4.(Marcus) Actos Irracionales quinta parte.

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         ¿Qué hay del maltrato? ¿Y los traumas? El miedo ¿Qué ocurre con el camino que nos forzó a seguir, sin importar quien se quedara atrás? Los abandonados y los desterrados, cada uno dejando el infierno que este hombre lograba pintar como paraíso ante el ojo público. ¿Era tan idiota como para creer que con una cantidad indefinida de lujos podía borrar toda la desgracia que nos hizo pasar? Si bien logra preocuparse en cierta forma por mí, no era suficiente; el que hiciera como si todas esas memorias fueran producto de un mal sueño era enfermizo, que comprara mi confianza a cambio de una vida pacifica llena de hipocresía e ignorancia, que se hicieran oídos sordos a todas sus faltas como padre, esposo y persona era algo que nunca le concedería.

            -¡Entonces toma todo lo que me has dado y llévatelo junto con tu cochino dinero lleno de tratos ilícitos ¿O acaso piensas que no lo sé?!- Me quito el reloj y lo lanzo al suelo, partiendo sus cristales, como quisiera partirle la cara de esa forma.

              -¡Pero mira la escoria que tengo como hijo, llorando como una marica mientras bate lo que le doy.- me tenso, no por el insulto, sino porque camina hasta acercarse a mi madre- Esto es por tu culpa, Amanda, ¡ni siquiera supiste como criar a tu hijo! ¡No sabes nada de la vida, mocoso maleducado, pero ya te voy a enseñar!

               -También es tu hijo- susurra mamá, y se altera al verlo cambiar de dirección- ¡Por favor, David, no cometas una locura!, te lo ruego.

              -¡No le supliques, mamá! ¡Él no se lo merece!

          -Aquí el que no merece nada eres tú- dice mientras se quita el reloj y deja el saco en la mesa. Al verlo acercarse intento retroceder, pero me toma del brazo con una fuerza increíble y me lleva a rastras por las escaleras. No sé lo que hará, y eso me asusta hasta cierto punto, pero no lo suficiente como para demostrárselo.

             Cuando suelta el agarre de forma brusca lo entiendo, unas ganas enormes de pararme enfrente de la puerta del pequeño lugar e impedirle el paso me invadieron; no recordaba la última vez que él estuvo ahí, si es que alguna vez entró, pero de cualquier forma no quería que pasara ahora, no este lugar. Sin embargo, mi mente tenía algo en claro, nada de lo que ahí se encontraba me pertenecía.

                         - ¡Esto es lo que quieres ¿no?! ¡Ser un vago cantante marica, pues a ver como lo logras!- De pronto toma un bate que había en la repisa, un recuerdo de cuando Hans jugaba baseball, y empieza a destruir todo lo que hay en el estudio.

            Lo destrozaba por completo, y yo solo me limitaba a observar, quizás paralizado por el shock e incapaz de decir algo. Cada instrumento, cada tecla o cuerda, los equipos, las partituras flotando por tanto revuelo, todo era ahora inservible. Poco entendí de lo que gritaba el animal que se encontraba frente a mí, era irónico, con bate en mano y golpeando todo a su paso parecía un completo cavernícola. Ahora si se le ha salido toda la clase, Señor O'Connell.

                          -¡David por favor cálmate!-Dejé de divagar cuando oí a mi madre, pero aun así no reaccionaba, si antes veía todo en cámara lenta, ahora comenzaba a volver a su estado normal, con los gritos y los estruendos, como si la escena se estuviese descongelando. Quería huir, huir antes de que empeorara, antes de que mi cerebro se despertara por completo y fuera capaz de asimilar la situación.

                              -¡Vez, ahora todo está arreglado!- se oía satisfecho mientras me carcomía el dolor, el odio y la ira.

                              -Nunca te perdonaré esto- digo, ahora consciente de que temblaba y mi pulso era acelerado. Ya no puedo seguir aquí.

                  Salgo corriendo y pienso al instante en irme, en salir de esa endemoniada casa para no volver nunca más, pero mamá no se iría conmigo, no le daré ese dolor de cabeza ahora; me encierro en mi habitación y aun puedo oírles discutir.

                           -¿Por qué lo haces?, ¿qué quieres de él?- es la voz de mamá desde el vestíbulo.

                          -¡Esto es tu culpa por malcriarlo! siempre fue blando, se supone que tengo un hombre y todas estas niñerías de la música son para maricas.

                  No estoy dispuesto a seguir oyendo sus discusiones, las he oído desde que tengo memoria, siempre era lo mismo, como si no se percataran de que sus gritos repetían el ciclo una y otra y otra vez. Me coloco los audífonos y subo todo el volumen, decidido a ignorarles entro al baño y lo primero en llamar mi atención es el rostro que destilaba tristeza y frustración desde el otro lado del espejo. Parezco un cadáver en vida. Me lavo la cara y aun con la música en mis oídos soy incapaz de escapar de mis pensamientos.

            ¿Por qué no darle fin a todo esto? ¿Cuál era el sentido de seguir dando vida a una patética realidad? Ya no tenía ganas de nada, hace mucho que todo entusiasmo me había abandonado, vivía por inercia, por no tener algo mejor que hacer, y comenzaba a creer que no valía la pena soportar tanto por nada. ¿Qué ganaba de toda la farsa de mis padres? ¿Dinero?  Siento unas ganas intensas de tocar el filo de la cuchilla así que estiro la mano hasta tomar la hojilla de mi afeitadora, sé que esto no está bien, sé que debo controlarme, pero había algo más que no me dejaba pensar con claridad; los gritos, la música, mis cavilaciones, todos los sucesos desafortunados mareaban mi juicio y soy consciente de la falta del mismo. Aun así, tal cual espectador de uno mismo en los sueños, soy incapaz de detenerme; solo será un poco, necesitaba dejar el dolor interno, ser capaz de distraerme de alguna manera para olvidar esa presión en mi pecho. No es hasta que noto la pequeña "x" roja en mi antebrazo que me detengo, pero luego hago otra al lado de esa, y otra más abajo. En algún momento comienzo a presionar la cuchilla sobre mi muñeca pero...

              Frunzo el ceño al percatarme del olor metálico de la sangre, me hicieron recordar esa imagen, esa horrenda pintura carmesí con un único protagonista en el centro, presentando su obra final. ¿Por qué? ¿Por qué te fuiste así?  Me dan ganas de golpearme por lo idiota que estaba siendo, un acto impulsivo, tal como el de los animales como mi padre ¿Desde cuándo era yo de esa manera? ¿En qué momento dejé de pensar, de usar la razón que tan bien me distinguía? ¿Cómo olvidé justo ahora lo que me prometí en ese entonces? Suspiro profundo y me dejo caer al suelo, seco las lágrimas y observo como la sangre también empieza a secarse, paso los dedos por las futuras cicatrices, sin mucho cuidado, ya era tarde para arrepentimientos- pienso y me digo, como si de un recordatorio se tratase, lo que juré hace tiempo:

                    -No voy a terminar así- sonrío con melancolía ante su recuerdo- no igual que tú, Hermano...



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