Capítulo 31 - 'El Jefe'

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Asomo mi mirada por la ventana de mi cuarto, suspiro aliviado cuando veo que finalmente el clima está mejorando un poco. Aquí en este pueble siempre hace frío, pero la mayoría de los que vivimos aquí dividimos el frío en dos opciones, aquel que es soportable y ese el cual te congela el cuerpo y te obliga a lanzarte en tu cama todo el día, el que hace ahora es soportable, así que termino de tender mi cama (la que debí tender hace muchas horas pero permanecí acotado todo el día) y mientras sacudo mi cabello salgo del cuarto y comienzo a prepararme algo caliente para beber mientras espero que la hora llegue.

Saco mi teléfono de mi bolsillo y veo que son las 9:30 de la noche, rodeo la mirada ansioso pero a la vez aterrado, mis piernas tiemblan y me sobresalto sin querer cuando veo llegar a Franco a la casa.

– ¿Qué pasa? – pregunta él mientras cierra la puerta.

– Nada – respondo fingiendo naturalidad – Solo espero a Ian, pasará por mí en un rato mas, por eso estoy aquí.

– Entiendo – agrega Franco lanzándose al sillón – ¿Piensas llegar a dormir o... o te quedarás con él?

– Pues... – inmediatamente se me vienen a la mente todos los momentos de la noche de ayer, me sonrojo y me quedo sin hablar por un instante, me obligo a reaccionar y le respondo a Franco las primeras cosas que pasan por mi mente – No sé, puede ser pero no estoy seguro.

– Claro... claro – Franco se queda sentado allí usando su teléfono, yo solo continúo esperando a Ian, la hora se pasa más lento de lo que esperaba, pero cuando escucho finalmente el sonido de la motocicleta de Ian afuera de casa, me levanto y me lanzo mi chaqueta, Franco me mira justo en el momento que suelto un gemido.

– Mierda – un dolor extraño e incómodo aparece justo en el pezón que Ian estuvo mordiendo ayer por la noche, el roce que provoqué al ponerme la chaqueta me hizo doler y ahora Franco se me acerca preocupado para saber si me duele algo, lo cual es cierto pero no puedo decírselo, ósea puedo pero que incómodo – Me... me doblé un dedo, es todo.

– ¿Seguro? – Pregunta Franco – Se escuchó doloroso.

– No es nada – Ian hace sonar la bocina de su moto y yo decido apresurarme – Nos vemos luego – me despido de Franco y él se despide de mí, salgo y me encuentro con Ian a un lado de mi casa.

– Te tardaste – me dice, yo sonrío nervioso y me aferro a él una vez que estoy listo, Ian acelera su moto un par de calles y luego se estaciona al medio de la carretera.

– ¿Qué sucede? ¿Por qué te detienes? – pregunto confundido.

– Es solo... estuve pensando unas cosas, y debo decirlas ya que no desaparecen de mi mente.

– ¿Qué cosas? – pregunto preocupado.

– Quiero pedirte disculpas – dice Ian en voz baja sin poder mirarme – Todo esto con los Animales está sucediendo por culpa mía, si no nos conociéramos nada de esto estaría pasando.

– Prefiero mil veces un par de amenazas de esos tipos antes que no haberte conocido Ian – él levanta la mirada y sonríe de forma débil – Te amo, recuérdalo – Ian se muerde su labio inferior con una sonrisa un poco más grande que la de hace un rato, él finalmente vuelve a conducir por un lugar que no logro reconocer, pasamos por un camino llego de hojas secas y donde siento que el aire está húmedo.

Pasamos un par de árboles y veo de inmediato veo unos chicos en motocicleta esperando, algunos fuman un par de cigarrillos, hay otro que está usando su teléfono y al comienzo de todos ellos está Mark.

Sobre La MotocicletaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora