Oprobio

14.Beso mortífero primera parte.

Pesados, sentía mis ojos pesados y mi cuerpo totalmente dolorido, no podía moverme, estaba acostado pero no sabía dónde, intentaba abrir mis ojos pero mis perezosos parpados se hacían cargantes, fue una lucha insistente que perduro poco y aunque sea esta vez salí airoso y victorioso.

Di mis primeros parpadeos y recupere lo nublado de mi visión, mi mirada inquieta recorrió todo el lugar, era una habitación pequeña, con poca mueblería, un armario y un escritorio lleno de papeles y libros ordenados, había una ventana al lado de mi cama. Era un sitio extraño y eso me alarmo, ¿dónde estaba?, de pronto el olor a sabanas limpias y a madera hacían el lugar acogedor. Pero luego de tantas cosas ya no confiaba ni en mi sombra, aún era de noche pues había una luz insistente y estaba encendida, y por la ventanilla de entre las cortinas y los cristales se dibujaban un pedazo de cielo azulado oscuro con estrellas centelleantes.

Penoso... fue totalmente penoso el incidente de que... ¿Ase unas horas?, No sabía cuánto tiempo estaba en ese lugar desconocido, y no sabía quién me había llevado hasta esa cama pequeña y acogedora con sábanas blancas con purpura. Suspire profundo y me arrepentí al instante, mis costillas me punzaban y desde luego no sabía si podía mover mi cuerpo, tenía adolorido mi rostro. De pronto la puerta de madera de la habitación se abrió rechinando un poco.

La figura que se presentó ante mi vista era tan prodigiosa que parpadee varias veces a ver si podría ser un espejismo, pero no fue así, aunque lo quisiese con todas mis fuerzas, Bennett estaba allí de pie. Serró lentamente la puerta y se plantó frente a mí con sus brazos desnudos, estaba con un atuendo no muy propio de él, una camiseta de tiras blanca, unos monos negros deportivos y tenis también. Su mirada seria me escudriñaba como si yo fuera algo el cual no podía perder de vista, estaba nervioso e intente pararme y acurrucarme pero no podía mover ni un dedo.

-De verdad que no había conocido a alguien tan propenso a tener problemas- la voz de Bennett es neutral- Todo el mundo está conmocionado, quien pensaría que tú el hijo del futuro senador se vería involucrado en corromper la ley.

-¿Que... que quieres?, ¿dónde estoy?- pregunto en tono bajo en cuanto me doy cuenta que tengo la garganta seca, él se acerca a mí, yo como puedo me acurruco para alejarme, hago una mueca de dolor en cuanto me apoyo de la cama y huyo de la presencia de Bennett.

-Tranquilo- Su voz es como si le hablara a un niño pequeño- Te traje aquí porque fui yo el que te conseguí en ese callejón, estas en mi apartamento- Se sienta en un banco cerca de mí, y yo lo miro cauteloso, mis ojos lo observan. Está tranquilo, su rostro relajado, y no lo había notado pero sus brazos están muy tonificados y así cruzados se tensan aún más.

¡Para!... refunfuña mi mente y mi mirada se centra solo en su rostro.

-¿Cómo diste conmigo?- Apenas puedo hablar, el en cuanto ve mi dificultad al modular me sirve un vaso de agua, hay una pequeña jarra de cristal y un baso en una chica mesa de noche.

-Ten- se da cuenta que estoy muy inclinado, me acomoda un poco, yo no quiero que me toque y evito contundentemente el tacto, con todo y dolor termine acomodándome. Él testarudo ayudo a poner las almohadas de manera que quede semi sentado, me da el vaso con agua. Yo bebo- Tranquilo, a pequeños sorbos.

Me observa y yo le miro mientras bebo como indico.

-¿Qué?- Pregunta.

-Nada... ¿Dime que paso?- Él se acomoda en el banco de madera, y pone sus manos en las rodillas.

-Estaba trotando, siempre acostumbro a trotar por ese vecindario porque es tranquilo y poco transitado, además de que no es peligroso. Escuche unos gritos que venían de un callejón, en cuanto vi a esos tipos. Te reconocí al instante, estabas tirado en el suelo, ellos huyeron y te dejaron allí.