Capítulo 20. «Conjuración»

1.8K 240 35
                                    

Concentración máxima.

Hay que dejar el poder fluir... que salga... poco a poco... lentamente...

Mi vista cae en la encimera al lado de mi cama. Sobre ella hay una elegante copa de vino, comprada por Karina, específicamente con el propósito de que use mis poderes en ella. Tengo que conseguir hacerla arena, pronto. Hoy es la presentación, y por más que intento éste ejercicio en particular, fracaso.

Mi presentación estaría lista si no fuera porque mis poderes han estado un poco tímidos éstos días.

En cierto modo, creo que salen sólo cuando creen que es necesario.

Cuándo Karina está cerca (amenazándome, si somos específicos) cuando estoy en peligro y cuando estoy nerviosa. Eso es todo. No aparecen más.

Tal vez necesite un poco de ayuda. Uno de esos libros de magia. Se supone que tengo prohibido usarlos, pero Karina no está aquí para detenerme. Ella y Patrick han estado saliendo a misiones tan a menudo que asusta, lo que quiere decir que no llegarán pronto.

Bajo de mi cama, inclinándome en el suelo. Caigo justo frente a la encimera de Karina, dónde reposan sus libros prohibidos. Sólo hay uno para principiantes, los demás para expertos. Incluso se llama «Punto focal» lo que es muy parecido a «El centro».

Recuerdo haber leído algo sobre el origen y control de las habilidades en alguna parte. Mis dedos vagan por las hojas con euforia, necesitada de información, hasta que encuentro lo siguiente:

«La magia es muy complicada. No surge tan fácilmente, tiene que ser impulsada por su portador. Por él, por sus sentimientos, por sus emociones, por la forma en qué su cuerpo y su alma son influenciados. Algunos magos, en tiempos antiguos, explotaban sus emociones, recordando lo que habían sentido en ocasiones anteriores al momento de usar sus habilidades...»

Eso es. Tengo que recordar mis sentimientos esas veces que usé mis habilidades.

Todas esas veces que huí de mamá o alguno de mis hermanos porque no podía controlarme, o aquellas en las que trataba de defenderme de Karina, de sus maltratos y enredos.

Pero no quiero recordar aquella noche.

No debo de hacerlo, aunque se infiltre en mi mente.

No cuándo me deshice de... ella.

Aprieto los labios, tratando de olvidar lo pasado esa noche. Tengo que olvidarlo. Lo hice para defenderme, y debo ser buena para hacerlo si es qué vuelvo a encontrarme con alguna de esas brujas.

Me centro en mis sentimientos la vez que me defendí de Karina. Mis pensamientos. Recuerdo sentirme algo frustrada, enojada, molesta con ella. Cuando saqué mis habilidades ese día, recuerdo sentirme llena de adrenalina.

Vuelvo a mirar la copa, mi mano estirada hacia ella. Busco esa sensación, y me la imagino volviéndose por completo de arena, firme, y brillante.

Entonces sucede. Siento la energía aparecer, saliendo de mí, y la redirijo, llevándola hasta la copa, que se esfumar ante mis ojos. Me esfuerzo, tratando de volverla a su imagen original. Cosa que sucede, perfectamente.

— ¡Bien! — comienzo a saltar, feliz, haciendo el baile de la victoria, dando una pequeña vuelta, moviendo mis manos- ¡Lo hice! ¡Lo hice! ¡Lo...!

Me detengo, parando en seco, ante la visión de... Cinthya. Cinthya acaba de verme, entrenando.

—Tú... — dice, está pálida, sus ojos me observan, pero no parecen estar aquí— ¿Qué eres? Una... una.. ¡¿Existen las brujas?! No puedo creerlo, sólo... no puedo creerlo. Creo que es mejor qué...

Dulce Magia Tormentosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora