18 de diciembre, cinco y cuarto de la tarde. Aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas.
-Luka, suéltame ya o perderé el avión-le digo intentado zafarme de sus brazos fuertes, que me abrazan dejándome al borde de la asfixia.
-Es que no quiero que te vayas-me ruega con voz lastimera, dándome pequeños besitos por toda la cara.
-Ni yo quiero irme, pero tengo que ver a mi familia.
Suspira y cede, separándose de mí pero sin soltarme la mano. Lo voy a echar mucho de menos. A él y a Dino, con el que ayer estuve jugando al FIFA hasta la saciedad y riendo hasta que me dolía la barriga. Y a Luci, a la que cada día que pasa quiero más y a la que ya puedo contarle absolutamente todo.
Y a mis chicos de la residencia, con los que salí de fiesta hace unos días y pasé una de las mejores noches de mi vida. Y a Carlos, que me ha ayudado a asimilar todo esto de haber salido en la tele y en algunos medios de Internet como novia de Luka Dončić, debido a ese beso que aún hace que se me sonrojen las mejillas cuando me lo mencionan.
En resumen, voy a echar de menos a mi Madrid, pero por otro lado tengo muchísimas ganas de ver a mi familia y a mi gente de siempre. Van a ser más o menos tres semanas, que coinciden con mis vacaciones de la uni y, por tanto, con las de la redacción.
Saboreo por última vez esos labios que desde hace un par de meses han puesto mi mundo patas arriba y me subo a un avión rumbo hacia donde empezó todo: una casita familiar en la que reina el amor, el cariño y, sobretodo el buen humor.
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Mi madre y mi hermana María están esperándome en el aeropuerto; mi padre está trabajando. Es un encuentro de lo más emotivo; llevaba meses sin verlas y ya las necesitaba.
Cuando tomamos café en el salón, como de costumbre, siento que el tiempo no ha pasado y que nada ha cambiado en absoluto; que yo nunca me he ido de esta casa ni he empezado a vivir la vida de otra forma, a volar con mis propias alas.
El interrogatorio sobre Luka estaba tardando mucho en llegar para ser ellas. Aunque estas dos cotillas ya me preguntaron por teléfono cuando vieron el famoso beso, me fui de rositas y ya no puedo demorarlo más:
-¿Y entonces qué? ¿Estáis...?-pregunta mi madre sin saber muy bien cómo clasificar nuestra relación.
-Sí, mamá. Estamos saliendo.
-¿Y cuándo os conocisteis?-vuelve a interesarse.
-En octubre, en una entrevista. Desde entonces todo ha ido volando.
-Es muuuuy fuerte, Cris. Si me acuerdo cuando lo veías por la tele y suspirabas por él-exclama mi hermana ilusionada.
-En persona es aún mejor. Es guapísimo y tan alto...y tiene unos ojos, y una sonrisa, y una tableta...-fantaseo con su recuerdo.
-Qué envidia me das, zorra mala- María me da un cachete en el muslo.
-¿Y es bueno contigo?- a mi madre al fin y al cabo eso es lo que le importa.
-No puede ser mejor, en serio mamá-me escucho a mí misma y no me reconozco, toda una romántica.
-Cris, ¿eres consciente de dónde te estás metiendo, verdad? Por muy maravilloso que sea es un deportista de élite, un chico famoso y...-me advierte como buena progenitora mía.
-Lo sé perfectamente, mamá. Y sé que no todo va a ser un camino de rosas pero...estoy enamorada-confieso sin tapujos, sacándole una sonrisa a la mujer que tanto quiero.
Por supuesto, las confesiones no acabaron ahí. Más tarde, en petit comitè, María me obligó a contarle con pelos y señales todos los detalles de nuestro romance; y cuando digo todos, es todos. Cualquiera que me viese...con la cara tapada por la almohada, relatándole a mi hermana pequeña cómo lo hicimos Luka y yo la noche que se coló en mi residencia. Ay, cualquiera le niega algo a la loca con la que comparto sangre.
También me emocioné mucho al reencontrarme con mi padre por la noche.
-Mi chiquitilla ya está aquí-me abrazó muy fuerte, recordándome que siempre seré su niña pequeña.
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Pasaron los días y con ellos, volví a ver al resto de la familia, en especial a mis abuelos, a los que tanto añoraba. Me reconcentré con mis amigos de toda la vida entre risas, abrazos y besos. Pasamos tardes tirados en los sofás de la casa de Eva, mi mejor amiga, viendo películas de miedo como cuando teníamos quince años. Pasamos otras noches enteras bailando y sin soltar el vaso de cubata, como si tuviésemos treinta.
Estar lejos de mis orígenes por un tiempo me ha hecho verlo todo con perspectiva y darme cuenta de lo importante que es no olvidar nunca de dónde vienes y, sobretodo, quiénes te han hecho ser quien eres.
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Sueño cumplido (Luka Dončić)
FanfictionCuando Luka Dončić llegó a mi vida yo no era más que una joven perdida intentando hacerme un hueco en Madrid y en el periodismo nacional. Pero a veces las mejores cosas llegan en los momentos más inesperados para poner nuestro mundo patas arriba.