Capítulo 2

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El reloj pasado de moda en el despacho de John Wilson sonó a las nueve, en el preciso instante en que Thomas se sentó en una enorme silla de cuero y su agente hizo lo mismo.

El nuevo jefe de los Giants estaba al teléfono, sentado de espaldas a la sala.

Un simple y claro juego de poder y el tipo ni siquiera podía ser original. Pudo haber conseguido que Thomas volviese si quisiera, pero había aprendido desde muy temprano que mostrar emoción lo pondría en situación de debilidad.

Nunca había visto a Aiden nervioso antes. Jeremy, el entrenador ofensivo parecía nervioso también. Ni siquiera lo miró a la cara.

Thomas ya tenía una lista en su cabeza de equipos que se peleaban entre sí para tener la suerte de contratarlo. Quien quiera que fuese, el nuevo propietario estaba haciendo que Aiden y Jeremy temblaran como chicas, la bola estaba en su campo.

John finalmente colgó el teléfono y lentamente giró su silla lejos de las ventanas de cristal que daban a la bahía de San Francisco.

— Aquí está, vivo y en carne y hueso. El infame Thomas Blackwell.

Thomas levantó una ceja, no pudiendo ocultar su diversión.

— Un placer conocerlo finalmente. —dijo con una cálida sonrisa y un leve asentimiento de cabeza. John Wilson era un tirano, lleno de arrogancia.  

— Es mucho más guapo en persona —John se levantó y su inmensa barriga dio muestras de gravedad al caer sobre su cinturón y apoyarse sobre la hebilla grande, brillante, y demasiado exagerada.

— He tenido una madre guapa —dijo Thomas, aunque no la reconocería en la calle si la viese. La foto que su padre mantenía de ella estaba muy estropeada y con rayas.

John sonrió, revelando unos dientes extremadamente perfectos.

— Me gusta oír a un chico hablando bien de su madre. —dijo John, la sonrisa en su rostro no desaparecía.

La bilis en el estómago de Thomas se agitó. Cualquiera que prestara atención al futbol o a las revistas de celebridades sabía que Thomas no tenía madre, o al menos no la había conocido nunca —o malditamente no lograba recordarla—. Y tampoco tenía un padre sobrio, si de eso se trataba.

— Te vi hacer aquel touchdown de la victoria —continuó John— y le dije a mi esposa, «querida, aquel chico ciertamente puede jugar al fútbol, sabe cómo lanzar la bola y correr tan rápido, como puede una persona normal comprar camisetas o perritos calientes, es natural para él, está en su sangre». —Lo que decía John no tenía ningún sentido, pensó Thomas— A mi mujer le gustan sus diamantes y sabes, ella pensó que debía comprar el equipo en aquel mismo instante. He sentido un inmenso placer con mi nueva compra, hasta que vi tu foto. En Las Vegas. —John acentuó sus oraciones— En el Review Journal para ser preciso. Ayer por la noche. —Las últimas palabras fueron prácticamente escupidas de la boca de John.

— Ella era una stripper bien sexy, ¿no es cierto? —dijo Thomas suavemente dedicándole un giño.

El rostro de John Wilson se puso rojo.

— Sé qué piensas que te puedes burlar de mí, hijo, y sé que mis valores tradicionales y familiares no significan nada para ti, pero no toleraré ese  comportamiento en ninguno de mis jugadores.

Thomas sabía que el rico, gran propietario del equipo esperaba su momento. Sin duda lo despediría y él buscaría un nuevo equipo donde mantenerse, no era como si otros equipos no estuviesen esperando por él.

— Sí, señor —continuo John, se notaba que estaba haciendo un sobre esfuerzo para controlarse. Todos aquellos años esforzándose por ser un tirano y Thomas venía a derrumbarle su esfuerzo en un segundo. Sin duda el chico no sé tomaba en serio las amenazas de su nuevo jefe.

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