Capítulo 16

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El miércoles por la noche, durante el paseo de noventa minutos de San Francisco hasta Napa, Ethan no pudo negar la sensación de que algo había cambiado entre ellos. Por alguna razón Thomas estaba en su camino para ser agradable. Atento. Incluso dulce. Sabía que Thomas lo deseaba. Y cuanto más claro se lo mostraba, Ethan estaba menos inmune a él.

Ya era preocupante tener que hacer esto en casa completamente vestido. Malamente conseguía mantener su ropa interior en su lugar durante un viaje en coche de noventa minutos, ¿Cómo podría en los próximos veintisiete días? Cada hora que pasaba, Thomas le dejaba más claro que quería estar con él, acostarse con él, darle placer y también tomarlo.

¡Si pudiese confiar que no cambiaría nada y que no rompería su corazón de nuevo!

Felizmente Thomas interpretó mal su silencio.

— ¿Tienes miedo a cómo voy a actuar en la fiesta? ¿Coger a todas las mujeres, arrancarles la ropa y saltar desnudo en la fuente?

Ethan observó sus acentuados pómulos, la delicada nariz, la boca perfecta. Aquellos ojos azules, que tocaban directamente en sus entrañas. Sorprendentemente lo que vio en ellos lo tranquilizó, por alguna razón que no entendió, supo que Thomas iba a comportarse esa noche.

— ¿Heriría tus sentimientos si dijera que no?

Thomas mantuvo su mirada en Ethan.

— No te preocupes, las compensaré más tarde.

Instintivamente Ethan sonrió.

— No tengo duda de que lo harás.

Finalmente se pararon frente a la propiedad del viñedo. Cuando la limusina se apartó continuaron juntos por el porche dorado.

— ¿Te he dicho lo atractivo que eres?

Ethan lo miro, ojos verdes mirando a azules.

— Gracias.

— No estoy hablando solo por esta noche.

No, Thomas no podía decir algo parecido cuando la resistencia de Ethan estaba tan baja.

Ethan no podía darse el lujo de que su admiración lo hundiese.

— Tú también estás bien. Me gusta el traje.

— Se lo diré a ellos para culparte.

— ¿Por qué? —Ethan inclinó la cabeza.

— Están pagando por esta ostentación. Normalmente uso mis dientes con incrustaciones de diamantes para eventos como éste.

Ethan frunció el ceño.

— No es verdad. — Entonces cuando Thomas no dijo nada preguntó— ¿Lo es?

Thomas se rió.

— Eres muy fácil de engañar.

De repente apareció el anfitrión con su hija colgando del brazo en la parte superior de las escaleras al lado de la fuente de estilo toscano.

— Aquí estás, el hombre del momento, Thomas Blackwell. Y lo acompaña un atractivo amigo.

Cuando Gordon Montague bajó los escalones, Ethan intentó apartarse de Thomas. No era su amigo; era su guardián y se quedaría lo suficientemente cerca para mantener un ojo sobre él. Pero Thomas no lo dejó ir, al contrario, puso su mano en la parte inferior de su espalda. Exactamente donde su mano siempre había parecido estar.

— Gordon Montague a tu disposición —el anfitrión lo saludo, — ella es mi hija Anastassia —le indico a Ethan, la chica se abalanzo sobre el colocando sus manos en la cara de Ethan, y besando su mejilla, lo suficientemente cerca de sus labios. Ethan se sorprendió, había escuchado de Thomas que la chica estaba loca, pero no creyó que tanto.

Cuando la chica finalmente se apartó, solo lo suficiente para darle un poco de espacio a Ethan, él agrego;

— Gracias por permitirme acompañar a Thomas a su fiesta.

Anastassia giró hacia Thomas.

— Hasta una estrella como tú empalidece en comparación a él.

— Hola, Annie —dijo Thomas pretendiendo darle la mano para separarla de Ethan, — ¿cómo estás? —y cuando él creyó que la chica estuvo a una distancia considerable lejos de Ethan, se giró a su padre— ¿Qué hay en la agenda de esta noche?

Thomas lo estaba haciendo nuevamente. Siempre socorriéndolo.

— Buscamos fondos para la leucemia —giró hacia Ethan— la amiga de la hermana de mi esposa se murió de esa enfermedad.

La preocupación fingida no encajaba con Gordon. Thomas sonrió.

— Siempre estoy listo para una buena causa, ¿a quién te gustaría que conociese primero?

Thomas quería terminar cuanto antes esa noche y alejar a la loca mujer que parecía no querer apartarse de Ethan.

Ethan se sorprendió al ver a Thomas tan irreverente, no estaba ni un poco afectado por el dinero de Gordon, sus conexiones, su poder. Ethan había crecido en aquel mundo, pero nunca había aprendido a no considerarlo serio. Podría aprender alguna cosa de él.

Gordon los llevó hacia adentro y, conforme la noche pasaba de cocteles y aperitivos a una gran cena con vinos caros. Inesperadamente, una mujer adorable que parecía fuera de lugar —y estaba algo pasada de copas— en un vestido de lino azul empujó a Thomas a un lado.

— Soy la hermana de Gordon, Gina, la oveja negra de la familia. Tú debes de ser el cerdo premiado.

Thomas no se sintió ofendido, apretó su mano y dijo que era un placer conocerla.

— Me temo, sin embargo, que no podré estar muy cerca de ti durante mucho tiempo. Cuando un hombre es tan guapo como tú es peligroso dejar entrar a tanta gente en tu vida. Recuerda mis palabras, cualquier persona que no esté ciega por tu éxito y brillo. Esa persona es la adecuada para ti.

Ethan escuchaba su charla —que de algún modo no tenía ningún sentido— y se sintió completamente transparente y no pudo definir el momento exacto en que Thomas lo había conquistado nuevamente; todo lo que sabía es que lo había hecho y lo había hecho en silencio. Como el rocío que cae en la mañana, nadie sabe cuando llega pero esta allí, siempre está allí.

Y él no podía dejarlo hacer eso. No importaba lo que pasase.

— Con permiso, necesito usar el baño. —murmuro Ethan, alejándose de ellos.

Camino por el lujoso salón de baile, buscando un lugar en el que esconderse unos minutos, intentando recuperar el equilibrio. Fue a la cocina, donde vio una escalera estrecha y mal iluminada que esperaba que fuese el camino para las habitaciones de las empleadas.
La escalera parecía no terminar nunca, quedando más oscura a cada paso, subiendo hasta una torre secreta. Algo le decía que volviese, que no debía invadir la casa de unos extraños, pero le tenía más miedo al hombre devastadoramente guapo que lo esperaba en la parte baja de la escalera que a que lo cogiesen.

Siguió subiendo y sintió un interruptor de la luz a lo largo de la pared mientras oía pasos detrás de él momentos antes de apretarlo y jadear en voz alta.

Lo alto de la torre secreta de Gordon Montague era un refugio sexual completamente equipado... el último lugar en la tierra donde quería que Thomas lo encontrase.

Pero solo por el familiar calor que podía sentir a su espalda, sabía que él ya lo había encontrado.

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