Capítulo 18. «Dificultades y risas»

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~Erik~

El parque Donaldson está abierto a todo público. Hay muchos otros parques en la ciudad, pero, curiosamente, ésta chica eligió uno de los más grandes y concurridos en todo el reino de Solteichn, y debo ser claro, es todo un planeta. 

El gran portón me recibe con sus enormes columnas brillantes y majestuosas. La palabra Donaldson se lee en él, las personas, inocentes civiles, transcurren dentro y fuera, felices, riendo, aunque también, pequeños niños, (Cómo parecen hacer todo el tiempo) llorando.

Me pregunto porque a Suty le gustara éste lugar. En lo personal, no me gustan los lugares públicos y llenos de civiles entusiasmados por trivialidades. Camino hacia la caseta de vigilancia, dónde el típico guardia del parque está postrado, mirando el periódico de la ciudad. Alza su vista al percatarse de mi acercamiento, y, como la mayoría de los qué me miran, se perturba al instante.

—Aló— saludo. El guardia se encoge, como si fuera a golpearlo en cualquier segundo. No tengo totalmente la apariencia de un matón, pero, por alguna razón, todos me toman como uno. Es un poco molesto al momento de ir a los bancos, y a comprar cosas, y muchas cosas más...

—Bienvenido al parque ecológico Donaldson, ¿Hay algo en lo qué pueda ayudarle? — pregunta el hombre. Me recargo en la pequeña barra que separa a este hombre de la intemperie, él trata de alejarse de mí, incluso bajando del banquillo en el que está sentado. Sonrío ladeadamente, ante su reacción.

—Estoy buscando el «gran árbol» ¿Sabe dónde está? — pregunto— más vale que sea rápido. Tengo que encontrarme con una chica muy molesta.

El guardia se sorprende al oír mis palabras. Se sorprende mucho. Primero abre excesivamente los ojos, para volver a cerrarlos, parpadeando varias veces. Después, los entrecierra, juzgándome y analizándome sin pudor alguno. 

—Sé donde está— dice, despectivamente— ¿Quién eres y por qué estás buscando a Diane? — pregunta. Alzo las cejas al oír la forma en que me habla. Nadie me había hablado así desde... desde Suty. Desde Diane, en realidad. 

Ha sido muy descuidado de su parte enviarme a un lugar en dónde los demás la conocen, a la verdadera ella, a la chica que se llama Diane y que tiene una vida, familia, y amigos, personas que saben su nombre. Unas ganas inmensas de pronunciar su nombre me invaden, de sentir como sonaría Diane en mis labios.

—Soy Thor— le digo sin mucho entusiasmo. Por fuera, claro, porque, por dentro, quiero saber todo de ésta chica Diane, una diosa, según la mitología griega— y, para su información...— me inclino para mirarlo fijamente a los ojos, lo que suele asustar a la mayoría de las personas. Él no se inmuta, sino que permanece firme. Ha cambiado completamente desde el momento en que dije que conocía a Diane. Parece su padre, santo cielo. No puedo creer que la quiera tanto como para hacerlo. O... ¿Será su padre real? 

No parece creíble. 

—No sé quién te crees que eres, pero...— empieza a amenazarme.

¿Amenazarme?

¿A mí?

Estoy a punto de reírme cuando, después de años y años desde que alguien me haya tocado, al menos no fuera de alguna pelea, siento a alguien poner su mano en mi espalda, y decir:

—Deja que me lo lleve. 

El guardia rueda los ojos, pero con una sonrisa un tanto rara, que se me hace difícil de interpretar, nos apura para irnos con un leve movimiento de manos.

—Tú... — comienzo a reclamar.

¿Qué le hace pensar que puede tocarme? 

Ella, con una fuerza sobrehumana, tengo que admitirlo, me gira hacia ella, me toma de la muñeca, y comienza a conducirme hacia dónde sea que se encuentre el «gran árbol». Me suelto, así que ella voltea y entrecierra los ojos hacia mí, con decisión. 

Dulce Magia Tormentosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora