«¿Me he vuelto loco ya?», se preguntó Guillermo mientras se miraba en el espejo grande el baño. En realidad las profundas ojeras, la piel arrugada del contorno de los ojos tras el patético lloriqueo de la noche anterior y el cabello despeinado y enredado... no ayudaban mucho a encontrar una respuesta coherente que despejase sus dudas.
«Vale. Ahora, aparte de loco, también estoy horrendo. Dos puntos extra.» Se sentó sobre el borde de la bañera mientras esta se llenaba de agua. Necesitaba con urgencia darse un baño relajante.
Los acontecimientos de la noche anterior lo habían dejado aturdido. En primer lugar, todavía no lograba imaginarse a su aniñado Samuel acostándose con aquella chica de la fiesta de no sé quién cuando tenía novia. En segundo lugar, debió preguntarle cual era su apellido. En realidad lo indicaba en los papeles correspondientes del intercambio, pero no le había prestado atención y, aunque lo hubiese hecho, no lo habría creído.Un De Luque's o mejor dicho un De Luque... El mimado, rico e imbécil hijo del famoso matrimonio De Luque. El padre, dueño de una de las mayores empresas del mundo. La madre, una de las abogadas más prestigiosas de toda Europa. Guillermo se abofeteó a sí mismo, intentando despertar así de aquel confuso sueño. Pero no pasó nada. Siguió allí, absorto, escuchando el sonido del agua caer conforme la bañera se iba llenando. Por otra parte, empezaba a entender cómo y dónde había crecido Samuel. Ahora todo tenía sentido, porque, claro, no era solo Samuel, sino Samuel De Luque. Esa última palabra lo cambiaba todo de un modo radical.
Se desvistió, cerró el grifo y se sumergió en el agua. Respiró hondo, relajándose. Inclinó la cabeza hacia atrás, hundiéndola hasta mojarse el pelo. Innumerables pensamientos volvieron a invadir su mente. De todos modos a el le daba igual quién era Samuel. Le importaba lo que había vivido con él, ni más ni menos. Y, si él había terminado engañando a su novia, que era una amiga e iba a su misma clase, ¿cómo podrían mantener ellos una relación a distancia? a sabiendas que el era hombre y se supone que Samuel no es homosexual, Se iría con otra a la primera de cambio, seguro. Guillermo no quería pasarlo mal, no deseaba hundirse por las noches en el sofá del comedor, al lado de su simpático amigo helado de chocolate, mientras recitaba una vez tras otra los diálogos de Romeo y Julieta y se preguntaba, angustiado, qué estaría haciendo Samuel. Porque su paranoica mente se lo indicaría enseguida: estaría... con otra.
Exhaló aire por la nariz con la cabeza sumergida en el agua, un montón de burbujas pequeñas subieron a la superficie. Después volvió a sacar la cabeza y encontró fuerzas para echarse un poco de champú y frotarse el cabello sin demasiadas ganas. Llamaron a la puerta del baño.
—¡Guillermo!
Era el traidor. Fingió que acababa de quedarse sordo.
—Guillermo, sé que estás ahí —prosiguió él— ¿Puedo pasar?
—¡NO!
Esta vez sí contestó, porque no recordaba si había puesto el pestillo y temía que él entrara sin demasiados miramientos. Por si acaso, corrió la cortina de la bañera.
—¿Por qué no?, ¿qué estás haciendo?
—Duchándome.
—Ah, vale. — Samuel bajó el tono de voz— Pues te espero en la puerta hasta que termines.
Guillermo resopló. Le estaba acorralando. Claro que el le había evitado en numerosas ocasiones. La noche anterior, tras descubrir que el empresario De Luque era su padre, había corrido despavorido hasta su habitación y se había encerrado allí a cal y canto, tal como había hecho también esa misma mañana. Solo salió (a toda prisa) cuando escuchó la voz de Samuel y advirtió que este se encontraba en la planta baja de la casa. Ahora él no pensaba dejarlo escapar otra vez, y comportándose como un hippie en la acción de manifestarse, había decidido hacer una sentada frente a la puerta del baño; solo le faltaba una pancarta reivindicativa que dijese: «Guillermo, ¡deja de huir! El pueblo te necesita». Total, viviendo ambos entre las mismas cuatro paredes, poco podría haber hecho por evitarle. Mucho menos teniendo en cuenta que aquel día era Navidad y celebraban la comida con toda la familia.
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Muerdago
Teen FictionSamuel, un chico de la alta sociedad española, va a pasar las vacaciones de Navidad con los Diaz, una familia de clase media. Guillermo será el encargado de hacer de anfitrión, pero la verdad es que no lo tendrá nada fácil: la personalidad egocéntri...