Capítulo 13

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Thomas estaba feliz de mudarse a la casa de Ethan, las cuatro próximas semanas. Pero ir con él a una cita era casi demasiado.

Descansaba en el sofá y zapeaba por los canales de la televisión. Ethan murmuró algo sobre la necesidad de tener algún trabajo hecho y lo amenazó:

«No intentes abrir siquiera la puerta o te cazaré y te mataré con mis propias manos o tal vez con un cuchillo afilado».

Después había desaparecido en su despacho de casa. Había telefoneado a algunos de sus amigos para hacerlos saber que estaría ocupado con negocios por algún tiempo, conversó con su agente sobre el bonito retrato público que iba a crear para John y los Giants y después se aburrió.

En solitario.

No podía pensar en la última vez en que había tenido más de quince minutos para sí mismo. Su casa era un paseo constante. La fiesta de la noche anterior continuaba en la piscina al día siguiente en un ciclo infinito. Y, hasta el día anterior, no había bajado a su santuario en meses.

El silencio lo dejó inquieto. Cuando estaba con otras personas podía sentarse y escuchar las conversaciones era fácil estar a la altura de sus expectativas. No era tan fácil comprender lo que eran sus expectativas y entonces dejó de intentarlo. Pero, por alguna razón, le importaba lo que pensase Ethan. Quería demostrarle que estaba equivocado con él.

Apagó la televisión y se acercó a una estantería. ¿Por qué tenía que importarle tanto que Ethan pensase que él era un ser humano que valía la pena? Él generaba mucho dinero a muchas personas, los Giants, su agente. Y había donado más dinero para caridad de lo que nadie podía imaginar, para amigos con necesidad y para el equipo.

Tenía la seguridad de que Ethan ya sabía todo aquello y no se había impresionado. No creía que fuese capaz de ser un caballero.

Dejó de pensar cuando encontró una copia en tapa dura de "El conde de Montecristo", uno de sus libros favoritos. Después se sentó en el sofá con las piernas extendidas.

Estaba entrando en el clímax de la historia algunas horas más tarde cuando miró hacia arriba y vio a Ethan de pie en la entrada al salón, observándolo.

La verdad, Ethan más bien miraba fijamente el libro en las manos de Thomas. Probablemente no pensó que pudiese leer y que los libros de su habitación subterránea eran solo adornos.

Thomas no consiguió indignarse. No cuando él tenía tan buen aspecto.

— ¿Eso es lo que te vas a poner? —pregunto mirando al magnifico hombre frente a él.

— No, esto lo uso para hacer un sándwich. Me vestiré para mi cita más tarde.

Thomas estaba muy ocupado mirándolo para prestar atención a su sarcástica observación. Ethan giro y entro en la cocina. Thomas lo siguió, moviéndose al otro lado de la encimera de granito.

— Entonces... —comenzó Thomas. Ethan lo miró sobre su vaso de agua. La luz que entraba por la cocina hacía maravillas en los ojos verdes del hombre.

— ¿Entonces? —pregunto Ethan, cuando Thomas no continuo.

— Iremos a una cita esta noche. —declaró. Ethan giro los ojos dejando su vaso sobre la encimera.

— Yo iré a una cita, tú solo serás arrastrado a ella porque no confió en ti para dejarte solo en casa. Solo Dios sabe lo que podrías hacer. Me he convertido en tú niñera a tiempo completo.

Thomas contuvo la sonrisa triunfal que amenazaba con estallar de sus labios.

— ¿Entonces, estas saliendo con alguien?

— No por el momento, es solo una cita, apenas y la conozco.

— Me imagino que tienes una vida social muy activa. —dijo Thomas. Ethan casi se rió por la suposición del hombre. Con su trabajo como asesor de imagen, apenas y tenía tiempo para comer o dormir, mucho menos para tener una vida social activa. Las únicas personas con las que hablaba la mayor parte del tiempo eran o sus clientes o sus empleados. Pero no admitiría eso. No a Thomas. En cambio preguntó;

— ¿Por qué piensas eso?

— Porqué siempre estás acompañando a tus clientes a eventos sociales, ¿no es así? Debes conocer a un montón de gente.

Ethan asintió viendo el punto de Thomas.

— Conozco personas, pero no quiere decir que seamos amigos o salgamos a comer juntos, solo los veo en eventos sociales, no podría considerarlos amigos. ¿Por qué te interesa?

Thomas sonrió.

— Solo estoy intentando conocer un poco acerca de ti. Si vamos a trabajar juntos, esta debe ser una calle de dos vías. Me imagino que debo saber un poco más acerca de ti, también.

— No creo que incluya cubrir los aspectos de mi vida amorosa o personal en ningún sentido.

— ¿Por qué no? Tienes la oportunidad de conocer acerca de la mía también.

Ethan se rió entre dientes.

— No tienes una.

A Thomas le molestaba que Ethan se viera tan confiado al hacer esa declaración.

— Podría formar una relación si quisiera. —murmuro Thomas. Ethan negó.

— Pero no es así.

Thomas arqueo una ceja, curioso.

— ¿Cómo lo sabes? No me conoces, Ethan.

— No. Tienes razón, no te conozco. Pero conozco a un puñado de hombres como tú. No forman relaciones porque le temen al compromiso, y no lograrían reconocer al amor de su vida aunque estuviera frente a ustedes. Son alérgicos a las relaciones, o en todo caso ser fieles a una persona.

Thomas quería negar esa acusación, quería decirle que él podría reconocerlo, que podría formar una relación con la persona indicada, que si aún no lo había hecho era porque no la había encontrado. Hasta ahora. Él sin duda podría ser fiel, y podría renunciar a todo por la persona correcta. Podría renunciar a todo y a todos por el hombre de ojos verdes frente a él. Pero no podría decirle aquello, al menos no aun...

— Solo estoy diciendo, —dijo Thomas inclinándose más en la encimera— que tú sabes todo sobre mí, pero yo no sé lo suficiente acerca de ti. Estaría más cómodo trabajando contigo si llegara a conocerte mejor.

Ethan dio otro trago a su vaso de agua antes de bajarlo y apuntar con un dedo a Thomas.

— Buen intento. —dijo. Thomas se rio, se movió por la espaciosa cocina y abrió la nevera.

— Coge lo que quieras —dijo Ethan lleno de sarcasmo nuevamente, al ver con qué confianza Thomas se desplazaba por su casa y tomaba sus cosas.

— Podría —dijo él mientras movía las botellas de zumo. — ¿Tienes algo aquí que podría hacerme sentir como un idiota?

— No bebo —respondió Ethan. — Tú no deberías tampoco. —Continuo— ya que tu cuerpo es tu trabajo, no puedo entender como el alcohol puede ayudar.

Thomas cogió una botella de zumo de zanahoria y la abrió, bebiendo directamente de ella. Una mirada de disgusto cruzó el rostro de Ethan. Él era realmente predecible.

Llevó el recipiente ahora vacío al fregadero y lo lavó.

— Estoy de acuerdo contigo.

— ¿Entonces por qué bebes?

— No bebo.

— ¿Realmente esperas que crea que vas a clubs de strippers sobrio? — Movió la cabeza — Estás loco.

Ethan no necesitaba saber que Thomas había dejado de beber cinco años atrás.

La mañana en la que él se fue y nunca volvió.

— Mi padre era un borracho... — comenzó Thomas.

Ethan movió la cabeza.

— Lo sé, pero pensé qu-...

Sonó el timbre y todas las cosas que Thomas quería decir se quedaron perdidas en el aire.

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