Una hora después Thomas asentía distraídamente a las admiradoras que hablaban a su alrededor. Estaba mirando a Ethan de pie con quien supuso eran amigos y amigas de la familia. Las chicas eran muy delgadas y frágiles, se podía oler su infelicidad a un kilómetro de distancia, aunque estuviesen vestidas con ropa de diseño.
Ethan no parecía tan pálido como antes de su encuentro, pero su boca estaba todavía apretada y los tendones de su cuello y brazos se mostraban rígidos. Thomas estaba preocupado por él, esperaba como el infierno que su pequeño jugueteo de arriba lo hubiera ayudado. Tenía la absoluta certeza de que Ethan habría hecho lo mismo por él, si tuviese a su padre borracho a su alrededor.
La mayoría de las mujeres que se le habían acercado antes no solo buscaban un buen rato en la cama, sino también a un caballero blanco, que las salvara de sus monótonas vidas.
Siempre se había asegurado de no cometer el error de dejar a ninguna embarazada, o de meterse en algo de lo que no pudiera salir fácilmente. Aprendió muy temprano a cuidar de sí mismo, sus compañeros de juego venían después.
No había sitio para nadie más.
Hasta ahora.
Era curioso lo jodido que parecía todo cuando estaba en preparatoria. Ethan había sido todo lo que él quería y sabía que no podía tenerlo simplemente porque eran muy diferentes.
Ethan provenía de una familia adinerada, mientras él solo era el muchacho del remolque; un deportista inútil que soñaba con ser profesional y dejar la vida de mierda que llevaba, siquiera sabía si podría conseguir aquello con lo que soñaba, entonces no podía prometerle nada a Ethan, no tenía nada con que mantenerlo y aferrarlo a su lado. Siquiera estaba seguro de poder conseguirlo a él en primer lugar, quizá Ethan siquiera sabía que existía, quizá nunca se fijaría en él de la misma forma en la que Thomas lo observaba a diario. Quizá jamás podría tener una oportunidad con él no solo por el simple hecho de ser de clases sociales distintas, si no por el hecho de que Ethan no se sintiera atraído hacia él, ciertamente a Thomas no le importaba el hecho de que ambos fuesen hombres, pero no podía saber los pensamientos y gustos de Ethan, entonces simplemente se había contenido por tres años de sentimientos hacía él.
Pero resultaba que finalmente no eran tan distintos. Porque si se quitaba el viejo dinero, las nuevas mansiones, las caravanas, los anillos de la Super Bowl, todo lo que quedaba eran dos niños con padres que nunca habían demostrado valer para ese cargo. Ethan era la mejor persona con la que Thomas había estado que no esperaba que lo salvara. Y, francamente, Thomas no estaba seguro de que Ethan aceptara su ayuda si se la ofreciera. Lo más loco era que Thomas quería cuidar de él. Quería que Ethan supiese que podía contar con él para apoyarlo, aunque solo fuera ante dos personas de la alta sociedad que parecían querer sujetarlo contra la pared no dejándolo marchar. No había nada que deseara más que dejarlo todo y rescatarlo, no quería estar en otro lugar.
El hombre de mediana edad frente a él finalmente finalizó su historia sobre un juego que Thomas había ganado hacía tres años. Estrechó la mano del hombre.
— Ha sido muy agradable hablar con usted, pero si me disculpa...
Mantuvo los ojos fijos en Ethan mientras caminaba por el salón, dejando claro que estaba fuera de servicio ante los invitados que esperaban para conocerlo. Ethan lo miro por un momento antes de llegar a su lado dándole una sonrisa como diciendo;
«Gracias a Dios que estás aquí»
En ese momento deseó hacer algo más que rescatarlo, quería reclamarlo.
Públicamente.
Quería que todo el mundo supiese lo mucho que Ethan significaba para él, especialmente sus padres, y sus arrogantes y molestos amigos.
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Entrégate
RomanceThomas Blackwell no necesita una niñera. Él es un héroe en el terreno de juego. Tiene éxito, fama, dinero, e infinitas mujeres. Lo único que no tiene es una buena reputación. Después de ser constantemente acosado por los medios de comunicación, por...