Le di la tecla de enviar, desde luego que tenía que hacerlo, no quería más problemas en mi vida. Basta de juegos, y de venganzas estúpidas, solo quería tranquilidad perpetua.
Llegue a mi casa y no me conseguí a nadie, Frederick me dijo que mis padres tenían una almuerzo especial con unos diplomáticos o algo así, pedí que me llevaran el almuerzo a mi habitación.
Bajé por las escaleras luego de haber almorzado, solo había una perpetua paz, quería expresar toda mi calma y luego me conseguí con el gran piano del salón, mire a mí alrededor, el lugar enmarcado por cuadros traídos de Inglaterra, muebles italianos y lámparas de cristales. Habían unas grandes ventanas panorámicas adornadas con gruesas cortinas lila, afuera caía un pequeño roció de lluvia. Pero un frondoso jardín tapaba toda vista más allá de las plantas.
Toque la lustrada superficie del piano, lucia elegante en medio del lugar, yo me senté en el taburete y comencé a jugar con las teclas de este, resonaba cada nota una tras otra entre mis dedos, serré mis ojos y recordé una tonada, esta me encantaba y siempre la cantaba a escondidas en mi habitación.
"Titanium de Sia y David Guetta" mi voz brotó en una nueva melodía entre estas notas, era sosegada y proliferaba por cada rincón del lugar, yo me deje llevar por los siguientes tres minutos mientras que mis dedos no se equivocaron ni en una sola nota. Conocía el piano como a mi propio cuerpo.
En cuanto termine la tonada, sentí unas manos fuertes en mis hombros, me estremecí ante la impresión, ¿Qué rayos hacia Benner en este lugar? Estaba allí, yo me levante de inmediato y estaba confundido, miraba a todos lados buscando a mis padres o a alguien que me explicara todo esto.
-¿Qué haces aquí?, ¿mi correo fue demasiado sutil?
-Tu correo fue lo suficientemente claro, Marcus- Hablo fiero, su rostro estaba inexpresivo o por lo menos no podía leerlo, vestía una camisa blanca perfectamente planchada y unos jeans azules.
-¿Entonces no pudiste responderme con otro correo?, ¿O es que vienes por otra cosa?, ¿Papá te ha invitado a casa?
-No- el veinteañero se acercaba a mí a paso calmado, yo retrocedía- Tu padre me ha insistido en dictarte clases de nuevo, creo que si comenzaremos desde cero joven O'Connell.
-Sabes que tú y yo no nos soportamos, solo déjalo ¿Sí?, Hemos pasado por malos ratos y no quiero volver a experimentarlos ¿Por qué te empeñas en seguir con esta locura?- quería que se fuera, y a la vez quería respuestas, ¿por qué tanto misterio?, quería un origen de su insistencia, él se acercó yo volví a retroceder, pero ya no había más lugar a donde huir. Sentí el duro material de concreto tras de mí, era la pared... ¡maldición!
-Solo hay una razón Marcus, una simple razón que no entendía y...después de hoy- su voz ronca recorría mis oídos y hacia que mi cuerpo se alarmara completamente- quiero que decidas si te quedas conmigo luego de esto o seguirás huyendo de mí.
-¿Qué?
No entendía nada, pero él me tomo por sorpresa, me apreso entre sus fuertes brazos, con una mano tomo mi mentón y con la otra empujo mi cintura hacia la pared de forma casi violenta, se cernió a mi boca y sus labios rosaron los míos, yo no sabía que hacer. De pronto su lengua penetro mi boca, no había sentido una sensación como esa, el mundo me daba vueltas, sentía como sus labios sorbían los míos de una forma que nunca pensé que podrían hacerlo.
Así siguió casi ensañado en un fervor, una ola de pasión que emanaba de su boca, por unos instantes, y yo respondí a sus insistentes labios peritos, también acaricie los suyos torpe y avergonzadamente, los hice míos en esos pequeños instantes donde nada importaba, solo las sensaciones de licosas de su experta boca cernida en la mía. Paro de pronto y dejo escapar un jadeo casi ahogado, luego me miro, esa mirada que me derritió al instante, por primera vez le veía con otros ojos que no fueran de odio.
Con su pulgar toco mis labios inferiores y presiono, yo ni siquiera podía respirar.
-¿Entonces quieres seguir?- Si ronca voz era casi un susurro el cual me fundió como fuego al acero, no sabía que responderle, ¿seguir qué?, ¿si quería que me besara de nuevo?, estaba perdido.
Mucho no sabía lo que quería el, ni siquiera sabía lo que quería yo. ¿Qué estaba pasando entre los dos en esos momentos?, ¿y ese beso tan repentino que significaba?, ¿y por qué rayos respondí a sus atrevidos labios en cuanto me beso? Son preguntas que rodeaban mi cabeza como cuervos a la presa.
Me tenía hechizado, eso era, sus labios tenían una especie de sustancia el cual hacia que mi mente se nublara y de pronto él tenía el control de todo, era... era... un beso letal
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Oprobio
Novela JuvenilMarcus O'Connell Russel, un chico atormentado por un duro pasado en donde el presente es el mejor recordatorio, siempre tuvo que vivir al margen de una sociedad de hipócritas, harto de falsas sonrisas para el momento de posar para una revista, y de...