Ethan regresó a la ciudad, pero antes de ir a casa, necesitaba hacer una parada importante.
Esta vez sería él, el primero que se iría antes, cortando el único lazo que los unía a Thomas y a él.
Ethan caminó hasta la sede de los Giants y esperó no encontrarse con John saliendo de ella. John era un tipo que trabajaba las veinticuatro horas, los siete días de la semana, aunque Ethan tenía el presentimiento de que se lo encontraría en su oficina, haciendo una lista de las personas cuyas vidas planeaba arruinar ahora que había terminado con la de él.
Ethan tomo su celular y llamo a John.
— Aquí, John Wilson.
— Soy Ethan Hamilton. Necesito hablar unas palabras contigo. Ahora.
Ethan tenía que darle puntos por la rapidez con que enmascaró su sorpresa.
— Siempre puedo perder un momento por un tipo apuesto como tú.
Ethan rechinó los dientes. ¡Dios! Odiaba que lo llamara "apuesto" con cada frase.
La puerta de la oficina de John estaba abierta cuando Ethan salió del ascensor.
— Ahora. ¿Qué puedo hacer por ti amigo?
Ethan sonrió.
— Dimito.
El arqueó las cejas sorprendido.
— ¿Te refieres a que dejas tu trabajo con mi muchacho Thomas?
Ethan quería decirle a John que Thomas no tenía remedio. Quería decirle que no había razón para contratar a otro asesor de imagen o agencia de relaciones públicas para sustituirlo porque trabajar con Thomas era una tarea imposible. Pero incluso en su estado actual, reconocía que esos eran los desvaríos de un hombre que se había equivocado en todo.
O peor aún, lo harían sonar como un patético enamorado, algo que se había jurado que nunca sería de nuevo.
— Me temo que acepté a su cliente bajo falsos pretextos. Nunca había trabajado con un deportista profesional y creo que un trabajo como este va más allá de los límites de mi experiencia. No recibirá una factura de mi empresa por el trabajo no realizado.
John se sentó en la silla echando hacia atrás sobre su cabeza calva y brillante, el sombrero de vaquero.
— ¿Problemas en el paraíso?
Ethan se negó a responder a su burla, sin embargo no iba a mentirle al decir que Thomas y él ya no eran pareja, aunque no habían durado ni veinticuatro horas juntos.
Quizá ellos no estaban destinados a estar juntos, quizá ellos estaban destinados al fracaso constante.
— Thomas Blackwell y yo no somos pareja y de ahora en adelante ya no es mi cliente. Buena suerte con el equipo.
~***~
— No debería haber dejado la cuenta de los Giants sin consultarlo contigo primero. He arriesgado a la empresa. —Dijo Ethan amargamente. Amy se sentó a su lado en el sofá del despacho y le frotó la espalda.— Nunca debí permitirte aceptar este trabajo, no después de lo que me contaste sobre su pasado.
Amily era probablemente la única persona en el mundo que sabía lo que había pasado entre Thomas y Ethan en la noche de graduación de la preparatoria.
Ella conocía muy bien a Ethan, y también era lista. Había comenzado a sospechar que algo en el pasado de Ethan no debía haber ido bien con los deportistas, cuando ella le pedía que la acompañase a los partidos de su novio -ahora actual esposo- y él se reusaba a ir con ella. Le había insistido tanto que un día finalmente había cedido a contarle lo que había pasado en su vida tiempo atrás. Amy era como su hermana menor y Ethan sabía que podía contar con ella para lo que fuese.
Ethan agitó la cabeza.
— Necesitaba el dinero para la estúpida obra. —maldijo su orgullo por no cobrarle a John el tiempo trabajado.
Se había equivocado.
— No sé cómo voy a pagar la hipoteca y los salarios de todo el mundo. Lo siento.
— Si estás esperando a que te diga que has hecho las cosas mal, olvídalo. A veces los principios son lo primero, y por otra parte —dijo Amy— hiciste un buen trabajo. Thomas fue fotografiado en eventos, partidos y fiestas benéficas recaudando fondos, y como entrenador de niños en un campamento, fue objeto de varios reportajes grandes y buenos. Tú prácticamente borraste la imagen de muchacho rebelde sin causa de la noche a la mañana, estamos destinados a tener algunos nuevos clientes importantes.
Ethan deseó que el elogio de su amiga pudiera hacerlo sentirse mejor. Pero no solo sus negocios estaban al borde de la ruina, se sentía vacío, frío y tenía que descubrir la manera de dejar de amar a Thomas, porque aunque fuese un bastardo egoísta, no podía dejar de pensar en él.
¿Y si cinco años de deseo se transformaban en diez?
¿Y si nunca se recuperaba?
La única manera que conocía para olvidarle era enterrarse en el trabajo. Lo había hecho antes. Hasta que no encontrara otro remedio el trabajo era todo lo que tenía.
Escribió la contraseña de su e-mail y se dejó absorber por una avalancha de consultas y demandas que de repente le parecían sin sentido.
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Entrégate
RomanceThomas Blackwell no necesita una niñera. Él es un héroe en el terreno de juego. Tiene éxito, fama, dinero, e infinitas mujeres. Lo único que no tiene es una buena reputación. Después de ser constantemente acosado por los medios de comunicación, por...