¡Dios!, él había sido un completo idiota. Todo lo que quería era olvidar el día en que había conocido a Thomas Blackwell. No era más que un chico inmaduro y no era el tipo de hombre que podía ser atraído nuevamente por el carisma de un atleta sexy, de físico perfecto. Ya no más.
Nunca había trabajado con organizaciones deportivas, no confiaba en los atletas profesionales y entonces, ¿cómo podría conseguir que otras personas confiaran en ellos? Simplemente mandaría a los Giants con uno de sus competidores, que estaría feliz de continuar el negocio. Al final, los atletas estaban siempre metiéndose en dificultades y sus equipos estaban siempre pagando a alguien para lavar su imagen frente al público.
Y Ethan intentaría no lamentar el dinero que se le escurriría de entre los dedos. Su estómago dio un salto cuando cogió el teléfono y contestó.
— Soy Aiden Bullard, de los Giants. —La persona al otro lado de la línea no perdió el tiempo—. Nuestro equipo necesita contratar a un gran consultor de imagen para Thomas Blackwell y hemos pensado en usted para ello.
Ethan tragó en seco y contestó que no tenía los recursos para trabajar con ellos como clientes, indicándoles luego otra agencia.
— Doblaremos sus honorarios, ¡los triplicaremos! —rogo el hombre.
¿Triplicados? ¡Oh señor! Si aceptase a los Giants, sus miedos financieros serían un recuerdo lejano.
Como si pudiese sentir la vacilación, Aiden continuó.
— Todo lo que estoy preguntando es si podemos reunirnos antes de que diga que no. Lo necesitamos.
¿Se había encendido un interruptor loco en su cabeza? ¿Iba él realmente rechazar una enorme suma de dinero, especialmente porque este trabajo podía ser un trampolín para otros grandes clientes?
Incluso si no tuviese una historia personal con Thomas, ¿Cómo podía alguien esperar que él cambiase a un playboy en un hombre sólido y confiable? Era un trabajo muy grande para una persona. ¿Y no sería muy embarazoso y nada profesional si descubrieran que había sido uno de los primeros que había caído con él? ¿Especialmente uno que solo había durado una noche? ¿Un chico?
— Mire —dijo Aiden rompiendo el pesado silencio—. Thomas Blackwell lo necesita. Desesperadamente. Se lo imploro.
Todo el aire salió de los pulmones de Ethan. ¿Thomas lo necesitaba?
Bien, Thomas ya había actuado como si lo necesitase una vez y él había estado tan ciego de lujuria, que había pensado que era amor.
Qué gran error había sido.
Nada iba a hacer cambiar a Thomas de su manera de ser. Por todo lo que había oído seguía siendo un egoísta que solo pensaba en él, el mismo mujeriego bastardo que había sido en el instituto.
Y Ethan sabía por qué todas aquellas mujeres con las que Thomas se acostaba querían "salvar" al hombre, porqué todas ellas hacían fila para una noche con él, aquellas maneras de chico rebelde lo hacían aún más atractivo, más peligroso y más necesitado de ser protegido que nunca. Cada una de ellas esperaba ser la indicada para él, aunque Ethan sabía de primera mano que Thomas no era un hombre de relaciones. Podía notársele a millas de distancia.
Pero afortunadamente él no tenía el más mínimo deseo de reformar a un chico rebelde. A Ethan le gustaba que sus parejas fuesen inteligentes, elegantes y discretas.
Infelizmente, Aiden tomó su silencio como aceptación porque dijo;
— Estaremos en su oficina en veinte minutos —y colgó. Ethan pestañeó hacia el teléfono confuso por un largo momento antes de depositarlo sobre la mesa.
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Entrégate
RomanceThomas Blackwell no necesita una niñera. Él es un héroe en el terreno de juego. Tiene éxito, fama, dinero, e infinitas mujeres. Lo único que no tiene es una buena reputación. Después de ser constantemente acosado por los medios de comunicación, por...