Martes, 8 y media de la mañana.
Estoy demasiado nerviosa y eso que aún queda hora y media para la entrevista. Hoy tardo más que nunca en elegir qué ponerme. "Pero qué tonta, como si él fuese a fijarse en mí"-me recuerdo a mí misma. Finalmente opto por unos vaqueros ajustados, mis adidas gazelle rosas y un jersey de hilo ancho y algo desbordado a juego. Me maquillo más que de costumbre pero sin dejar de parecer natural y me recojo el pelo en una cola alta.
De camino a Valdebebas en autobús me dedico a imaginarme cómo será la entrevista, cómo será él y cómo me comportaré yo. Incluso me pellizco para asegurarme de que no estoy soñando.
Cuando llego a la cancha de baloncesto de la ciudad deportiva Carlos y Luisma, el cámara, ya están organizándolo todo.
Ninguna de mis expectativas es equiparable al momento en el que veo entrar a Luka. Va vestido con la equipación de baloncesto y una sudadera a juego. La ralla del pelo hacia un lado, como siempre, y el mentón cubierto por una creciente barbita que le hace parecer más mayor de lo que realmente es. Por poco no me caigo de espaldas, pero estoy segura de que mi mandíbula debe estar rozando el suelo.
Se acerca a nosotros y nos presentamos. Cuando me toca saludarlo él se queda pensativo:
-¿Te conozco?-pregunta, y por poco no me da un infarto. ¿Se acuerda de mí?
-Sí, nos presentaron un día después de un partido en el palacio. Soy Cristina-pienso en tenderle la mano pero el opta por darme dos besos y la verdad es que yo no presento ninguna queja.
Mientras Carlos le explica por encima cómo será la entrevista yo rebusco en mi mochila y saco mi Ipad para tomar notas. De vez en cuando lo miro de reojo, ¡es taaaaaan guapo!
Carlos empieza a disparar preguntas típicas tales como "¿Cómo fue tu llegada a Madrid tan joven?" "¿Cuál ha sido tu partido favorito con el Real Madrid?" o "¿Crees que ganaréis la Euroleague este año?"; a las que él responde de manera políticamente correcta, con un acento Esloveno de lo más sexy y una preciosa sonrisa que me va derritiendo lentamente.
Aunque de vez en cuando me mira, me siento apartada de la entrevista y me dedico a apuntar todo lo que mis dedos ágiles me permiten. Cuando Carlos se queda sin preguntas le pido permiso para empezar con las que yo había preparado, algo más entretenidas y originales.
-¿Cuál es la putada, perdóname la expresión, más grande que te han hecho tus compañeros?-empiezo fuerte.
El se ríe antes de contestar:
-Cuando cumplí diecisiete me obligaron a subirme a un escenario a cantar una canción yo solo, con micrófono y todo, en un restaurante que estaba lleno de gente. Todo el mundo me estaba mirando, pasé muchísima vergüenza-sus ojos azules tienen un brillo divertido.
-¿Se puede saber qué canción era?
-Esa del "piqui piqui"-los dos nos reímos, ahora el que está más desplazado es Carlos y él es el que toma notas.
Se le ve mucho más interesado. Sabía que iba a acertar con preguntas más personales, dejando a un lado lo profesional. Manu va a estar muy contento con mi trabajo.
Le sigo preguntando cosas como "¿Quién es el compañero con el que más te ríes?" "¿Quién ronca más?" o "¿Alguna vez has tenido un flechazo con alguna fan?"
Esta última pregunta es más de prensa rosa que de un periódico deportivo, pero nunca está de más cotillear. Luego ya decidirán en la redacción si la publican o no.
Su respuesta me inquieta:
-A menudo veo chicas que me llaman la atención en el Palacio-Carlos y yo nos reímos-. Las españolas sois muy guapas-dice mirándome fijamente.
Ese "sois" hace que me ponga roja como un tomate. Seguro que él se da cuenta. ¿Por qué siempre me sonrojo en los peores momentos?
Unos minutos después damos por terminada la entrevista y los chicos empiezan a recoger el equipamiento. Carlos, que ha visto cómo Luka y yo hemos conectado, se va para dejarnos solos. Ya se lo agradeceré luego.
Yo me hago la distraída mirando mi IPad, muerta de la vergüenza, y él se acerca a la silla que hay al lado mía, donde minutos antes estaba sentado mi compañero.
-Cris, me ha encantado tu parte de la entrevista, en serio. Es de las pocas entrevistas en las que no me estaba durmiendo.
¿Me está diciendo esto de verdad? ¡Qué majo es! Seguro que se ha dado cuenta de mi inexperiencia y quiere animarme.
-Gracias, yo soy nueva aquí y solo intento hacerlo lo mejor posible-respondo con modestia.
-Ojalá dentro de poco me hagas tú las entrevistas a pie de campo y salgas en la tele. Me has caído muy bien y eres muy guapa, quedarás genial.
Espera, espera, espera, espera. ¡Luka Dončić me está diciendo que soy muy guapa! Esto no puede estar pasando. ¿Pero este hombre se ha visto?
-Tú también eres muy guapo-le respondo. El tonteo ya es más que evidente.
Acepta el cumplido como si se lo dijesen todos los días. Bueno, es que seguro que se lo dicen todos los días, varias veces además.
-Oye Cris-mi nombre pronunciado en sus labios suena muy tentador-. ¿Qué tal si nos damos los números y así me avisas cuando la entrevista esté terminada?
Madre del amor hermoso.
-Claro-le doy mi IPhone para que escriba su número. Él mismo se guarda en mi agenda como "Lukita" y un emoticono de una pelota de baloncesto. Me río al ver esto. Yo hago lo mismo con su móvil y me apunto como Cris y un emoticono de un micrófono, el primero que encuentro relacionado con mi profesión.
-¿Un micrófono?-pregunta él divertido-. ¿Es que eres cantante también?-se vacila de mí y yo le sigo el juego.
-Podría, soy una chica multiusos-le guiño un ojo-. Pero el cantante eres tú por lo que tengo entendido, majo.
Se ríe ante mi respuesta y me parece demasiado perfecto para ser real.
-Tienes razón. Podríamos hacer un dueto tipo Drake y Rihanna.
-O más bien a lo Pimpinela-ambos sonreímos.
Un compañero suyo, Sergio Suárez, se asoma a la puerta para decirle que ya va a empezar el entrenamiento. Carlos y Luisma me esperan fuera y yo me despido de Luka con dos besos que se me hacen demasiado cortos.
-Adiós rubio-le digo mientras salgo de la cancha.
-Hasta la próxima morena-me responde él.
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Sueño cumplido (Luka Dončić)
FanfictionCuando Luka Dončić llegó a mi vida yo no era más que una joven perdida intentando hacerme un hueco en Madrid y en el periodismo nacional. Pero a veces las mejores cosas llegan en los momentos más inesperados para poner nuestro mundo patas arriba.