Capítulo Final

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Ethan estaba en el fondo de la sala de prensa de la NFL, más nervioso de lo que había estado en toda su vida. Cuando pensaba en lo que iba a hacer, tenía que luchar contra el deseo de huir rápido y lejos.

Extrañamente, a pesar de que no sabía nada de fútbol hasta hacía unas semanas, no estaba nervioso al tener que responder preguntas sobre su nuevo papel.

Desde que había firmado con la Liga como asesor de imagen, había aprendido en casa con videos y una pila de dvd's de partidos, y entrevistas con los mejores jugadores del campeonato. Y si, Thomas estaba entre ellos.

Nadie necesitaba saber que él había visto sus videos más de una vez.

Todo lo que quería era un nuevo comienzo: solo ellos dos y un poco de confianza que esperaba que se convirtiera en un amor fuerte y duradero.

Escudriñó la sala por centésima vez.

¿Por qué Thomas todavía no había llegado? ¿Y si le había pasado algo? ¿Y si estaba en algún hospital en algún lugar? ¿Pensaría en llamarlo?

Steve Miller puso una silla a su lado, Ethan intentó concentrarse en el discurso de bienvenida del asesor de prensa de la NFL, sin embargo en todo lo que podía pensar era en ver a Thomas de nuevo.

El asesor abrió un turno de preguntas y no se sorprendió de que John Wilson fuera el primero en levantarse.

— Como todo el mundo sabe, soy el nuevo dueño de los Giants. —Frunció los labios, pareciendo más el lobo hambriento buscando a los tres cerditos. — Tengo una pregunta para el señor Hamilton, si no le importa.

Presintiendo algo jugoso, los periodistas giraron sus grabadoras hacia Ethan.

— Me estaba preguntado sobre algo que usted dijo en mi oficina hace unos días —él se detuvo, echándose el sombrero vaquero un centímetro a la izquierda — Si mal no recuerdo, usted dijo que no tenía la experiencia necesaria para restaurar la imagen pública de un deportista. Creo que fue antes de decirme que no trabajaría más con mi muchacho Thomas.

En ese momento Thomas, salió de un rincón oscuro, parecía que no le importara el mundo, como siempre hacia. Levantó una ceja de manera arrogante.

Dios, Ethan lo amaba.

Amaba cada arrogante centímetro de él.

— Algo que aprendí recientemente, es que todos cometemos errores. Hasta un asesor de imagen lo estropea todo de vez en cuando. —Ethan sonrió— Tengo la sensación que eso será muy útil para trabajar con jugadores profesionales.

La risa rodó a través de la multitud y Ethan esperó que Thomas entendiera que sus palabras iban destinadas a él.

— Hace unas semanas no sabía nada de fútbol y, como mucha gente, pensaba que los jugadores cobraban demasiado y que eran simplemente estúpidos.

Los jugadores se quejaron.

— Perdón, amigos —dijo Ethan— Pero fue por eso que decidí trabajar con la NFL. Aprendí mucho sobre los jugadores: aprendí, sobre su integridad y entrega, de lo que está realmente bajo la superficie. La NFL es ahora el principal cliente de mi empresa, y dedicaré la mayor parte de mi tiempo y energía para asegurarme que las personas vean a la Liga y a los jugadores de la manera más positiva imaginable.

Entonces Ethan miró directamente a Thomas.

— Los errores siempre han ocurrido; así es como funciona el mundo, pero de ahora en adelante me comprometo a no dejar ir a nadie hasta que lleguemos a un entendimiento mutuo.

John movió la cabeza.

— Una respuesta muy amable, señor Hamilton, solo hay un problema con eso. —Agitó un sobre color manila de veinticinco por treinta centímetros ante él— Tengo fotos de usted y Thomas Blackwell teniendo relaciones sexuales en un balcón en Napa. ¿Cómo va a justificar eso?

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