46. Bailar

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Narra Luka

Dino me ha propuesto ir a cenar esta noche. Ya que jugué ayer en el Palacio y no tengo partido hasta el miércoles, me parece una buena idea. Dice que necesitamos una noche de colegas para hablar un poco de la vida. A saber de qué quiere hablarme este ahora.

Mañana es mi cumpleaños y vamos a salir a comer Dino, Cris, Luci y yo para celebrarlo. Me han insistido, porque la verdad es que a mí los cumpleaños empezaron a sudármela desde que cumplí los dieciocho, pero son mi gente y no veo mejor plan que pasar el día con ellos.

Sobre las diez nos montamos en el coche de Dino. Dice que me va a llevar a una hamburguesería que han abierto hace poco y que está de puta madre.

Llegamos a una calle que me suena, pero no podría decir dónde está ni cómo se llama porque tengo bastante mala orientación. Dino aparca en batería y andamos hasta una puerta.

-¿Este es el restaurante?-pregunto extrañado.

-¿Tiene pinta de restaurante?

-No mucha.

-Pues claro que no, gilipollas-me da una colleja y me quejo; ya se la devolveré-.Tengo que recoger una cosa primero de casa de un amigo.

Saca una llave de su bolsillo y abre. Esto es raro de cojones. Cuando entramos, todo está oscuro.

-¿Dónde cojones me estás metiendo, loco?-vuelvo a preguntar.

-Cállate ya, pesado.

Lo sigo por un pequeño pasillo hasta que atravesamos una puerta. Está todo negro y en silencio y ya no sé qué esperarme.

De repente, se enciende la luz y se escucha un "Sorpresa".

-Cabrones-es mi primera reacción.

La segunda es abrazar a Dino.

-Felicidades, tío-me dice mientras me da unas palmaditas en la espalda.

Cris y Luci se acercan a mí enseguida y me ponen una banda en la que se lee: "Rubio veinteañero" y un emoticono giñando un ojo. Me río ante la ocurrencia de estas dos locas.

La niña de mis ojos está radiante, con un vestidito negro que resalta sus curvas y que ya me está descentrando. Se lanza a mi cuello, le rodeo la cintura y la beso, sin importarme que todos los presentes nos estén mirando. 

-Felicidades adelantadas, amor-me dice cuando separamos nuestras bocas.

-Sois los mejores-ahora me dirijo a Luci, a la que estrujo entre mis brazos.

-Te lo mereces, rubiales-me contesta mi mejor amiga. 

Poco a poco se van acercando los demás a saludarme. Los que más me sorprenden son Juancho y Willy.

-¿Qué hacéis aquí, mamones?-les pregunto mientras los saludo con palmadas en la espalda que son más fuertes de lo necesario. 

-Vacaciones de la NBA-me responde Juancho.

-Y teníamos que venir a verte, parguela-Willy me da una colleja como de costumbre.

También están Jonathan, Paco, Acoy y otros colegas con los que jugué en el Juvenil del Madrid a los que me alegro mucho de ver; son mis amigos desde que vine a España y están todos aquí solo por mí. Es un detallazo de cojones. 

Reparo en un grupo un poco más apartado y distingo a una rubia que me es muy familiar. Es Ana María, y junto a ella están mis mejores amigos de toda la vida. Sin duda son lo que más echo de menos de mi país natal. 

Sueño cumplido (Luka Dončić)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora