En un solo momento fue opacado por pronto un sonido cerca de la puerta, era un sonido metálico que hizo eco y penetro el lugar, habían chocado con uno de los casilleros o eso parecía, yo me enerve de inmediato, alguien estaba allí mirándonos ¡Oh por Dios!
Benner salió corriendo a una velocidad desmedida, yo nerviosamente abrí mi casillero, y empecé a sacar un sinfín de camisas y corbatas y todas se me enredaban en las manos ¡Mierda! Empecé a vestirme rápida y toscamente, mientras pensaba en que cualquier chico del instituto pudo haber entrado y ahora sabe lo de Bennett y lo mío, ¿o eso era?, ni siquiera sé cómo quedamos él y yo...
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Oprobio
Teen FictionMarcus O'Connell Russel, un chico atormentado por un duro pasado en donde el presente es el mejor recordatorio, siempre tuvo que vivir al margen de una sociedad de hipócritas, harto de falsas sonrisas para el momento de posar para una revista, y de...