Capítulo 16. «Oscuridad desconocida»

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Me siento confiada.

Me he esforzado mucho con mis entrenamientos, he dedicado todo de mí a las ideas, maltratos, y caprichos del dúo dinámico. En el parque hay más de una tonelada de arena, marcas de mallugaduras con forma de mi cuerpo, y múltiples manchas de sangre que lo comprueban. 

Todo gracias a...

Sí, adivinaron, Karina.

¡Ella dice qué es por mi bien! ¿Pueden creerlo? Es una completa mentira, porque lo he sentido. He sentido lo mala que es. No sé como no lo leí antes, debí haberlo hecho, porque se supone que tengo habilidades que lo hacen. 

Estaba ciega, cegada con la idea de tener una vida libre. Parecía la salida. 

Esa brillante salida, ese portal rojo, con un brillante letrero que dice, «LIBERTAD». 

Fui muy inocente. 

¡Pero eso no importa! 

Importa que he entrenado mucho. Pronto lograré esa cosa del centro. 

Creo.

He hablado con Thor dos gratificantes y satisfactorias veces. 

Todo parte de una misión que parece ir bastante bien, porque, aunque claro que no me siento capaz de «encantarlo» como toda amazona y reina de belleza, siento que puedo convencerlo, de alguna manera, con mi gran carisma y amabilidad.

Já. Sí, claro.

Siempre he tenido una clara y soñadora visión de mi próximo futuro. Algo así como un sueño.

Estoy en la cima de un bello departamento cerca de la playa, un bosque, o algún lugar lleno de naturaleza. Tengo mi propio restaurante con mamá, y, ahora que sé de la magia, trabajo en unas cuantas misiones de vez en cuando, otras voy a Satiry a divertirme. La capital es bella por las noches, me imagino recorriéndola y caminando por ella mientras uso elegantes tacones blancos y un vestido con vuelo y un bello escote, al estilo antiguo. 

Parece una muy buena ilusión, y espero cumplirla. Sería tan lindo poder comprarle a Fernando unos lindos patines como los que siempre me ha pedido, y a mamá ese kit de maquillaje que...

—Hemos llegado— dice Patrick, sacándome de mis ensoñaciones. La reunión ha terminado, todos se han despedido, y seguimos con el trabajo, siendo más específica, las tontas inspecciones del jefe. 

El lugar es igual de lúgubre que la bodega de hace unas horas. A diferencia de eso, está habitado, y sólo es una pequeña sección de cuartos sencillos. 

En cierto modo... me recuerdan a Andremaría. Con la obvia diferencia de que Andremaría es pintoresco y familiar. Conozco a todos, todos me conocen, y, aunque sean lugares pequeños, son bien cuidados. No es un lugar como este, que inspira maldad. Pueden llamarme paranoica, pero siento lo malo qué es.

El chico rico baja del auto, ajustando su traje. Parece acostumbrado a este tipo de lugares, porque no mira la zona más de una vez, para posteriormente avanzar con seguridad. 

Una de las puertas se abre antes de que llame. Lo están esperando. Un hombre, grande, fornido, y casi igual al que vigila entrada de Satiry lo recibe. Sin ningún remordimiento, el chico rico entra. Para mi suerte, Patrick está apoyado a mi lado, y me siento más cómoda hablando con él que con Karina. Me inclino hasta llegar a su oído, saboreando lo que voy a decir.

— ¿Sabes por qué el jefe hace tantas inspecciones? — pregunto, un leve susurro. Él da vuelta, su rostro a centímetros del mío. Mi corazón late rápidamente, pero consigo alejarme a una distancia sana. Sonríe, aunque lo noto levemente afectado. 

Dulce Magia Tormentosa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora