17(Marcus)Matiza mi mundo tercera parte

208 18 2
                                    

-Esto tiene sus riesgos...

-Todo tiene sus peligros, muchos escritores en sus novelas dicen que el amor y la pasión son armas de doble filo, no debemos jugar con ellas- dice mientras vierte más liquido en nuestras copas, creo que me eh ido- Pero me considero un excelente jugador, no me gusta perder.

-¿Para ti esto es un juego?

-Con los sentimientos como el amor no se puede jugar, pero, desde luego que ser amantes es algo el cual si no lo tomas con algo de emoción, se vuelve problemático por así decirlo.

-Lo dices como si fueras muy experto- Digo mientras tomo un sorbo, creo que el alcohol me ayuda a decirle todo lo que pienso sin titubear tanto.

-Eh tenido muchas relaciones.

-¿Todas tan rápidas y distorsionadas como esta?

-No hablaría de tiempo en estos momentos, apenas estamos calentando, pero desde luego que cuando nos aburramos de los dos, cada quien puede coger su camino. Sí, todas han sido tan clandestinas como esta, ¿no te gusta?

-¿Que sea esto clandestino?

-Si.

-No lo sé, es la primera vez que tengo una relación de este tipo con alguien, por así decirlo.

-Pero si tuviste una mala experiencia, ¿por eso no quieres enamorarte?

-Si.

El asiente.

-Desde luego, entonces ya aclarado todo, ¿qué piensas hacer ahora?, ¿irte a tu casa?

Oh, eso no me lo esperaba, ¿cómo rayos le digo que no tengo que volver sino hasta las seis?, no puedo llamar a Sebastián ha de estar durmiendo en casa de su hermana, qué, ¿queda dormir en la calle?

-Eh, bueno...

-¿O quieres hacer algo más?- pregunta incisivo, mientras saborea el vino que le escose por los labios, haciéndolos húmedos, yo quiero besarle, son unas ganas desenfrenadas. Muerdo mi labio para poder calar esa sensación que tengo, siento el frio de mi pierce en el paladar y presiono fuerte.

-¿Algo más?

-Vamos, luego de hablar y tener todo claro, será más fácil hacerlo para ti. ¿O no quieres probar?

Oh, ¡era eso!

-Que, ¿tener sexo aquí?, ósea ¿en tu apartamento?- Estaba tan sorprendido que no sabía cómo expresarme. En cambio Bennett se veía muy disoluto e indulgente, como siempre claro, asentó lentamente, cogió las dos copas y las coloco en la mesa.

Me tomo por la mandíbula y me acaricio con sus dedos largos, se acercó a mi cuello, y sus labios hicieron todo lo demás. Me cosquilleaba su boca en cada tacto con mi sensible piel, eso me producía unos escalofríos inoportunos pero deliciosos, lo tome del cabello y se lo alborote, sus hebras cobrizas eran suaves. Me fue quitando la corbata y la arrojó al suelo.

OprobioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora