20. Dudas, reflexiones y necesidad

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Entro en la residencia y decido pasar por la sala de estar. Encuentro a todos menos a Álvaro y Marcos, tirados en los sofás y viendo la tele.

-Hombre, si ha aparecido la señorita Doncic-dice con sorna Marta-. ¿De dónde vienes con esas pintas?

Pongo los ojos en blanco y suspiro, ¿qué sería de mí sin sus insultos y sus ironías?

-He ido con Luka a jugar al baloncesto-respondo con una sonrisa en la cara.

-¿Tú al baloncesto? Te habrá follado seguro-supone Pablo metiéndose conmigo.

"Pues no me ha follado porque ha interrumpido la conserje, que si no..." me dan ganas de decirle, pensando en algo muy alejado de la aplastante derrota a la que hace referencia mi amigo. En su lugar contesto: "La verdad es que sí, pero he aprendido bastante y ha tenido mucha paciencia conmigo". Ay si dijese lo que pienso en lugar de aplicar el filtro social...

-¿Has hecho ya algún acercamiento o sigues comportándote como una groupie?-pregunta Vero. Desde luego han decidido que hoy todos los palos van para mí.

-De momento solo somos amigos-soy consciente de que sueno muy poco convincente, pero estoy diciendo la verdad; aún no somos nada. Ocultar los besos que hemos compartido hace mi argumento más creíble.

-Veremos cuánto dura eso-apunta Rocío. "Espero que poco"-pienso.

-¿Dónde están Álvaro y Marcos?-pregunto cambiando de tema.

-Álvaro tiene que entregar un trabajo mañana y, como siempre, lo ha dejado todo para la noche anterior-me informa indignada Marta fingiendo ser su madre-. Y Marcos parece que ha conocido a una chavala. Estará viviendo la vida loca en su habitación.

Me alegro al saber que Marcos tiene un ligue, así no me dará más quebraderos de cabeza en cuanto al esloveno. Sin embargo, me molesta un poco pensar que tiene a otra chica en la misma cama en la que me tenía a mí hace unas semanas. ¿Por qué? No lo sé, seguramente será el orgullo, o que a todos nos gusta saber que tenemos a alguien que va detrás de nosotros.

Aparto esos pensamientos malignos y egoístas de mi mente cuando entro en mi habitación. Me doy una ducha rápida y me pongo el pijama. Me meto en la cama a mirar Twitter e Instagram y decido hacer algo que nunca se me había ocurrido hasta ahora: investigar sobre las relaciones de Luka Dončić.

Pincho en la primera entrada que sale en Google sobre una tal Ana María Goltes. Según el artículo es una modelo eslovena que ha salido con Dončić desde la infancia. También leo que lo dejaron hace unos meses, pero de forma discreta. Miro sus fotos: la verdad es que es muy guapa y tiene un cuerpazo.

De pronto me siento ridícula en comparación con ella y las dudas vuelven a arrasarme. No entiendo cómo Luka ha podido fijarse en mí cuando antes salía con semejante belleza báltica.

No tengo más complejos de lo normal y la verdad es que me valoro bastante, pero soy consciente de que nunca tendré esa piel de porcelana, ese pelo rubio o ese cuerpo tan delgado. No soy perfecta, no tengo el abdomen pegado a la espalda y mi cara no parece de anuncio de Maybelline pero puedo vivir con ello; soy muchas más cosas.

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Narra Luka

Llego a casa y me encuentro a Dino-mi compañero de piso y también jugador de baloncesto-tumbado en el sofá.

-¿A dónde has ido vestido de baloncesto? ¿No tenías semana de descanso?-pregunta mientras hace zapping.

-He ido a Valdebebas a enseñar a la amiga de la que te hablé a jugar.

-Mmm ¿la periodista?-pregunta intentado recordar.

-Sí.

-¿Y qué, cuándo va a dejar de ser tu "amiga"?-dice con ironía.

-Espero que pronto tío, me está volviendo loco-contesto resoplando.

-¡Uhhhh, una española apoderándose de tu corazón! No es propio de ti.

-Cuando la conozcas me darás la razón, es una tía increíble- le aseguro recordando su fuerte personalidad y su gran sentido del humor.

-Las españolas es lo que tienen...son tan diferentes a las bálticas. Mucho más cercanas y... mucho más guapas-dice pensando en su novia Lucía, que es de Valencia.

La verdad es que tiene razón, las rubias de ojos azules ya no me llaman nada la atención, llevo viéndolas desde que nací. Ahora me atrae mucho más una piel morena, unos ojos marrones y un acento español.

-Tío, ¿por qué no le dices que venga a comer el miércoles a casa? Invitamos también a Luci y ya nos despedimos antes de que me vaya de vacaciones-sugiere Dino sacándome de mis ensoñaciones.

La idea me parece genial para venir de un tonto de remate como mi amigo.

-De puta madre, a ver si puede-digo cruzando los dedos por dentro para que venga.

Tengo que obligarme a no escribirle ni llamarle a pesar de que quiero escucharla otra vez. Esperaré a mañana para proponerle el plan, no quiero agobiarla demasiado.

Mentiría si dijera que no me acojona no poder parar de pensar en ella, pero es que los recuerdos me están matando: su alegría al meter su primer triple; su pantalón corto; su pelo moviéndose de un lado a otro mientras corre, recogido en su coleta alta; sus largas piernas escapándose de mí; sus gritos para que la suelte; sus carcajadas mientras le hago cosquillas; su cara; su boca; su culo bajo mis manos; el rubor de sus mejillas; sus enfados fingidos; sus preguntas.

Definitivamente esta mujer se está llevando un trocito de mí que presiento que no volverá jamás y yo solo quiero hacer las cosas bien. El amor no es nada fácil y el hecho de que juegue al baloncesto en el Madrid complica más las cosas: los entrenamientos, los viajes, la prensa, las concentraciones... Me convenzo de que todo saldrá bien, me lo merezco después de lo que pasó con Ana María. Me merezco una relación llena de amor y pasión por ambas partes, no un romance empujado más por los años que por el sentimiento.

Ella se merece a alguien que la quiera con toda su alma y que le diga todos los días lo bonita que está cuando se ríe, lo bien que huele su pelo o lo sexy que es sin darse cuenta. Deseo con todas mis fuerzas que ese alguien sea yo.

Sueño cumplido (Luka Dončić)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora