Capítulo 8. «El centro»

2.1K 316 22
                                    

Una gota de sudor frío cae por mi frente.

¡Yo nunca sudo!

Aprieto los puños, deteniendo el esfuerzo por sacar mi poder. No entiendo porque no lo logro. Sólo sé, que aunque llevo casi una hora intentándolo, no sucede.

—No puedo— digo—. Sólo... sale sin que yo lo llame. Estoy forzándome demasiado, sin ningún resultado. Quiero descansar. Por favor... Karina...— chillo, tal como una niña pequeña. Ella se cruza de brazos, enojada.

—Pfft— bufa, dejándose caer en el suelo, literalmente, ya que estamos en el medio de la nada, para ser más explícita, en el medio del bosque, no me gusta mucho este bosque, prefiero...—. Creí que serías mucho más talentosa. De este modo, apenas si podrás conseguir defenderte, menos conseguir un trabajo.

No digo nada. En cierto modo, no sé si quiera un trabajo. Digo, ¿No sería exponerme? Entraría en ese mundo, y, aunque ellos quieren ofrecerme una tal... «seguridad» no estoy segura de que sea lo mejor para mí. Además, no es seguro hablar con Karina cuando está enojada.

—Bueno, tal vez esté exagerando— dice Karina, volviendo a levantarse—. Es que, para todos, no es una cosa muy sencilla controlarse al comenzar a entrenar. Sólo hay que encontrar tu centro. Todo será mucho más fácil después.

—Centro— repito, analizando la palabra—. ¿Qué es un centro?

—Un lugar, mental, espiritual, y físico, del que sale tú poder. Tu punto focal, más o menos. Mira, en mi caso, uso la meditación, para encontrar mi magia, y redirigirla. Es muy útil. Otras personas entrenan físicamente, conociéndose a sí mismos, encontrando ese punto. Hay muchas formas. Tenemos que encontrar algo que te motive.

—Bien— contesto. En cierto modo, emocionada. ¿Centro? Suena genial.

Karina se cruza de piernas y estira las manos, una a un lado, la otra al otro, las mueve, fluidamente. Inhala, exhala, y hace sonidos como «mmm», «ammm» y «ommm». Es maravilloso lo concentrada y fluida que está, sus ojos están cerrados, luce mucho más tranquila, quita de mi mente esa horrible expresión que siempre pasa por su rostro y que me hizo notar que ella es engreída. Parece incluso... inocente. Es atemorizante.

Entonces la veo salir. Su magia. Es una luz brillante, verde, un verde oscuro y muy espeluznante, saliendo de su nuca, y que gira al ritmo de sus manos. Es impresionante. Parece una esfera, de poder puro, y veo como contiene alguna carga de algo. Esta se mueve con la guía de sus manos, haciendo que me pierda en ella. Quiero hacer eso.

—Wao. ¿Cómo haces eso? — pregunto, sentándome frente a ella. Estira su mano derecha, redirigiendo su magia, la cual llega al árbol más cercano a nosotras. Este comienza a crecer, aun más si es posible, sus ramas llegando hasta un punto no identificable de altura.

—Una vez que identificas tu magia, además de tu centro, es mucho más fácil controlarla y redireccionarla hacia algún punto. No sólo con tu habilidad natural, sino que puedes hacer más cosas.

Recuerdo como en la colina detrás de mi casa usé mi magia en las plantas para hacerlas crecer y darles más vida. Esa no es mi habilidad natural, pero había servido. Esta técnica, si logro controlarla, podría ayudarme a hacerlo mucho más fácil y abundantemente.

—Entiendo— digo, apretando los labios—. Y... ¿Qué tengo que hacer para identificar mi «centro»?— pregunto. Ella sólo entrecierra sus ojos hacia mí, al momento que se levanta.

—Tardé tres años y medio en encontrarlo— regaña—. No creo que puedas hacerlo, al menos no en mucho tiempo. Es algo extremadamente difícil, ya que no siempre se logra mediante la meditación, te lo expliqué porque siempre tienes que estar atenta, en especial si quieres controlarlo. Ahora, levántate, intentaré una nueva técnica.

Dulce Magia Tormentosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora