— Buenos días a todos.
La sonrisa que Ethan incrustó en su cara casi se desintegró al ver la alegría en el rostro de Thomas, demasiado magnífico para su propio bien y su buena salud.
Después de una noche de farra, no era justo que él estuviese tan bien. Aún era un paquete irresistible de músculos y calor, sus dedos largos y bronceados acariciaban el brazo de su silla, como si deseara que estuviese acariciando piel en lugar de cuero frío.
— Ciertamente espero no haber perturbado su sueño mañanero, señor Hamilton —dijo John.
Ethan no le creyó ni por un segundo. Sabía que a John le gustaría saber que había destruido su vida entera con aquella llamada...
— Fue un placer oírlo —dijo extendiendo su mano hacia la mano húmeda.
El apretón de la mano de John fue flácido, como de un pez muerto. Ethan estaba contento de por lo menos agradarle al dueño del equipo. Thomas no era el único con carisma. La diferencia era que Ethan escogía cuidadosamente como distribuirla.
— Por favor, tome asiento. —dijo John gesticulando hacia una silla, que, para su gusto, estaba extremadamente cerca de Thomas. Toda la oficina estaba demasiado cerca para sentirse cómodo en lo que a él concernía.
Se sentó mucho más satisfecho de lo que debiera, por la evaluación descarada en los ojos de Thomas sobre él. Aunque se hubiese vestido para impresionar a John, no le parecía mal que Thomas babease encima de él y de todas las cosas que no iba a tocar y besar nuevamente también.
John miró de Ethan a Thomas.
— ¡Demonios!, si ustedes dos son tremendamente apuestos.
Ethan estaba desconcertado tras la declaración de John. ¿Acaso no había una manera más elegante de inclinarse ante él?
Thomas dijo:
— Vamos jefe, los dos sabemos que no soy nada comparado con Ethan.
Diablos, él no debería alabarlo defendiéndolo tan bien de su horrible jefe. John se sentó en el extremo de su mesa antigua que crujió bajo de él.
— Es una pena no haberlo encontrado en circunstancias más agradables señor Hamilton.
El corazón de Ethan latió alarmado, pero era un profesional en presentar un comportamiento exteriormente tranquilo. Con paciencia esperó a que John continuara.
— Mire, ahora amigo, creí que contratándolo como consultor de imagen de este joven semental significaba que mis días de lidiar con sus embarazosas exhibiciones públicas de afecto a chicas bien dotadas habían acabado.
Ethan movió la cabeza.
— Claro que sí.
— No soy nada más que un hombre justo —dijo— es por eso que tengo el placer de darle la oportunidad de explicar qué ha causado que esas fotos fueran hechas ayer por la noche.
Le dio un montón de páginas impresas de varios lugares de juerga en internet. En cada uno de ellos, Thomas estaba bailando con mujeres de pechos imposibles y cinturas pequeñas.
Thomas se inclinó por encima del brazo de su silla para mirar las fotos.
— Mi pelo está un poco largo, ¿no es cierto? ¿Crees que pudiera necesitar un corte elegante? —dijo Thomas. Obviamente él estaba haciendo una broma acerca de su cambio de imagen y Ethan quería golpearlo en su maldita perfecta, nariz.
¿Él estaba jodidamente jugando? Ethan casi le había dejado tener sexo con él, el día anterior en su casa y ahora estaba mirando sus fotos con mujeres desnudas, ¿verdaderamente esperaba que se sentara calmadamente y hablase sobre su pelo?
Muy bien. Los dos podían jugar a este juego.
— Estoy bastante seguro de que estas mujeres te pudieron dar consejos de cómo luchar con tu pelo.
Thomas se sentó de nuevo pareciendo muy satisfecho consigo mismo.
— Aunque siempre he apreciado una buena depilación brasileña.
El rostro de Ethan se incendió antes de poder pararlo. ¡Maldita sea! ¿En qué demonios había estado pensando cuando dejo a Thomas desnudarlo el día anterior?
No había razón para disculparse con su nuevo jefe; siempre era mejor decir la verdad en situaciones imposibles como ésta.
— Me temo, señor Wilson, que el señor Blackwell sea un poco salvaje.
John movió la cabeza, se veía absolutamente contento por esta aseveración.
— ¿Por qué no dice lo que verdaderamente estamos pensando todos? El chico es un verdadero desastre.
Thomas los interrumpió.
— No todos pensamos lo mismo.
Ethan sonrió amablemente y lo miró.
— Oh, sí, lo pensamos.
— Ahora, amigo —continuó John— si no tiene las habilidades para mantener a este chico salvaje bajo control, entonces... ¿querría renunciar ahora mismo?
Nunca. Ethan siempre completaba cada tarea con gracia. Ningún problema era muy grande, ninguna personalidad muy extraña para que brillase en lo alto y la presentara al público como un nuevo hombre o mujer. Pero sabía que simplemente declarar sus intenciones no serviría para un cretino como John. Tendría que usar sus mejores cartas.
— Bien, señor Wilson, los dos sabemos que no tengo ninguna intención de renunciar a esta cuenta. A partir de este momento puede contar conmigo para ser personalmente responsable de la reputación de Thomas. La guardaré como si fuera la mía propia.
John continuó escuchando perezosamente sus recursos de Ethan una última vez.
— Señor Hamilton, existe apenas un problema que pueda ver —John le mostró los dientes en una aproximación de sonrisa— solo que no veo como cualquier persona, va a poder controlar a nuestro chico salvaje. No sin un plan perfecto.
La reputación profesional de Ethan estaba en juego allí, junto con el pago de su nueva hipoteca los próximos meses.
Una calma súbita lo acometió y apretó las manos juntas en el regazo.
— Thomas se mudará conmigo esta mañana y las próximas cuatro semanas no lo perderé de vista. Ni en un entrenamiento, una fiesta o un evento de caridad. Nada.
Ethan no podía preocuparse ahora por la reacción de Thomas; lidiaría con él más tarde. Posiblemente con una vara afilada.
John lo miró con escepticismo.
— ¿Te vas a embarcar en esto súper estrella? —le preguntó John a Thomas. Estirado en su silla, Thomas extendió los brazos tras su cabeza, se estiró y bostezó.
— No tuve suficientes horas de sueño ayer por la noche —dijo finalmente— estoy esperando ansiosamente un gran café y una cama suave. —Levantó una ceja en dirección a Ethan— Creo que tu cama podría ser tan buena como la mía.
En aquel momento Ethan estuvo agradecido de todo lo que había aprendido de sus padres sobre fingir. En caso contrario se habría movido por la sala y lo habría estrangulado.
— Tengo una grande y cómoda habitación de invitados esperando por ti —mintió él, entonces extendió la mano hacia John— Estoy contento de que todo esto se haya resuelto, señor Wilson, fue un placer volver a verlo.
¿Cómo demonios iba a mantener sus ropas intactas con Thomas alrededor de cuatro semanas enteras?
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Entrégate
RomanceThomas Blackwell no necesita una niñera. Él es un héroe en el terreno de juego. Tiene éxito, fama, dinero, e infinitas mujeres. Lo único que no tiene es una buena reputación. Después de ser constantemente acosado por los medios de comunicación, por...