El primer pensamiento de Thomas cuando llegaron a la casa de los padres de Ethan la noche del viernes fue:
«Mi casa es más grande» —y casi se echó a reír a carcajadas ante el ridículo pensamiento. Sin embargo ¿No se había pasado años intentando superar a todos los de su alrededor? ¿A todos los que pensaban que eran superiores al muchacho del remolque? Lo hizo mejor que todos ellos juntos, en verdad mucho mejor, y no parecía importarle demasiado.
Ethan, salió del asiento del auto —que sus padres habían enviado—, con movimientos extrañamente rígidos, y Thomas no podía dejar de preguntarse si a Ethan se avergonzaba de que su gente lo viera con él.
La noche del jueves pasado, en el campo de futbol, antes de que Ethan lo atara y lo poseyera a su manera, había sido realmente el momento en el que más habían hablado.
Con cualquier otra persona, aquello habría sido suficiente para Thomas. Pero lo más sorprendente es que había empezado a desear más.
— No tendremos que quedarnos mucho tiempo —dijo Ethan con voz entrecortada y tensa— beberemos y comeremos algo y nos marcharemos.
Thomas adoptó una postura relajada con la esperanza de que influyera en Ethan.
— No te preocupes, estoy feliz haciendo todo lo que me pidas.
Ethan pareció enojado.
— No necesito que hagas nada. Ni siquiera deberías estar aquí.
Thomas le dedico una mirada de sorpresa, levantando levemente una ceja. Controlando enérgicamente la expresión rebelde de su rostro, Ethan cogió la mano de Thomas.
— Gracias, por hacer esto, esta noche deberías estar descansando y no viéndote obligado a intercambiar opiniones con los amigos de mis padres.
Thomas quería acercarlo a él, abrazarlo y decirle que jugaría en la defensa esta noche por él, cuando apenas sus dedos lo rozaron Ethan se separó bruscamente.
— ¡Papá! —dijo con voz anormalmente aguda.
Thomas miró a lo alto de la escalera para ver si su padre había cambiado mucho en esos cinco años. No. Seguía siendo delgado, bronceado e impecablemente vestido. Un Rolex brillaba en su muñeca.
La expresión de Thomas no mostró su antipatía por el tipo.
— Llegas tarde —fue todo lo que dijo a modo de saludo.
Ethan apenas empezó a disculparse por el tráfico, cuando su padre lo cortó.
— Es estupendo volver a verte de nuevo —le dijo a Thomas.
Thomas no olvidaría el día en que se conocieron. Él era alumno junior de secundaria y el padre de Ethan quería, como todo el mundo, sacar partido de la superestrella. Thomas estaba destinado a ser un profesional con mucho dinero, pero primero tendría que escoger su plataforma de lanzamiento. Blake Hamilton era un hombre de Notre Dame, y había sido enviado para atraer a Thomas usando todos los medios posibles. La mayoría de los muchachos de dieciséis años se habrían sentido intimidados por comer en el Ritz —donde los camareros no le habían pedido que se identificara— por la botella de champan de mil dólares, el caviar, el filet mignony las prostitutas que esperaban en la limusina después de cenar.
Pero Thomas se encontraba más a gusto entre hamburguesas, hablando sobre estrategias, que con los manteles blancos y los camareros que se inclinaban serviles. Prefería estar jugando en la piscina con sus amigos, que escuchar a un imbécil hablar sobre la gran inversión que había hecho. Las dos cosas que el padre de Ethan le dijo sobre el fútbol le sonaron raras, como si las hubiera leído en algún libro, o hubiera memorizado las palabras de un comentarista de televisión. Así que, sí, recordaba a su padre. Solo que ahora se preguntaba cómo no había sobrevalorado a Ethan por sobrevivir con un padre tan imbécil.
Un golpe invisible se estrelló contra su pecho cuando la respuesta se deslizó sobre él:
«Porque pensaste que estabas sobreviviendo a lo peor, no pensaste que nadie más estuviera en la misma situación que tú, ¿verdad?»
— Nos sentimos todos encantados cuando descubrimos que Ethan estaba trabajando contigo.
Thomas casi esbozó una sonrisa. Ethan, seguro que no estaba igual de satisfecho que ellos. Lo que había sido una gran parte de su encanto principal, claro. El padre de Ethan siguió rebuznando en el silencio.
— Un cliente como tú, seguramente aumentará su reputación y debería estar muy agradecido a los Giants por pensar en él.
Ethan permanecía en silencio. Thomas estaba acostumbrado a sus respuestas rápidas e inteligentes y no le gustaba verlo comportarse así, reducido a nada más que el guapo hijo de un hombre rico.
Exactamente como pensaba que había sido en preparatoria. Thomas sonrió levemente.
— Yo insistí en trabajar con Ethan, hablé con mi agente dándole a entender que no lo haría con otra persona.
La gratitud prácticamente se filtraba por los poros de Ethan y Thomas quería romperle la cara al padre. El hombre parpadeó e intentó llevárselo hacia adentro, dejando a Ethan de pie solo junto a la limusina. Thomas intentó encontrar su mirada, pero Ethan observaba fijamente sus zapatos.
— ¡Qué mierda!
Thomas se apartó del padre y regresó a su lado, le levantó la barbilla con un dedo bloqueando la mirada curiosa de su padre con su ancha espalda.
— Somos un equipo —dijo— Tú me has apoyado durante las últimas tres semanas, ahora me toca a mí, ¿De acuerdo?
Los ojos de Ethan estaban brillantes y él sostuvo su mirada durante unos segundos hasta que consiguió centrarlos nuevamente.
— De acuerdo —Ethan habló tan bajo que casi no pudo oírlo.
Thomas mantuvo su brazo firmemente detrás de la espalda de Ethan mientras caminaban hacia la entrada. Una joven y alegre rubia les sonrió.
— ¡Que sorpresa! —Dijo refiriéndose a Thomas— ¡Estás aquí!, soy Susie, es muy emocionante conocerte.
Thomas conocía a millares de mujeres como esa y se había acostado con un buen número de ellas también. Era curioso como un tiempo con Ethan había cambiado las cosas, porque era seguro que no se sentía atraído por esa muchacha. Naturalmente era bonita, y tenía las tetas grandes. Pero él tenía predilección por las personas inteligentes, interesantes y atractivas, y Ethan se ajustaba perfectamente a sus estándares.
Ethan se puso rígido.
— Supongo que es usted la nueva secretaria de mi padre.
La chica asintió alegremente.
— Desde abril.
Ah, claro. Blake estaba liado con su secretaria, y si Thomas no se equivocaba con chicas como ella regularmente. Thomas había escuchado las suficientes conversaciones del equipo, para saber que cuando las personas en las que confías mienten y te engañan aprendes a no confiar en nadie nunca más. Había sido un largo camino para comprender el inicial distanciamiento de Ethan con él. De acuerdo que se había equivocado con él en el pasado, pero la forma en que se mantuvo apartado, era algo más. Y mirando a su padre y a su nueva "secretaria" Thomas se dio cuenta que definitivamente ahora, todo dejaba las cosas muy claras.
¿Cómo podría Ethan volver a confiar en Thomas o en otras personas cuando incluso su propio padre le había traicionado y le mentía?
Susie giró hacia Ethan.
— Debes sentirte muy afortunado por trabajar con el legendario Thomas Blackwell.
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Entrégate
RomanceThomas Blackwell no necesita una niñera. Él es un héroe en el terreno de juego. Tiene éxito, fama, dinero, e infinitas mujeres. Lo único que no tiene es una buena reputación. Después de ser constantemente acosado por los medios de comunicación, por...